Es un hecho ampliamente contrastado que cualquier avance en la lucha por los derechos y la igualdad de oportunidades de las mujeres produce un rebrote del machismo más rancio.
Acción-reacción que tiene cierta lógica, pues quien se siente poderoso se resiste a dejar de ser el preponderante, ejerciendo más que nunca su
supuesta superioridad.
Un flagrante ejemplo de ello es
el artículo de Arcadi Espada, publicado el pasado domingo en
El Mundo donde, inflamado por la exitosa campaña en las redes #holaputero, se permite dar rienda suelta a su odio contra las mujeres sin ningún pudor ni reparo. La citada campaña, protagonizada por
Zua Méndez y Teresa Lozano da un vuelco al enfoque de la prostitución poniendo al
"cliente" en el centro y renombrándolo como "putero", para solivianto de hombres como Arcadi, que han pasado de considerarse señores y muy superiores a esas mujeres que venden su cuerpo, para ser incluso peor vistos que ellas.
Eso es lo que escuece tanto a Arcadi Espada, que lo que antes era un señor ahora es un putero.
Para defenderse de tanto escozor no ha reparado en nada, llegando a calificar de histeria colectiva o de conspiración política la gran oleada de abusos sexuales que están saliendo a la luz, tanto en el mundo cinematográfico como en el político;
utilizando argumentos absolutamente retrógrados, como que si no hubieran prostitutas habrían más violaciones, cuando en España, primer país europeo en consumo de prostitución (39%), se produce una violación cada 8 horas.
Y como indignante guinda de tan gran despropósito, compara los
"oficios" de prostituta y enfermera, argumentando que ni una ni otra
"quisiera estar allí", hablando de esta profesión tan feminizada desde la más pura ignorancia y el más completo desprecio.
Desde la
Federación de Sanidad y Sectores Sociosanitarios de CCOO (FSS-CCOO) queremos dirigirnos a usted para explicarle dos o tres cosas, nada complicadas. La prostitución no es simplemente una forma de ganarse la vida como usted lo expone, oferta-demanda, puro mercantilismo, sino que es una de las expresiones más flagrantes de la explotación y sobretodo del dominio del hombre sobre la mujer, a la que muy poquitas mujeres llegan de manera escogida y voluntaria. La gran mayoría de personas que caen en la prostitución, también hombres y hasta niños y niñas,
lo hacen empujadas por la necesidad, porque han sido abusadas y conducidas desde la infancia o directamente obligadas por organizaciones de trata.
Basta con ser puta una vez para no dejar de serlo en toda la vida, llevando el peor estigma que se puede llevar en esta
sociedad todavía tan patriarcal, y no es justo que ellas sean consideradas personas de tercera mientras que los hombres que requieren sus servicios y alimentan ese poderoso mundo de la prostitución sólo obtengan placer y reafirmación de su poder de macho, sin que sufran ninguna reprobación social.
Acostúmbrese, señor Arcadi, de ahora en adelante ir de putas ya no es de señores, es de puteros, de abusadores, de explotadores.
Señor Arcadi, para que no hayan violaciones lo que hace falta no son prostitutas, sino EDUCACIÓN. Educación en la igualdad y en una sexualidad sana, entre iguales, que
genere relaciones donde no haya quien domine y quien es dominada.
En cuanto a la profesión, que no oficio, de
Enfermería, decirle que no hay nada más noble que dedicarse al cuidado de las personas, eso que hacemos tanto las mujeres, cobrando las menos, sin cobrar las más. Las enfermeras y enfermeros, que han estudiado en la universidad para
ejercer la profesión, sí quieren estar ahí, sí escogen y aman su trabajo; las gerocultoras y los gerocultores también quieren estar ahí, aseando, cuidando, tratando a las personas dependientes y ancianas,
realizando un trabajo tan duro como importante, para el que se requiere preparación, vocación, y muchas habilidades personales.
En su orden del mundo, y como buen machista, los trabajos que sostienen y cuidan la vida de las personas tienen muy poco valor, esa es la razón de que estén mal remunerados.
Más pronto que tarde, usted va a necesitar que le cuiden, entonces quizás se replanteará lo que le exponemos, y seguro que entonces cambia de opinión.
Para acabar, queremos decirle,
señor Arcadi, que la lucha por un mundo mejor pasa necesariamente por la igualdad de derechos y oportunidades de las mujeres, y que esta lucha no va a cesar, va a ir avanzando, porque cada vez son más las personas, mujeres y hombres, que van tomando consciencia de ello. No avanzamos tan deprisa como quisiéramos gracias a hombres como usted, machistas que son verdaderos palos en nuestras ruedas, y a diarios como El Mundo, que
no tienen escrúpulos en publicar escritos como el suyo.