Como cada día, dentro de mi rutina matinal, ayer me senté delante de mi ordenador para conocer lo que había ocurrido en el mundo sanitario y cuáles eran las últimas novedades acaecidas en Enfermería. Fue en ese instante cuando un titular capto mi atención, “Ernest Lluch, reconstruyendo al ministro de Sanidad”. En ese momento recordé que fue un 21 de noviembre cuando la barbarie terrorista acabó con la vida del impulsor de la Ley General de Sanidad (LGS), la ley que universalizó la atención sanitaria pública y consolidó un Estado de bienestar.
Una sanidad pública, gratuita y de calidad; este fue el legado que nos dejó Ernest Lluch con la LGS. Una herencia imborrable convertida en compromiso de futuro pero, que aún a día de hoy, no se ha desarrollado al 100%. La Atención Primaria fue un aspecto importante y novedoso que incluyó esta norma, junto al trabajo en equipo y la puesta en marcha de centros de salud. Además, se definió el nuevo papel de la profesión de Enfermería que, por primera vez, asumía las funciones de prevención de la enfermedad y promoción de la salud.
Recuerdo cómo esta ley consiguió ilusionar a todo el colectivo enfermero. En mi memoria guardo las caras de mis colegas de profesión aquel 25 de abril de 1986. Por fin, tras la publicación en el BOE, los enfermeros podíamos realizar aquello para lo que nos habíamos formado, para el cuidado de las personas, ya que era una ley que superaba el dogma decimonónico de la autosuficiencia del individuo para atender sus problemas de salud y ampliaba las funciones preventivas de la época.
Ernest Lluch, un hombre visionario y vanguardista que hizo posible lo impensable y en él se inspiran hoy nuestros dirigentes políticos. Este es el caso de nuestra consellera de Sanitat, Carmen Montón, quien en su discurso de inició de legislatura apeló a la herencia recibida del ex-ministro de Sanidad con estas palabras: “Los valencianos y las valencianas han elegido un Gobierno progresista para cambiar el modelo sanitario. Para apostar decididamente por una sanidad pública, universal y de calidad. Ellos nos han encomendado la tarea de reforzar los cimientos sobre los que Ernest Lluch asentó el sistema en el año 1986”
Hemos entrado en un nuevo tiempo político en la Comunidad Valenciana con unos responsables sanitarios que rememoran la herencia del que fuera compañero de partido, pero configurando un equipo gestor en donde Enfermería sigue sin ocupar el lugar que le corresponde. Ahora debe ser el momento de revertir esta situación para estar en consonancia con la visión de Ernest Lluch acerca del funcionamiento del sistema sanitario. Para alcanzar este objetivo es necesario que crea en la capacidad gestora y resolutiva de las enfermeras.
Ojalá el espíritu de Ernest Lluch traiga aires renovados a la Conselleria de Sanidad Universal y Salud Publica para que por fin rompa con la tendencia continuista de incluir únicamente a médicos en los órganos superiores y directivos de la sanidad valenciana. En este sentido, en el actual organigrama de la Conselleria de Sanitat Universal y Salut Pública, 7 de los 9 altos cargo están ocupados por médicos.
Desde esta Conselleria deben romper esta visión medicalizada de la sanidad otorgando a la profesión enfermera cargos de mayor responsabilidad en cuestiones de salud. Su formación y visión holística, asi como el peso específico que asume el colectivo enfermero dentro del sistema y experiencia en el terreno práctico del día a día de la sanidad autonómica son algunas de las garantías para esta elección.
La Conselleria de Sanidad Universal y Salud Pública debe tener presente, a la hora de diseñar su hoja de ruta, la realidad demografía (envejecimiento de la población) y epidemiológica (incremento de las patologías crónicas e invalidantes) de la sociedad valenciana, en un nuevo paradigma sanitario donde se debe de poner el foco de atención en gestionar la salud en lugar de la enfermedad. Es necesario para ello potenciar lo sociosanitario y apostar de manera fehaciente, y sin titubeos, por la Atención Primaria, la puerta de entrada al sistema sanitario y donde deben resolverse la mayoría de las necesidades de salud de los ciudadanos.
Un primer nivel asistencial con unas consultas de Enfermería a Demanda consolidada que debe potenciarse como servicio a las personas por su accesibilidad y resolución, donde la enfermera tenga capacidad de actuación finalista y con un verdadero reconocimiento como agente promotor de salud. Sin olvidar la especialización de la profesión enfermera.
Se trata de un cambio de rumbo y de ideas que la Administración sanitaria debe poner en marcha para recimentar la sanidad valenciana y adaptarla a las necesidades sociales presentes y futuras. Una realidad que requiere de un nuevo modelo asistencial frente al hospitalcentrismo.
La prevención de la enfermedad y educación en hábitos de vida saludables en el ámbito educativo a través de la implantación de las enfermeras escolares en la Comunitat Valenciana debe ser otro de los objetivos de cimentación de la Administración, ya que es una apuesta segura para contar con una sociedad más sana a largo plazo.
Las enfermeras son profesionales de trato directo y cercano, al igual que lo fue el ex-ministro. Por eso me pregunto: ¿podría haber sido Ernest Lluch un buen profesional de Enfermería? Sin duda, la respuesta es sí. Igualmente que las enfermeras, el ex-ministro asumió una labor gestora de la que destacó su empeño por afrontar los problemas de la transición sanitaria para intentar darles soluciones.
Y eso es lo que desde estas líneas solicito a nuestras autoridades sanitarias autonómicas, que aplique la ideología que nos dejó Ernest Lluch para reforzar los cimientos de la sanidad pública valenciana contando con su colectivo más numeroso, el enfermero. Profesionales en quienes la Administración sanitaria autonómica debe apoyarse para atender las necesidades de salud de la población y poder acometer de manera eficaz y eficiente el cambio de paradigma en salud del curar al cuidar.