La primera persona que se ha acercado a mi consulta esta mañana en el centro de salud ha sido mi enfermera. No entiendan como posesiva la expresión, sino como reflejo de la cercanía con la que trabajamos juntos.
Hemos hablado de lo profesional y de lo humano. Esa es la realidad, por mucho que algunos se preocupen en recrear un espacio de lucha de clases que huele a la naftalina del ayer.
Con asombro, y más aún en estos momentos que la crisis económica y de valores azota la sociedad, veo como dos colectivos que hemos trabajado codo con codo durante tantos años por la salud de los pacientes, se ven sometidos a frases que menos mal que la mayoría de los pacientes no escuchan o leen por estar ajenos a estas cuestiones.
Decepcionante. Hasta probablemente ciertos políticos y gestores lo vean como una oportunidad para apartar del candelero, las cuestiones realmente importantes que son las que debemos afrontar ambos colectivos para resolver la problemática actual, y asistan expectantes a una confrontación que esta vez no va con ellos y hasta que le pueden venir bien.
Dejemos de hablar de que “la educación para la salud” es terreno para el juego de un colectivo u otro, ¿alguien realmente lo piensa? El egocentrismo absurdo invade renglones que corresponden a espacios compartidos.
Cuando muchos reclamamos mejoras precisamente para trabajar en equipo, otros parecen estar en campañas electorales de las cuales por cierto ya tenemos bastantes.
Sigamos trabajando y no miremos con estrabismo sino con la confluencia de las miradas y del corazón que ponemos unos y otros para atender a nuestros pacientes.
Mientras, seguiremos pendientes de soñar con compartir más espacios y no menos, seguiremos soñando con hacer lo que hacíamos antes y hoy, fruto de las políticas de recortes, nos supone una dificultad añadida. Hablo de visitar ambos a los pacientes a sus domicilios, de poder abordar conjuntamente al paciente diabético para mejorar la adherencia al seguimiento de su tratamiento, y por qué no, investigar juntos.
¿Sobra alguien? No, desde luego que no. Y menos ningún enfermero ni ningún médico.
Juan José Sánchez Luque, médico de Familia y presidente del Colegio de Médicos de Málaga.