De pequeños estudiamos en el colegio que el corazón es el órgano vital donde reside la estrecha línea que separa la vida de la muerte. En su interior, aurículas y ventrículos dirigen la sangre corporal procedente de los tejidos hacía el pulmón para que pueda ser oxigenada y, posteriormente, de nuevo a los tejidos, que esperan impacientes el tan preciado oxígeno para mantenerse vivos. Desde un punto de vista didáctico, podemos hablar de un corazón derecho, responsable de llevar la sangre a los pulmones, y de un corazón izquierdo, encargado de hacerla llegar al resto del organismo y que es el que acapara toda la fama.
Hoy queremos rendir homenaje a ese corazón derecho, menos popular, más desconocido, que trabaja en silencio viendo como su vecino de piso se lleva todos los halagos.
Lejos quedan los tiempos en que había especialistas de pulmón y corazón. Su separación en neumólogos y cardiólogos permitió que se asociara rápidamente el corazón a la razón de ser de estos últimos, apartándole irracionalmente de la neumología y del pulmón, como si no tuvieran nada que ver el pulmón y el corazón.
Es bien conocido cómo muchas enfermedades pulmonares hacen sentir sus efectos sobre el corazón derecho. El cor pulmonale, la hipertensión pulmonar y la embolia pulmonar son buenos ejemplos de ello. Tanto la insuficiencia respiratoria aguda como la crónica sobrecargan a las cavidades derechas. La falta de oxígeno hipertrofia el ventrículo derecho hasta hacerlo claudicar. El síndrome de apnea del sueño favorece el aumento de la presión en su interior con la consecuente dilatación de estas cavidades. Este aumento de presión es factor pronóstico en determinadas enfermedades respiratorias crónicas como la EPOC. El corazón derecho se afecta en paciente obesos y sufre notablemente en personas roncadoras y en fumadores. Y así podríamos seguir. Como puede verse, el corazón derecho es más importante de lo que pensamos.
La interdependencia de las cavidades cardíacas hace que las medidas encaminadas a cuidar cualquiera de ellas repercuta directamente en las demás. O lo que es lo mismo, cuidando el corazón derecho, vamos a mejorar el rendimiento del izquierdo y viceversa. ¿Cómo se hace eso? Llevando una vida sana: dejando de lado el tabaco si somos fumadores, haciendo ejercicio físico de forma regular, manteniendo un peso adecuado y respetando las medidas para una correcta higiene de sueño. En el caso de padecer alguna enfermedad respiratoria, cumpliendo estrictamente el tratamiento pautado y observando escrupulosamente las recomendaciones dadas por los profesionales sanitarios.
Consciente de la importancia del corazón derecho, hace años propuse cambiar el nombre de la especialidad de “Neumología” por el de “Pulmón y Corazón Derecho” (1). Decía entonces; “Para retomar una de las acepciones más populares y de mayor calado entre nuestros enfermos y darles la oportunidad de romper el hielo con la pregunta: ¿es que hay un corazón izquierdo?”. No tuvo mucho éxito la propuesta, publicada en la revista Archivos de Bronconeumología, órgano de difusión de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica. Este hecho no ha sido óbice para que el corazón derecho, en silencio, paso a paso, haya conseguido hacerse con el corazón, nunca mejor dicho, de los neumólogos y se haya erigido en protagonista principal de esta especialidad. Hoy, día dedicado al corazón, queremos acordarnos también del corazón derecho. ¡¡¡Él también tiene su corazoncito!!!
1. Díaz Lobato; S. En defensa de la Neumología. Arch Bronconeumol 1999;35:467-9.