Estoy convencida de que desde hace tiempo, se ha instalado en la mente de los gestores  sanitarios utilizar el ejemplo de las industrias manufactureras y de servicios ajenas a la atención de salud para mejorar la calidad de los resultados y costos de los servicios de salud estandarizando procesos de una forma similar.

En parte podría ser factible: compras centralizadas, descripción de protocolos, procedimientos  etc., que suponen un ahorro económico general importante y delinea directrices claras de actuación. Estaba pensando en una conocida cadena de fast food, pero igualmente podría ser de coches, muebles...cuya publicidad feroz convence al mundo, y cuyo objetivo principal es expandir su mercado para incrementar el gasto de la población, reduciendo sus costes de producción a fin de ser competitivos y generar beneficios.

Pero resulta que la prestación de servicios de salud, difiere sustancialmente de los procesos industriales: de entrada, la reducción individual en gastos en salud genera a corto, medio y largo plazo, gastos totales mayores como son los derivados de tratar enfermedades y patologías que, de haberlas prevenido, no hubieran progresado hasta en ocasiones, requerir gastos millonarios para que la persona afectada ni siquiera llegue "a buen puerto" tras un denodado sufrimiento soportando esfuerzos terapéuticos, incluso ilimitados y/o incoherentes cuando no, inalcanzables, como el acceso a medicamentos imprescindibles que no cubre el Sistema Nacional de Salud (SNS). 

Mientras el objetivo de las multinacionales es su expansión de mercado, la atención médica debiera pensar en limitar el suyo para reducir los gastos totales de su gestión porque su "mercado" es el de la prevención de la salud para las personas sanas, mercado que puede virar hacia el de personas enfermas. Siempre será mejor invertir para mantener a la población saludable, que verse obligado a afrontar gastos mayores con el tratamiento de la enfermedad, las discapacidades, el absentismo, la pérdida de productividad, etc., sin incluir los importantísimos costes vitales fundamentalmente para las personas afectadas, pero también para el sistema productivo, todo generado por falta de prevención, de Atención Primaria a la población.

Otra diferencia notable con las cadenas productivas es que en el sector salud no se manejan bienes de consumo fabricados en una cadena de montaje que, con precisión milimétrica y con gran automatismo en su producción, salen al mercado listos para el consumo; en salud estamos tratando con personas insustituibles, variadas y distintas, con sentimientos y emociones, y los procesos no se ajustan ni se pueden tratar matemáticamente ajustados a un patrón estándar.

Tampoco los operarios de los procesos industriales son comparables con los "operarios" de la sanidad. Los peones de la industria se encargan del trabajo de mano de obra y la transformación de la materia prima en el producto final desde las operaciones de fabricación, ensamblaje hasta la verificación del producto, utilizando equipos e instrumentos establecidos y siguiendo instrucciones. Los "operarios" del ámbito sanitario, principal activo del Sistema Nacional de Salud y más concretamente los de la atención directa en salud, profesionales sanitarios titulados, fundamentalmente cuerpo médico y de enfermería y sus correspondientes especialistas, requieren cualificación universitaria, 6-10 años de estudios, y su trabajo requiere ciencia, conciencia, tiempo y concentración para una atención personal y cuidada.

Gasto sanitario y efectos de atención a la salud 


Los últimos datos disponible del SNS (2021) en nuestro país reportan un Gasto Sanitario Público de 77.400 millones de euros al año, esto es 6,4 por ciento del PIB, lo que supone 1.656 euros por habitante, de los que 7 de cada 10 euros son destinados a asistencia curativa, rehabilitación y cuidados de larga duración. Aunque el gasto sanitario de España ha aumentado en los últimos años, sigue estando por debajo de la media de la UE.

Así mismo, el SNS indica que el número de médicos por cada 1.000 habitantes es ligeramente superior a la media de los países de la UE (4,4 frente a 3,9 en 2019). La proporción de médicos generales en el país es similar a la media de la UE (20,8 por ciento frente al 20,6  por ciento). Mientras que la proporción de enfermeros (sin incluir a los auxiliares de Enfermería), de 5,9 por cada 1.000 habitantes, sigue siendo muy inferior a la media de los países de la UE, que se encuentra en 8,4 y la de matronas, concretamente, muy por debajo de la media europea. 

La problemática de la escasez de matronas viene de lejos y se incrementa en los periodos vacacionales, y este año de una forma especial porque ya se dice que "lo que no mejora, empeora". Es urgente y necesario tomar medidas al respecto por la salud de las mujeres y por el reconocimiento del trabajo profesional de las matronas.

Los costos de la atención en salud sexual y la carencia de matronas


Los cuidados de salud, en este caso concreto, sexual y reproductiva, no se ofrecen en una cadena de montaje, ni los trabajadores son peones de una cadena de fabricación, ni el producto final es una hamburguesa en serie, un coche o cualquier otro bien de consumo reemplazable. Todas las mujeres tienen derecho a una atención sanitaria que optimice su salud sexual y reproductiva, incluida la atención preconcepcional, ya que esto mejora el capital social y fortalece la capacidad de acción contra la violencia de género y la desigualdad económica.

La escasez de matronas afecta a la calidad de los cuidados y la seguridad de muchas mujeres y sus hijos. Ha quedado demostrado que las matronas son una parte fundamental y clave en los equipos obstétricos y su participación en los equipos multidisciplinares es esencial para reducir las muertes fetales durante el periodo de preconcepción y antenatal. Está estudiado que las maternidades que no cuentan con el mismo número de efectivos las 24 horas del día ni todos los días del año, en los momentos en que disponen de menos personal, el riesgo de muerte perinatal se incrementa un 45 por ciento.

Es obvio que la atención al parto y nacimiento, procesos largos en su mayoría, requieren control profesional constante, además de gran soporte emocional, y no se ajustan al automatismo milimétrico de una cadena de montaje que produce en serie y cuyos productos defectuosos se retiran y sustituyen sin importantes costos. Aquí estamos hablando de la vida futura de un niño y de una madre.

Repasemos también la atención preventiva que prestan las matronas en Atención Primaria, tan insuficientemente cubierta en nuestro país. Ahorrar en matronas, como continuamente se viene haciendo, supone la falta de atención a las mujeres que, pueden verse abocadas a problemas de gran calado. Por ejemplo, fijémonos en todos los cánceres de cuello uterino y entre el 40 por ciento y el 70 por ciento de los cánceres de vagina y vulva que están asociados con el virus del papiloma humano (VPH). 


"Las matronas son una parte fundamental y clave en los equipos obstétricos"




Las matronas tiene una importancia fundamental en la educación para la salud sexual y reproductiva desde los más jóvenes hasta la adultez, en la que difunden prácticas saludables así como la recomendación de la vacuna del VPH y la realización de  la prueba de Papanicolaou y detección de VPH, acorde con los protocolos autonómicos, actividades que apuntan a reducir la incidencia y la mortalidad por cáncer de cuello uterino, al prevenir  y detectar en etapas tempranas. De hecho, se sabe que estas son las intervenciones basadas en la evidencia disponible que sirven incuestionablemente para reducir la incidencia y la mortalidad por cáncer ginecológico. De igual manera, la actividad preventiva de las matronas, puede ayudar a mejorar los resultados de cáncer de mama y ovario, a lo que hay que añadir el tratamiento y/o derivación a especialistas médicos de tantas otras patologías y necesidades que inciden en la salud sexual y reproductiva de la mujer a lo largo de toda su vida.

Es incuestionable que los casos de cáncer ginecológico (como los demás) son una carga económica sustancial para el sistema de salud y, a nivel de los pacientes, se han reconocido las limitaciones físicas, cognitivas y de actividad, en general, de una calidad de vida deteriorada. Estos resultados respaldan, en el caso de las mujeres, la inversión continua en la prevención del cáncer de cuello uterino y el desarrollo de tratamientos para optimizar los resultados económicos y de calidad de vida.

La propia OMS afirma  que "la continua escasez de recursos destinados al personal de partería es un síntoma de que los sistemas de salud no dan prioridad a las necesidades de salud sexual y reproductiva de las mujeres y las niñas y no reconocen el papel de los profesionales de la partería —la mayoría de los cuales son mujeres— para satisfacer estas necesidades. Las mujeres representan el 93 por ciento del personal de partería. A medida que aumenta el número de Matronas  y que estas pueden prestar atención en un entorno propicio, la salud de las mujeres y los recién nacidos mejora en su conjunto, lo que beneficia a toda la sociedad”.


"La actividad preventiva de las matronas puede ayudar a mejorar los resultados de cáncer"




Nos encontramos en un punto en nuestro país en que está probado que el propio SNS es quien impone limitaciones al alcance de la práctica de las matronas y, con ello, sus prestaciones de salud a la población de mujeres, al maltrato sistemático a esta profesión indispensable, minusvalorando los beneficios de su tarea profesional y sometiendo a presiones y cargas de trabajo inasumibles que ponen en riesgo la propia salud de los profesionales y, por extensión, la de las mujeres y sus hijos que no reciben una atención pronta y de calidad.

Recuerden, señoras y señores gestores de Sanidad, que lo importante en su área  es "reducir el mercado de enfermos". Para abaratar los costos totales de la inversión en salud, hay que mejorar los costos parciales, lo que se consigue con una inversión inmediata en prevención que a largo plazo da sus frutos y, para eso, es imprescindible contar con un número suficiente de profesionales cualificados que puedan ejercer al máximo sus competencias, no exprimiéndoles como a un limón. Inviertan en matronas, señoras y señores gestores, porque la salud no tiene precio, pero la sanidad, sí. Las mujeres tienen el derecho a una atención de calidad a su salud sexual y reproductiva y las matronas, a un ejercicio con seguridad y el debido respeto a su profesión.