La incorporación de nuevas tecnologías de información y comunicación no ha estado sincronizada con el cambio que estas han producido en nuestras vidas. Nos comunicamos de otra manera entre nosotros y hacemos uso de servicios a distancia como nunca hubiéramos imaginado. En nuestros servicios de salud se han incorporado estrategias de gestión de la información, como la historia clínica electrónica, pero en comunicación médico-paciente las iniciativas han sido muy escasas. La historia clínica, con sistemas informáticos distintos en cada comunidad autónoma ha contribuido a parcelar la asistencia. Es frecuente en los centros de salud fronterizos entre comunidades autónomas que existan problemas al atender a pacientes urgentes del “otro lado de la frontera” por no poder disponer de información clínica cuando el propio paciente no puede proporcionarla por su situación clínica.
Otras iniciativas de éxito han sido la cita telemática o las carpetas de salud, que empiezan a generalizarse entre los servicios sanitarios. Todas son estrategias aisladas, escasas y que no responden a los deseos de la población.
En Atención Primaria el paciente desea contactar con su médico de forma inmediata, sin demoras. La escasez de profesionales y la no sustitución de vacantes son causas de retrasos en la atención inadmisibles. En muchas ocasiones las demandas de la población no incluyen la necesidad de la presencia física para una exploración porque son tareas administrativas. Y los sistemas de salud incluyen todas las solicitudes de atención en un monstruo llamado consulta a demanda que hace muy difícil una atención de calidad. Existen formas de parcelar y organizar este desbarajuste pero generalmente son bloqueadas por la gerencia de turno. Si eres “bueno” y aceptas llamadas telefónicas externas (tecnología que data de hace más de 100 años) estas interrumpen tu jornada con frecuencia mientras atiendes a otro paciente. La privacidad de los datos clínicos estalla por los aires porque en ese momento tienes otro paciente delante. Recuerden los cinco minutos por paciente, pero eso es otro tema.
Existen otras tecnologías, algo más recientes que el viejo teléfono, como el correo electrónico (sólo 25 a 30 años) o la mensajería instantánea (menos de 10 años). Los bloqueos para su implantación son la seguridad de los datos y la necesidad de encriptación de la comunicación. Bien, problemas que pueden resolverse con inversión en informática.
La implantación generalizada del correo electrónico y de mensajería en las consultas de Atención Primaria no resolvería todos los problemas. Sería un avance para llegar a desburocratizarlas. ¿Tiene sentido que un paciente hipertenso espere/pierda dos horas de su vida para renovar una receta de enalapril que lleva tomando años?; ¿Tiene sentido que esa persona venga cada mes a tomar la tensión cuando dispone de un aparato homologado en su domicilio?; ¿Tiene algún sentido que otra persona pierda esas dos horas para el resultado de una analítica de revisión con resultado normal? Existen formas de arreglar estas y muchas otras demandas de atención sin presencia física del paciente. Hay iniciativas privadas de profesionales y tímidos intentos en algunos servicios de salud. La apuesta debe ser global con seguridad para los pacientes y para los profesionales. La seguridad para los profesionales debería incluir qué hacer y qué no hacer en estos sistemas. Además debería haber una agenda dedicada a este fin. Estamos muy acostumbrados en Atención Primaria a que nos añadan tareas con el mismo tiempo disponible. Y sin tocar a nuestro querido monstruo, la consulta a demanda. Si la demanda esta cubierta y no hay demora ni de un día todo va bien, la calidad de la asistencia ya se verá. Si nos mandan sólo atender pacientes los atendemos, lo mejor que podemos. Si queremos mejorar la salud de nuestros pacientes y de la población en general la estrategia de los servicios públicos de salud hay que cambiarla. Las nuevas tecnologías juegan sin duda un papel importante.
Hay críticas que dicen que la comunicación telemática es impersonal y lejana. Por mi propia experiencia y la de otros compañeros que participan en iniciativas de comunicación medico-paciente a través de nuevas tecnologías el trato con el paciente no se deteriora, se enriquece con estos nuevos canales de comunicación.
Y existen problemas de seguridad, sin duda. Además, la ley de protección de datos debe cumplirse escrupulosamente, pero nunca debe servir de excusa para bloquear un avance técnico imparable. La respuesta es decisión e inversión.
Si el paciente busca en su teléfono o en su ordenador información de salud es porque está interesado en ella. Aprovechemos eso como una ventaja y no demonicemos al paciente informado. Si quiere estar informado informémosle, si quiere estar comunicado comuniquemos con él. Y todo a través del lenguaje que casi todos entendemos ya, el lenguaje de las nuevas tecnologías.