La
gestión consiste, en síntesis,
en que los demás hagan lo que tú quieres porque ellos quieren. Tienes que querer acertadamente, para lo que has de saber y poder. Y seguidamente persuadir a los demás para que quieran hacer lo que tú quieres que hagan pues dependerás de ellos y serás responsable de lo que ellos hayan hecho. Has de cuidar tus palabras porque
duele más y tarda más tiempo en borrarse lo que entra por los oídos que lo que sale por la boca. Sobre todo, si ha sido dicho en público. El genial Cervantes en el Quijote, ya en 1.605, puso en boca de Cardenio:
“Oh memoria, enemigo mortal de mi descanso”.
La gestión se basa en el trípode y secuencia siguientes: información (conocer las cosas) > conocimientos (relacionar las cosas) > acción o sabiduría (hacer lo oportuno, oportunamente). Concretándolo en la compleja gestión sanitaria y específicamente en la hospitalaria, expuesto en forma de sintético decálogo, quedaría como sigue:
1º.-
Un hospital es lo que sean sus personas. “The city is the people”, escribió Shakespeare, contemporáneo de Cervantes, allá por el año 1.590.
2º.-
Las personas actúan conforme a cómo vayan a ser evaluadas.
3º.- El hospital sirve, fundamentalmente, para atender a personas enfermas acompañadas, generalmente, de familiares. Es
la institución de mayor interacción social de todas las existentes. Y de la máxima importancia porque en el hospital se nace y se muere. Es el lugar en que se inicia y se acaba la vida. El sitio de las máximas emociones.
4º.- Los enfermos deben tener establecidos y plasmados en el reglamento sus derechos.
Los primeros derechos explícitos en España lo fueron en el Hospital General de Asturias en 1960 por decisión de López Muñiz, presidente de la Diputación Provincial de Oviedo gestora del hospital, y a instancias de Soler Durall, gerente en funciones, formado en New Haven, Connecticut. En 1.971 los tenían los del Clínic de Barcelona y en 1986 los recogió el artículo 10 de la Ley General de Sanidad. En torno a garantizar el cumplimiento de dichos derechos, alrededor de quince, debe organizarse el hospital.
5º.-
Debe planificarse la necesidad (qué se necesita y cuánto),
la eficacia (capacidad disponible),
la eficiencia (a qué precio, no sólo económico sino de toda índole),
la equidad (para quienes y cuándo, aplicando a la misma necesidad similar recurso) y la calidad (con qué nivel). Para ello se aplicarán
fórmulas matemáticas. El resultado se expresará en números, que al no ser subjetividades sino datos y hechos servirán para armonizar los intereses de los cuatro grupos que condicionan la organización. Dichos grupos son: a) los ciudadanos, b) los profesionales, c) los directivos y d) los propietarios. Los ciudadanos que a su vez son: potenciales enfermos, autorizados votantes y probables contribuyentes, como enfermos, se interesan, fundamentalmente, por la confianza en las instituciones (calidad y equidad),
no esperar para ser atendidos (justicia), ser informados del proceso de su enfermedad (sensibilidad) y no arruinarse en caso de utilizar la institución (seguro universal). Los profesionales desean, fundamentalmente, el reconocimiento social y económico en virtud de su excelso cometido (política de buen pago y trato). Los directivos, buscan la eficiencia en beneficio de todos para lo que intentan facilitar la tarea a un precio justo. Los propietarios, si son de servicios públicos, o sea políticos, desean, sobre todo, si son gobierno, la paz sociolaboral y si son propietarios de servicios privados cuidan, como accionistas que son, de rentabilizar al máximo sus cuantiosas inversiones económicas.
6º.- La cantidad, calidad y precio deseados, y posibles,
deben expresarse en cifras y compararlo con lo obtenido. No sirven expresiones tales como: mucho, poco, suficiente, bastante, mejor, peor, sino 8, 25, 70, 12, 5, 24…que son números, y por ello, datos, hechos. Aunque Nietzsche afirmara que no hay hechos sino interpretaciones de los hechos, lo cierto es que sin hechos ni siquiera las interpretaciones serían posibles. Con sólo subjetividades y sentimientos no es posible gestionar.
7º.- Los objetivos los consiguen las personas.
Eso exige gestión que implica el uso de premios y sanciones.
8º.- La gestión
obliga a decidir y por tanto a arriesgar con la posibilidad de equivocarse y la opción de rectificar.
9º.- La gestión necesita aplicar dos premisas:
9.1.-
Plan contable, para medir: cantidad, calidad y precio.
9.2.-
Capacidad de mando y persuasión que precisa equilibrio entre autoridad (legal + reconocida) y responsabilidad, de tal manera que el cociente ha de ser igual a 1. Con la autoridad se persuade y por la responsabilidad se asumen las consecuencias de las decisiones tomadas, que puede oscilar entre las de que te pongan una mala cara a perder todo el patrimonio. Cuando la autoridad supera a la responsabilidad tiende a producir déspotas, y al revés, esclavos, que, faltos de confianza, intentan consolarse leyendo el horóscopo.
10º.- El hospital es un
gran innovador por lo que debe fomentarse la investigación, que, junto a la docencia, mejora la calidad. Lo que hoy es investigación, mañana será rutina.
"También el máximo ejecutivo del hospital debe ser evaluado y probablemente el primero y, en su caso, cesado, pero no en virtud de su afinidad o discrepancia política sino por sus resultados, objetivamente valorados"
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Estos diez principios se concretan en las siguientes seis acciones:
1ª.-
Conocer los hechos: preparación, profesionalización (conocimiento y dedicación).
2ª.-
Concretar los objetivos expuestos en forma de metas: número, fecha y persona, con nombre y dos apellidos del responsable de conseguirlos.
3ª.-
Proporcionar los medios, adecuados a los objetivos. Cubrir, por ejemplo, la distancia entre Barcelona y Madrid en ocho horas no es posible si hay que hacerlo caminando, corriendo o en bicicleta, pero sí si hace en moto, en AVE o en avión.
4ª.-
Establecer la estructura funcional (las supervisiones) que se plasma en los organigramas.
5ª.-
Seleccionar y motivar al personal, teniendo en cuenta la pirámide de Maslow y las teorías X, Y y Z de McGregor. Para motivar hay que estar motivado pues “de lo que abunda en tu corazón habla tu boca” dice San Mateo en el Evangelio. El mayor incentivo para el éxito es haber tenido éxito.
6ª.-
Evaluar, y para ello hay que disponer de un plan escrito ya que sobre un mal plan escrito se puede rectificar, sobre ningún plan, ni eso, sólo se puede especular. Hasta Jesucristo quiso saber qué pensaba la gente de Él y la respuesta de Pedro diciéndole que era el Hijo de Dios vivo, Le agradó y se lo premio con el papado.
La clave de todo lo escrito
está en la persona y en la evaluación por cuanto mejora lo que se mide, evalúa y reconoce ya que las personas actúan conforme a como vayan a ser evaluadas. Las eficaces desean la evaluación, las ineficaces la necesitan. Por sus obras los conoceréis dice el Evangelio, que es palabra de Dios, y advierte del uso de premios y sanciones según sea la actuación, y no son pequeños ni pasajeros, sino grandes y permanentes. Nada menos que el cielo o el infierno. El purgatorio, que era de cumplimiento temporal, instituido por el papa Gregorio Magno hacia el año 590 fue abolido por Benedicto XVI en el reciente 2.011
. También el máximo ejecutivo del hospital debe ser evaluado y probablemente el primero y, en su caso, cesado, pero no en virtud de su afinidad o discrepancia política sino por sus resultados, objetivamente valorados.
La gestión sanitaria bien ejecutada proporciona satisfacción a los ciudadanos, a los profesionales, a los directivos y a los propietarios de las instituciones porque contribuye al fomento, prevención y recuperación de la salud del individuo, de la que el principal y más importante gestor de ella es él mismo. Dice el proverbio “quien tiene salud tiene esperanza y quien tiene esperanza lo tiene todo”. La actual imperante y odiosa crispación política impregna a la social e incluso a la interpersonal. Resulta insoportable y es nociva para la salud.
Una mala idea se combate con otra mejor pero no con la descalificación de la persona.
A todos nos interesa ser eficaces y afables porque al final de nuestros días nos recordarán por cómo les hicimos sentirse a nuestro lado. Confucio sentenció: “elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”. El de gestionar la sanidad es uno de ellos.