Dicen las malas lenguas que
la profesión médica es rentable, aunque quizá esas malas lenguas dejarían de decirlo si analizasen que la Medicina es la titulación con el periodo formativo más largo: 6 años de carrera universitaria, un año de preparación del examen MIR y los 4 o 5 años de Residencia en función de la especialidad escogida.
Aquel que ha decidido ser médico tardará entre 11 y 12 años en ser especialista y, una vez conseguido, pasará el resto de su vida actualizando conocimientos y asumiendo un grado de responsabilidad muy elevado. Con todo ello y con salarios inferiores a los del resto de países europeos que crecen a costa de realizar guardias de 24 horas, extenuantes, no voluntarias y que no computan a efectos de jubilación… seguramente ser médico ya no parezca tan rentable.
Ahora bien, con todas estar particularidades de la profesión médica, hay categorías profesionales que se empeñan, una y otra vez, en
actuar como médicos sin serlo, incluso a veces con la complicidad de las administraciones.
En los últimos años, se han dictado todo tipo de sentencias en torno a esta polémica. Este mismo año, el Tribunal Supremo ha dejado claro que
solo los médicos pueden dirigir un centro de salud. Esto, que debería ser algo indiscutible porque
el médico es el líder clínico, se cuestiona una y otra vez.
En otras ocasiones, el Tribunal Supremo ha dejado claro que
solo médicos pueden ejercer la Medicina Estética e indica que las profesiones y las funciones de médicos y enfermeros en este ámbito no son homologables. Dice, además, que no resulta confirma a Derecho que el Consejo de Enfermería dicte resoluciones en las que el espacio que la Ley reserva a los médicos sea ocupado por un enfermero.
Ginecología y la "violencia obstétrica"
Asistimos, atónitos, a la instrumentación del parto que se está haciendo desde algunos sectores. La
tasa de mortalidad infantil marca, entre otras cosas, el grado de desarrollo de un país, pero -sin embargo- hay determinados colectivos empeñados en afirmar que “es mejor un parto en casa”, olvidando las mil y una complicaciones que se pueden dar durante este proceso y los riesgos que un parto en casa conlleva para la salud del bebé y de la madre. Es más, se ha llegado a poner en tela de juicio la profesionalidad de los especialistas, dando a entender que
un parto con un ginecólogo al mando es más traumático para la madre que uno con matrona, basándose en hipótesis muy alejadas de la ciencia.
Desde algunos partidos políticos y ministerios se acuñó el término
“violencia obstétrica”, poniendo en el foco de la duda el trabajo de los especialistas en Ginecología y Obstetricia. Este inaceptable concepto pretendía describir una supuesta especie de violencia contra la mujer ejercida por parte de estos profesionales, que curiosamente y como dato adicional son, en su mayoría, mujeres. Sobra decir que cualquier decisión tomada por los especialistas en el momento del parto tiene como objetivo evitar complicaciones de madres e infantes y no por un concepto erróneo de violencia patriarcal; al igual que cualquier mala praxis -si la hay- no se puede convertir en un concepto que señale el ejercicio generalizado de toda una especialidad.
A pesar de todo, hay quien sigue aceptando que los ginecólogos ejercen una violencia contra la mujer cuando practican una
episiotomía, pero si se dan complicaciones en un parto en casa con otros profesionales al mando, se resta importancia por tratarse de “un proceso natural”.
En este camino hacia una civilización con un gran avance tecnológico, parece que hemos olvidado que el parto sigue siendo una de las primeras causas de mortalidad en mujeres jóvenes en países subdesarrollados y que resolver una complicación de un parto en un domicilio, sin los recursos ni los medios necesarios, no es tarea fácil. Al contrario, la mayoría de las veces habrá que acudir urgentemente al hospital y esperar que no sea demasiado tarde.
Evidentemente, en los hospitales, con medios, recursos y profesionales cualificados, también surgen complicaciones, pero las posibilidades de que la madre y el bebé salgan adelante en las mejores condiciones son infinitamente mayores que en un domicilio sin profesionales con las competencias exigidas.
Grado funcionarial de Medicina y Enfermería
Otras situaciones incompresibles son que, en Medicina, que tiene bastantes más créditos lectivos que Enfermería, se nos exija una especialización que no se exige a Enfermería; y que con grados de responsabilidad diferentes entre el médico y el enfermero,
se pretenda que ambas profesiones tengamos el mismo grado funcionarial A1.
Desde la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos CESM entendemos que a la Enfermería le corresponda el nivel A1, pero en ese caso, por las diferencias formativas, de especialización, de responsabilidad y competencias,
los médicos debemos ascender a un nivel A1+.
Enfermeras "anestesistas"
En el denso y necesario contexto de las competencias profesionales, el último dislate es que
los profesionales de la Enfermería puedan ejercer de anestesistas tras un curso formativo de 20 créditos y que esto lo defienda un dirigente de la Enfermería ante el Ministerio de Sanidad alegando que en Reino Unido esto es una realidad.
¿Un médico especialista en Anestesiología y Reanimación, que se ha formado en las competencias y habilidades propias de la especialidad durante años, se puede equiparar a un profesional sanitario que ha hecho un curso de 20 créditos?
No es cierto que en otros países europeos se permita que la Enfermería desarrolle funciones que la Ley deja muy claro que requieren la formación y especialización de un médico, y menos que esto se resuelva o convalide con una formación de 20 créditos.
Tampoco es cierto que la Ley permita que cualquiera que no sea médico (en este caso anestesista) pueda ejercer como tal. Y esto es así por el bien y la seguridad de los pacientes.
El anestesista, antes de cualquier cirugía, tiene que conocer al paciente, sus patologías y establecer un plan de anestesia adecuado para él; o
rechazar la cirugía si así lo valora. El anestesista no solo administra la anestesia o la prescribe, sino que durante todo el proceso quirúrgico está pendiente del paciente y de su bienestar, de sus constantes vitales, y es el encargado de despertar al paciente.
Son, además, los profesionales responsables de los pacientes con dolores intratables que no se alivian con los protocolos convencionales. Y todas esas funciones, para las que se han formado durante años, en la sociedad moderna en la que vivimos se pretenden suplir con un curso de 20 créditos.
"La Enfermería es fundamental y necesaria como todas las profesiones sanitarias y tienen todo nuestro respeto y admiración. Trabajamos con ella en equipo a diario por el bien de nuestros pacientes y todos los médicos conocemos el papel trascendental y de cuidado al paciente que desarrolla la Enfermería en la Sanidad. Pero cada profesional tiene su papel, complementarios pero no iguales. La Enfermería no está preparada ni legalmente capacitada para asumir tareas que corresponden al médico".
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Esto no quiere decir que una categoría como la Enfermería no sea básica. Es fundamental y necesaria como todas las profesiones sanitarias y tienen todo nuestro respeto y admiración. Trabajamos con ella en equipo a diario por el bien de nuestros pacientes y todos los médicos conocemos el papel trascendental y de cuidado al paciente que desarrolla la Enfermería en la Sanidad. Pero cada profesional tiene su papel, complementarios pero no iguales. La Enfermería no está preparada ni legalmente capacitada para asumir tareas que corresponden al médico.
Parafraseando al
Tribunal Supremo, diré que
no es conforme a Derecho que la Enfermería ocupe el hueco que corresponde a los médicos por Ley, sobre todo porque no es justo para el paciente que se ponga en peligro su seguridad para abaratar costes, pues en eso se resume una medida que sustituye 11 años de formación mínima por un curso de 20 créditos sin cobertura legal.
Desde la
Confederación Estatal de Sindicatos Médicos CESM vamos a seguir velando para que el paciente reciba la asistencia de calidad que se merece y financia con sus impuestos.
¡¡No sin mi anestesista!!