Si echamos la vista unos años atrás, podemos llegar a sentir vértigo y posiblemente seremos incapaces de reconocernos en aquellos que un día fuimos. Nuestra generación y las cercanas han tenido que asumir grandes cambios en poco tiempo. Cambios a los que la Medicina no ha sido inmune.

Así, antes cantábamos canciones infantiles que mandaban a las niñas “a fregar, planchar o lavar” y las muñecas simulaban ser bebés a los que las niñas tenían que cuidar. Las cocinas llenaban los mundos de las niñas de entonces; mientras que los niños jugaban con pistolas, pelotas o soldaditos que empezaron siendo de plomo y acabaron siendo de plástico. Entre batalla y batalla, los sueños infantiles de los niños se llenaban de grúas y colecciones de coches de policías o bomberos.

Las niñas de entonces crecimos con aquellas familias que nos ordenaban recoger la mesa mientras nuestros hermanos permanecían sentados, hablando con toda naturalidad con el padre de familia y dando por hecho que la limpieza no iba con ellos. Se esperaba de nosotras que fuéramos las cuidadoras cuando nuestros padres fueran ancianos, pues trabajar fuera del hogar era algo para el que se preparaba a los hombres y no a las mujeres, quienes -en muchos casos- abandonarían el trabajo al contraer matrimonio, única forma por aquel entonces de salir del hogar paterno.

Crecimos con los chistes que bromeaban de todo lo diferente: personas con capacidades especiales, personas diferentes, homosexuales o personas de raza diferente, porque todo lo que no era uniforme se rechazaba y se consideraba inferior.

Crecimos con el teléfono unido a un cable en las casas más afortunadas y cabinas telefónicas en las calles; relojes despertadores en lugar de alarmas de teléfonos móviles y conocimos los primeros de estos celulares cuando eran del tamaño de un ladrillo y pesaban como tales, solo servían para hacer llamadas y no tenían conexión a Internet.

Jugábamos en la calle porque era la única forma de diversión y de relación. Conocimos las primeras computadoras, que ocupaban casi una habitación entera, y algunos tuvimos arcaicas consolas y ordenadores que sustituyeron a la enciclopedia en papel que presidía los muebles biblioteca de casi todos los hogares.

El avance de la tecnología


Descubrimos lo que era Internet desde su nacimiento, con aquellos intentos infinitos de conexión.

Quedábamos con los amigos de un día para otro y si alguno se retrasaba o no llegaba, nadie sabía dónde estaba o qué le había ocurrido. La única manera que teníamos de entablar relaciones era presencialmente porque las llamadas telefónicas resultaban muy caras y no en todas las casas había un terminal.

Avanzábamos paralelamente al avance de la tecnología: nos abrumó el mundo de las aplicaciones, la mensajería instantánea, las redes sociales, las llamadas por vídeo, el comercio electrónico, el pago online, y tantas otras cosas.

Y la Medicina no fue inmune a todos estos cambios.


"Hace años, sospechábamos de una gripe por el cuadro clínico del paciente y en raras ocasiones se pedía una prueba para la confirmación del diagnóstico. Actualmente, el paciente nos llega explicándonos que él mismo se ha hecho en casa un test rápido de antígenos de gripe y COVID y hasta te indica el tipo de gripe en caso de que haya resultado positivo".



La Medicina no ha sido inmune a los cambios de esta época. Hace años, sospechábamos de una gripe por el cuadro clínico del paciente y en raras ocasiones se pedía una prueba para la confirmación del diagnóstico. Actualmente, el paciente nos llega explicándonos que él mismo se ha hecho en casa un test rápido de antígenos de gripe y COVID y hasta te indica el tipo de gripe en caso de que haya resultado positivo.

Esto no es la excepción, sino la norma. A día de hoy, el arsenal tecnológico del que disponemos los médicos para obtener un diagnóstico es impresionante y ha evolucionado mucho en los últimos 30/40 años, pasando de la presunción a la confirmación casi instantánea.

Los primeros casos de SIDA se dieron en Estados Unidos en el año 1981 y no es hasta 1996 que la combinación de varios antirretrovirales la convirtieron en una enfermedad crónica: 15 años en los que este diagnóstico suponía una muerte certera en poco tiempo.

En diciembre de 2019 empezaron los primeros casos COVID en China. En marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud declaró la situación de pandemia y en diciembre de ese mismo año se estaban administrando las primeras vacunas contra esta enfermedad en las residencias de ancianos. Es decir, vacunación ante una enfermedad reciente en menos de un año.

La inteligencia artificial y la Medicina


Si miramos atrás, es posible que nos invada la nostalgia, pero no podemos asegurar que “cualquier tiempo pasado fue mejor” porque hace años normalizábamos situaciones que a día de hoy rechazaríamos de pleno y porque en el caso de la Medicina, quizá tampoco haya sido así, aunque es evidente que no podemos reescribir la historia y juzgar el pasado con la mentalidad, contexto y conocimientos del presente.

Tampoco podemos vaticinar que todo lo que nos depare el futuro vaya a sonar en clave negativa. En la imaginación colectiva de la humanidad, el nuevo objeto de terror es la IA, la inteligencia artificial. Solamente tenemos que ver la cantidad de películas en las que se dibuja una IA que destruye al mundo, pero yo creo que esto solo depende de nosotros. Por ejemplo, cuando aparecieron los primeros coches, los herreros disminuyeron en número, ya que los caballos dejaron de ser el medio habitual de locomoción. Y lejos de considerarlo un retroceso, con sus pros y sus contras, fue un avance.

Es evidente que la llegada de la IA va a revolucionar nuestras vidas y que la Medicina no será una excepción. Algunas tareas que actualmente son puramente médicas, pasarán a ser tarea de una máquina, pero hay cosas que, indiscutiblemente, no pueden ser sustituidas.


"Un médico no solo es un algoritmo de diagnósticos y tratamientos. Un médico, como decía el médico, fisiólogo y biólogo francés Claude Bernard, “cura a veces, alivia a menudo y consuela siempre” y eso es algo que la tecnología no podrá quitarnos: la relación con nuestro paciente".



Un médico no solo es un algoritmo de diagnósticos y tratamientos. Un médico, como decía el médico, fisiólogo y biólogo francés Claude Bernard, “cura a veces, alivia a menudo y consuela siempre” y eso es algo que la tecnología no podrá quitarnos: la relación con nuestro paciente.
¿Quieres seguir leyendo? Hazte premium
¡Es gratis!
¿Ya eres premium? Inicia sesión