Si hay un tema que ha dominado la intersección entre
salud y deporte esta semana ha sido el caso del
misterioso remedio que se ha aplicado al jugador del Atlético de Madrid Diego Costa para que pudiera jugar ayer la final de la Champions League frente al Real Madrid, después de una lesión sufrida en el último partido de la Liga.
Gonzalo Suárez, en
El Mundo, habla de
La curadora de la placenta de yegua y sus 114 ‘milagros’, una farmacéutica serbia especializada en la rápida recuperación de deportistas con su tratamiento a base de descargas eléctricas y
un gel que, según se dice, contiene placenta equina. Según explica Suárez, Costa acudió a la consulta de
Marijana Kovacevic, en Belgrado, para recibir un tratamiento solo de descargas eléctricas, algo que también hace el equipo médico del club, para “dar un plus de confianza” al jugador, según fuentes del Atlético de Madrid. ¿El resultado? El delantero
se retiró a los nueve minutos de comenzado el encuentro.
Por otro lado,
ABC recoge la última edición de la conferencia de innovación MIXiii, que ha tenido lugar en Tel Aviv (Israel), donde el
Instituto Español de Comercio Exterior ha dado a conocer la
industria biotecnológica española, un sector que pese a llegar tarde a nuestro país se ha desarrollado de forma muy rápida. También han estado presentes las patronales ‘biotec’ Asebio y la de tecnología sanitaria Fenin.
La importancia de esta presencia viene de la
gran tradición emprendedora que tiene el país mediterráneo, con “un ecosistema empresarial y de inversión que genera la creación de pequeñas empresas, que crecen rápidamente y son adquiridas o colaboran con peces gordos de la industria”. Algo que encaja muy bien con el sector biotecnológico español, en el que la gran mayoría de las empresas son de pequeño tamaño.
En otro orden de cosas, en las páginas de hoy del diario
El País se informa de que la entrada en vigor de la Orden de Precios de Referencia puede provocar la
caída en la rentabilidad de un fármaco para el párkinson avanzado, la apomorfina, haciendo que el laboratorio titular decida no comercializarlo, caso que
ya tratamos en Redacción Médica. Son 500 los pacientes que verían peligrar su terapia de mantenerse la Orden como está.