Me gustaría contar mi experiencia cuando era MIR de Medicina Familiar y Comunitaria (2011 – 2015) en la Gerencia de Valladolid. Escribo estas líneas con el fin de poder dar contestación a las preguntas que ustedes se plantean y poder desmentir aquello que sería lo correcto y normal para un MIR. Pero no es nada más que una ilusión.

Fueron 4 años en los que todos los días hacía algo mal, y claro todo eso tenía sus repercusiones malas sobre mí, en vez de intentar, por parte de los tutores, de ayudarme en aquello en lo que fallaba.

Vamos a empezar diciendo que entramos 21 residentes. Era la quinta por lista en escoger Centro de Salud, pero pasé a la decimoquinta porque tenían que pasar antes que yo los MIR extranjeros no comunitarios. Por tanto me queda un centro con una población muy marginal. Al incorporarme en mi centro de salud nadie me dio una acogida ni me explicó el funcionamiento del centro, es decir, me tiraron a los “leones” directamente.

Allí me mandaron tareas de tomas de tensión arterial e ir a por folios. Para ellos no era un médico sino secretaria o celadora. Me cambiaron de tutor en el centro de salud y para él ni existía. No hacía seguimiento de mi supuesta formación, y nunca me ayudó, ni me corrigió las sesiones clínicas que tenía que exponer. En ningún caso respondía a las dudas que yo le formulaba, y en los momentos (cuando era R4) que le decía: “Eso yo no lo hago”. Le explicaba que eran barrabasadas para el paciente y él lo ponía en conocimiento de la Jefa de Estudios. En ese momento ya sabía que reprimenda la tendrá por parte de la jefatura. También recuerdo las palabras hirientes que me dirigía, aunque el tiempo y los sucesos me dieran la razón. Por otro lado, a la Unidad Docente de Valladolid Éste no les gustaba que fuera a congresos, cursos de Semes. 

Me decían que no era un médico de Familia. De este modo, el resto de mis compañeros que iban a congresos o querían hacer cursos de Semergen, por ejemplo, les daban días de formación mientras que a mí no. Por lo tanto, tenía que realizarlos durante mis vacaciones y días libres. Encima tenía que aguantar que me dijeran: “No sé qué haces aquí, si a ti lo que te gusta es emergencias”. Yo contestaba que no estaría allí si tuviésemos una especialidad, a lo que me contestaban: “ya,  pero estás aquí y tienes que hacer lo que se te pide y lo que se te dice”.
En conclusión, todo esto que relato fue día tras día. Se me usó de mano de obra barata y saco de boxeo, sin formación.

En cuanto al Hospital Clínico Universitario de Valladolid los residentes éramos los que realmente teníamos la carga asistencial, ya que cuando nos incorporábamos a nuestras guardias había pacientes pendientes de ver desde las 8 de la mañana y ya eran las tres de la tarde. Pero no porque hubiese habido una emergencia, sino porque no les daba la gana de atenderlos. Esta situación se ha comunicado a la Gerencia de Valladolid Éste, obteniendo como respuesta: “nosotros no podemos hacer nada”, y solo dedicaban buenas palabras, pero nunca hechos.
Una vez se me ocurrió preguntar algo a un adjunto y me respondió: “yo no soy docente”, entonces yo me pregunté: Pero si estoy en un hospital universitario. Sigo sin entenderlo.

Puedo decir que la mayor parte de la carga asistencial nos la dejaban a los residentes, sobre todo a los de Familia, para que ellos pudieran descansar con sus piernas encina de mostradores, asientos, tumbados en la cama o viendo partidos de futbol, sin tener en cuenta que el residente se iba a la cama a las 6 de la mañana, sabiendo que llevaba viendo pacientes desde las 8 de la mañana. ¿Qué opinarían ustedes si les tuviese que ver u operar un médico que lleva casi 24 horas en pie sin descanso?

Si hablamos del sueldo es algo irrisorio. Los padres de muchos nos tenían que “rescatar” todos los meses, y no solo con los típicos táper de las madres. Yo les decía a mis padres que eran como mi “Angela Merkel” particular, por eso del rescate.

Por otro lado, está el trato que se nos daba en el Servicio de Urgencias de dicho hospital. Yo tengo una enfermedad que me produce un Síndrome de fatiga crónica y no puedo hacer 24 horas seguidas de guardia, pero sí que cumplía con mis horas de residente, pero en vez de trabajar 5 días, 24 horas, trabajaba 10 días, 12 horas. Los adjuntos de Urgencias preguntaban a mis compañeros por qué yo no hacía las 24 horas, pero no por interesarse por mi salud, si no por puro cotilleo, que sirvió de mofa e incluso para decirme que no querían que yo estuviese ahí.

Otro día vino el 112 con un paciente intubado al que estaban dando ambu. Los del 112 me conocían porque sabían que yo quería ser del servicio de Emergencias y hacía muchas guardias con ellos. El equipo de ese día me explicó que el paciente (yo ya era R3 y estaba en Paradas, lo que es el box vital) y me dijeron: “Dale ambu un poco más rápido sin hiperventilar porque ha tenido un TCE severo”. Llegó el adjunto que debería haber estado allí, y me dijo delante de todos y gritándome: “Quita, no ves que lo estás hiperventilando”. Le dio un manotazo al ambu que salió despedido y también a mi mano produciéndome un hematoma. Cuando no había nadie le dije que fuese la última vez que me trataba así. Empezó a “despotricar” contra mí, mientras me llevaba a un despacho donde me dijo: “Te prohíbo entrar en paradas en todo lo que queda de guardia”.

Eran las 10 de la mañana, pregunte en otros Servicios si podía estar allí aprendiendo a lo cual me dijeron que no. Por lo tanto, me tuve que pasar todo el día en la puerta de Paradas, para que no pudieran decir que había abandonado mi puesto de trabajo. Lo notifiqué al Gerente del hospital, Jefa de Estudios de AP, a mi tutor, y al Viceconsejero de Sanidad de CyL, sin hacerme caso, solo el Gerente me dijo: “¿Te sentiste muy sola, verdad?”. Cuando dije que iba a denunciar me amenazaron con no acabar mi residencia, ante lo cual hice mis maletas, avise a mis padres, y fueron desde Madrid por la mañana a Valladolid y se volvieron por la noche, con el fin de arroparme, y evitar mi renuncia porque ya iba a pasar a R4. Cuál fue mi sorpresa que al expulsarme de Paradas, se hizo extensible al resto de los días y al resto de algunos adjuntos de Urgencias. Entonces se lo pedí por escrito, y la Jefa de Hospital de ese día (una cirujana) me llamó diciéndome: “Menudo problema tengo yo en llamar a seguridad para que echen a un residente al que le digo que se vaya”.

El médico responsable de la formación de los residentes de otra especialidad (pediatra) llamó a mi Jefa de Estudios para preguntar sobre mi situación. 

Le dijeron al médico con el que tuve el problema, que me evaluase, y por supuesto me suspendió, asique tuve que hacer siete  trabajos con un mes de antelación en vez de dos meses, anular mis vacaciones y el billete de avión, con la consecuente pérdida de dinero.
Esa fue mi formación, esa que es tan cara.

Otro día, vi que la medicación del  maletín naranja del cuarto de paradas con el que nos bajábamos a la TAC con los pacientes llevaba 2 años caducada (menos mal que yo precargaba mi medicación e iba conmigo). Se lo dije a los adjuntos de Urgencias por 2 veces, y el único que me contestó fue para decirme: “Buah, yo paso”. Se lo dije a Enfermería y me contestaron que eso era tema de medicina. Se lo dije a mi tutor y a la Jefa de Estudios ambos me comentaron: “Te querrás estar quieta”. Para echarse las manos a la cabeza.

Al principio éramos 21 MIR y terminamos 9 por éstos motivos. Con lo cual espero responder a la pregunta de que no hay suficientes residentes, los que se fueron es porque renunciaron por estas prácticas.

Fueron 4 años de agonía para mí, 365 horas, 7 días de la semana, 24 horas, hasta el punto de adelgazar 15 kilos en menos de 3 meses. Mi familia me preguntaba: “Pero hija, tu dónde estás, ¿haciendo la residencia o en Alcatraz?”

Que quede bien claro, que esto lo estoy escribiendo muy serena desde mi casa, y lamento informar a esa “gente” que no me quitaron mi pasión por la medicina, que me dedico a lo que realmente me gusta, que ya no me pueden tapar más mi boca, porque ahora grito y la gente me oye. No como me ocurría entonces. Soy humana con sentimientos y nunca he tratado ni trataré así a un residente, estudiante porque son nuestra continuación.




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