A principios de enero se hará público lo que ya es un clásico informativo:
España volverá a ser el país del mundo con mayor índice de
donación de órganos de personas fallecidas, en este caso por 26º año consecutivo y además y de nuevo con
cifras récord de donación por encima de 45 donantes pmp, y de trasplantes con más de 5.000, algo que nos habíamos planteado como objetivo para el 2020. Ya superamos el cuarto de siglo liderando este
ranking de solidaridad, algo sin parangón en cualquier otro campo de la medicina o de la vida española en general, salvo que incluyamos el
flamenco o las
corridas de toros.
No voy a incidir en las razones de este éxito colectivo basado en la generosidad de la población, la solidez de nuestro
Sistema Nacional de Salud y nuestro modelo organizativo con la pieza clave del coordinador de trasplantes, pero merece la pena resaltar alguno de los múltiples ejemplos que han hecho posible alcanzar esta situación idílica.
La Rioja es la comunidad española más pequeña, con poco más de 300.000 habitantes. Tiene un espléndido sistema sanitario con un hospital de referencia:
San Pedro, en
Logroño entre los más modernos de España. Sin embargo, su escasa población hace que determinados servicios como las cirugías complejas se referencien a las comunidades vecinas (
Aragón,
Navarra o el
País Vasco). Este hecho sirvió durante mucho tiempo para justificar por qué en La Rioja había muy pocos donantes de órganos ya que por ejemplo los
accidentes de tráfico o las
hemorragias cerebrales se trataban quirúrgicamente fuera y en caso de fallecimiento y donación de órganos, ésta se producía en otra comunidad.
El caso es que La Rioja solía situarse en último lugar por índice de donación con tan solo uno o dos casos al año, que referido a su población significaban 3,5-7 donantes por millón de habitantes (pmp) frente a los 33-34 que a principios de siglo tenía España (en 2016 fueron 43,8 donantes pmp).
Pero en 2004 se hace cargo de la coordinación de trasplantes un joven médico intensivista: el Dr.
Fernando Martínez Soba con una visión completamente distinta de la donación, una perfecta imbricación con los médicos que trabajan en el
servicio de urgencias y un estricto control de todo lo que ocurre en el hospital. El resultado es que la donación en La Rioja pasa en los años sucesivos a 20,4, 30, 35,5 y …74,2 en 2007, cifra jamás alcanzada por ninguna otra comunidad y que la colocaron
a la cabeza de España y por tanto del mundo ya que el liderato de España en este cuarto de siglo ha sido incontestable.
Desde entonces, La Rioja ha estado siempre en cifras similares, por encima de los 50, en los primeros lugares del ranking estatal de solidaridad, y sin
neurocirugía, lo que realmente bordea lo increíble. Para entender mejor lo que significan estas cifras, en
Alemania la cifra de donantes es de 10,6 o en la
Unión Europea de 21,5: es decir por cada donante de órganos en Alemania, en La Rioja hay 5 - 7 o por cada donante en la Unión Europea en la Rioja hay 2 - 3. Unas diferencias como se ve, nada sutiles.
Evidentemente no ha ocurrido en esta comunidad una epidemia de generosidad ni nada parecido. Los ciudadanos son los mismos cuando estaba a la cola de las 17 CCAA que cuando alcanzó el liderato. Lo único que ha cambiado ha sido la organización: una
centralización de la donación en la UVI, liderada por una persona providencial, con una perfecta coordinación con el servicio de urgencias que hace posible la detección de todo
donante potencial que antes se estaba desestimando erróneamente y su materialización en una unidad de cuidados intensivos perfectamente preparada y concienciada para ello.
Esta forma de actuar nos sirvió de ejemplo para trasladarla al resto de España. Los acuerdos con la
SEMES nos llevaron a formar a más de 8.000 urgenciólogos de las 17 CCAA en la última década y a fecha de hoy nada menos que la cuarta parte de nuestros donantes han sido detectados en los servicios de urgencias que se han convertido en un elemento imprescindible para nuestro
sistema de trasplantes. Un ejemplo más de cómo una pequeña institución, en este caso la coordinación de trasplantes de La Rioja, íntimamente imbricada con la ONT y la SEMES, puede cambiar la sociedad y en este caso
salvar anualmente miles de vidas.