Según ha publicado recientemente el New England Journal of Medicine el Congreso de los Estados Unidos se enfrenta a un dilema que puede resultar ilustrativo para Europa en un contexto político en el que parece incontenible el crecimiento de las políticas conservadoras y el deterioro de los estados de bienestar.

El hecho es que los líderes republicanos del Congreso USA, con Donald Trump y Elon Musk a la cabeza, proponen que el sistema Medicaid se vea afectado directamente por el paquete de recortes impositivos de 4,5 trillones de dólares que han previsto para los próximos 10 años. Concretamente el sistema Medicaid perdería en este periodo nada menos que 880 billones de dólares de su presupuesto.

Para hacernos una idea aproximada de la magnitud del problema hemos de considerar que Medicaid ofrece cobertura sanitaria integral y asequible a más de 72 millones de estadounidenses de bajos ingresos, que cubre alrededor del 40 por ciento de los gastos sanitarios de todos los nacimientos en Estados Unidos así como los de más de un tercio de las personas con discapacidad, el 44 por ciento de los originados por los niños con necesidades especiales de atención sanitaria y el 63 por ciento de los procedentes de los ingresados en residencias de ancianos. Financia más del 60 por ciento del gasto en servicios y soportes de atención a largo plazo y casi el 70 por ciento del gasto en servicios domiciliarios y comunitarios.



"En un contexto de crecimiento ostensible de las propuestas neoliberales de marcado signo conservador y autoritario deben encenderse las luces de alarma ante los riesgos que corren los sistemas democráticos"




Medicaid es vital para las comunidades rurales. También es fundamental para los miembros de grupos raciales y étnicos marginados, que incluyen a las personas negras, hispanas e indios americanos o nativos de Alaska menores de 65 años. 

Si finalmente se llevan a cabo estas propuestas de recortes los estados deberían escoger entre tres opciones dolorosas. Podrían aumentar drásticamente los impuestos sobre la renta y las ventas; recortar los presupuestos para la educación infantil y secundaria y la educación superior, que representan en torno al 43 por ciento del gasto propio de los estados, o recortar sus programas de Medicaid reduciendo la elegibilidad, restringiendo los beneficios, dificultando la inscripción y renovación de la cobertura para las personas afectadas y reduciendo las tasas de reembolso de los gastos hospitalarios.

En este último caso, muchos niños de bajos ingresos y sus padres, personas con discapacidad y adultos mayores podrían dejar de estar asegurados y tendrían que renunciar a los cuidados necesarios. Lo que perturbaría seriamente los sistemas de salud, especialmente en las zonas rurales, donde los hospitales y otras organizaciones sanitarias ya operan con márgenes muy estrechos de recursos.

La esperanza de que este panorama de crueles recortes que afectan a los más desfavorecidos no llegue a ser una realidad irreversible radica en que, según datos recientes, más de las tres cuartas partes de la ciudadanía de los Estados Unidos de América, incluido el 63 por ciento de los que votan republicano tienen una opinión favorable de Medicaid y que la mayor parte de la población parece oponerse a que se recorte la disponibilidad presupuestaria de este sistema de soporte social y sanitario. Esta opinión pública negativa y su posible repercusión sobre las intenciones de voto en posteriores procesos electorales puede hacer que los miembros del Congreso y del Senado estadounidense se lo piensen dos veces antes de dar luz verde definitiva a estas políticas antisociales.

Sea cual fuere el resultado final de este dilema político no podemos permanecer ajenos e insensibles a unas iniciativas que, en el caso de los Estados Unidos, atacan directamente el ya escaso soporte social que tienen sus capas poblacionales más desfavorecidas.

Los estados de bienestar europeos nacidos tras la Segunda Guerra Mundial no tienen un futuro garantizado. Las amenazas que se ciernen, no ya sobre su perfeccionamiento, si no sobre su supervivencia, son cada vez más potentes y próximas. En un contexto de crecimiento ostensible de las propuestas neoliberales de marcado signo conservador y autoritario deben encenderse las luces de alarma ante los riesgos que corren los sistemas democráticos y las políticas dirigidas a potenciar un reparto más equitativo de los recursos sociales y, dentro de ellos, los sanitarios.

Europa occidental como supuesta isla de bienestar y paz está cada vez más en peligro ante los ataques que, en los tiempos actuales, provienen tanto del este continental como del otro lado del Atlántico.