Javier Leo. Sevilla
La crisis y los consecuentes recortes a la Atención Primaria (AP) han dejado “tocado” el ánimo de los médicos de Familia y de sus pacientes. Dos colectivos que, sin embargo y a pesar de las dificultades, se han unido para defender el actual modelo de sistema sanitario y ahora deben buscar nuevas sinergias para configurar un “frente común” en defensa de la AP. El vicepresidente segundo de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), Juan Antonio Trigueros, valora así las actuales necesidades de los facultativos de Primaria, a los que hace un llamamiento para sentirse “orgullosos de estar a la cabecera” y para “no ver de forma individual los problemas colectivos”.
Juan Antonio Trigueros, vicepresidente segundo de SEMG.
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‘Orgullosos de estar a la cabecera’ es el lema de este XXI Congreso Nacional de SEMG en Sevilla (29-31 de mayo). ¿Por qué se ha escogido esta consigna?
La idea surgió de la sensación general que me transmitían los compañeros. En los últimos años ha cundido la desesperanza, el desánimo, la tristeza, la desincentivación profesional por los recortes y los problemas personales de los pacientes. Sus dificultades para sobrevivir a la crisis también tienen impacto en la sanidad en forma de enfermedades psiquiátricas, dificultades para conseguir medicación, citas y pruebas específicas, problemas para intervenirse, etcétera. Esa especie de bola que ha rodeado a la sanidad, toda esa incertidumbre de iniciativas privadas, ha generado una sensación en el médico de cierto desanimo. En AP todavía se concreta más porque trabajan más cerca del paciente.
Todo eso se había cristalizado en una sensación común de desanimo, de que tu trabajo no era valorado, y eso había afectado al propio convencimiento de la labor del médico. Hemos llegado a pensar que cada vez valemos para menos, cuando es al revés. En estas situaciones de crisis que te mantengas estable, que sigas ahí, es un puntal para la gente que atiendes. Pero es necesario un refuerzo personal para que el médico resista los bandazos de la organización profesional y de la Administración. Algún tipo de idea, movimiento, que refuerce al médico en su compromiso y consiga que realmente esté orgulloso de la importancia de su trabajo. De ahí la idea de estar orgullosos de estar a la cabecera.
Son al mismo tiempo el eje del SNS y a los que más duramente han afectado los recortes. Como médico de cabecera y como representante de SEMG, ¿qué siente ante el mensaje contradictorio de la Administración hacia la Atención Primaria?
Como médico de cabecera, personalmente, noto mucha desesperación y mucha capitulación personal. Es desesperante intentar luchar contra tanta administración. Después de tantos años de pelear a nivel individual, personalmente me siento tocado, así que la campaña de estar orgullosos de estar a la cabecera me viene bien para levantar el ánimo. Como institución tienes otro papel, no puedes tener una actitud pesimista. Hay que coger todas las fuerzas que te quedan para pelear y seguir machacando donde debes hacerlo. Sin embargo, las sociedades profesionales no somos capaces, no hemos encontrado la tecla, para transmitir este mensaje a la población.
Apoyarnos en ellos y que ellos se apoyen en nosotros. No sabemos transmitir esa información, o no sabemos hacerlo o no tenemos la herramienta adecuada. Es fundamental que la gente para la que trabajamos, los pacientes, forme un frente común con nosotros para poner de manifiesto determinados errores que se repiten. Es descorazonador ver que repetimos los mismos mensajes más concentrados con los años: más presupuesto para la AP, más cariño organizativo, presencia de las sociedades en los asesoramientos de las instituciones, etc. Pero estamos viendo que eso es clamar en el desierto en plena crisis.
¿Ha mejorado algo en estos años de crisis o todo ha ido a peor?
Tendría que hacer un gran esfuerzo para ver si algo ha mejorado. Lo único que puedo sacar como positivo ha sido la resistencia que se ha producido a determinadas iniciativas privatizadoras que no me parecen adecuadas. Hasta cierto punto, ha sido muy positiva la entrega de los médicos a la hora de intentar resolver problemas con mucha dificultad que afectaban a todos. El médico no se ha separado del paciente. Ha luchado por él. Se ha unido más como colectivo, se ha sentido útil. En vez de dar un paso atrás lo ha dado hacia adelante.
¿Por qué resulta tan difícil trasladar ese movimiento de unión a la defensa de la Primaria?
La Primaria es un colectivo muy homogéneo en sus características globales, pero no ha habido una educación de defensa de los intereses profesionales. Si que ha habido otro tipo de unidad a favor de la formación, pero la actitud reivindicativa del médico de AP como tal no ha sido muy potente. No se ha articulado bien. Ha habido algunos momentos en los que sí parece que podía haber una respuesta única, pero no hemos sido capaces. Las organizaciones tenemos mucha responsabilidad en ello, tanto las profesionales como las sindicales.
No hemos sido capaces de generar un mensaje único, se ha difuminado demasiado. Como profesional a título individual, el médico de AP acostumbrado a trabajar de una forma muy individual, no jerarquizada, con mucha capacidad de decisión personal, por eso es un profesional difícil de vincular a actitudes reivindicativas colectivas. Cuesta mucho, el médico piensa mucho para sí mismo. Es responsabilidad de todos también, porque a nivel institucional no hemos sido capaces de acercarnos más a nuestros representados y eso ha provocado que el colectivo haya vuelto a hacer una lectura muy individual de los problemas colectivos.
¿Qué esperanza hay con los médicos jóvenes? ¿Seguirá siendo Familia la última opción?
Es un problema crónico con una solución que pasa por muchos años de trabajo, salvo que la Administración decida doblar los sueldos de Primaria. Las nuevas generaciones optarán por la Medicina de Familia cuando recupere parcelas de su trabajo y vuelva a ser el eje fundamental del sistema. Cuando crezca el presupuesto, se pueda atender a la gente en buenas condiciones, tenga tiempo para el trabajo científico, permita desarrollar capacidades, la accesibilidad a pruebas sea mayor y las posibilidades de formación e investigación sean mayores será cuando vuelva a ser una especialidad atractiva para los jóvenes. Pero ahora, aunque la Atención Primaria te guste, todo lo que lo rodea es desalentador. Es necesaria una nueva reforma de la AP con mucho más presupuesto para hacer esto posible.
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