El futuro farmacéutico empezó a escribir relatos breves con siete años
“Septiembre siempre duele”. Podría ser el mantra de cualquier estudiante que tiene que abandonar sus idílicas vacaciones para volver a la universidad a hincar los codos. Pero no es el caso: se trata de un verso del
poemario de Naza Díaz, estudiante de
Farmacia en la Universidad Complutense de Madrid y poeta. El joven, de 27 años, siempre tuvo mucha creatividad para la escritura pero la semilla de sus padres, ambos farmacéuticos, le empujó a tirar por las ciencias. Ahora, compatibiliza sus viajes a recitales poéticos con su grado, que en breves acabará. Haga lo que haga cuando termine, tiene claro que su futuro no pasa por hacer el
FIR: "no veo que me compense personalmente”
“Siempre he tenido esa dualidad. Me ha gustado escribir, desde muy pequeñito he tenido mucha imaginación”, recuerda Naza, que comenzó a crear pequeños cuentos desde que tenía siete años. “Con 16 ó 17 empecé con la poesía, inspirado en esa edad de desengaños amorosos. Luego vas madurando y trabajas en otros temas, aunque siempre es un algo recurrente, con el que la gente se identifica mucho. También de temática social”, reflexiona.
ALUMNO INTERNO
Naza, en cuarto de Farmacia, empezó la licenciatura en el año 2008. Sin embargo, a mitad de la carrera decidió abandonarla por el Periodismo: “Cuando acabé no sabía qué hacer con mi vida y retomé Farmacia”, confesa el joven, que se alegra de su decisión: “La Química y la Biología siempre han sido lo que más me ha gustado, es una fusión bastante equilibrada y práctica”.
Su paso por la facultad madrileña fue toda una experiencia desde el principio “El último año que estuve antes de dejarlo, fui
alumno interno en el Departamento de Química Orgánica ayudando a un doctorando. Ese fue lo mejor que me llevo”, explica Naza, que aún conserva al grupo de amigos que conoció entonces.
Naza Díaz durante sus prácticas en la Universidad.
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FUTURO INCIERTO
“Mi experiencia en la facultad siempre ha sido muy positiva, con un encanto especial. También porque las
prácticas de laboratorio te hacen estar muchas horas allí y se convierte un poco en tu hogar. Cuando era una licenciatura eran más horas aún, ya comías allí y tanto cuando entras como cuando sales es de noche”, recuerda el poeta, al que le gusta esa
vida universitaria y aún no tiene bien definido qué hará cuando acabe su grado: “El
doctorado es una muy buena salida laboral pero es muy sacrificado, te come la vida. Tampoco hay nada que me disguste de las salidas de Farmacia. No me importaría estar en una oficina, ni industria o cualquier otra salida. Me da un poco igual”.
Lo que sí parece tener claro el poeta es que no quiere examinarse para ser farmacéutico interno residente. “El FIR no está entre mis opciones. Tengo algunos amigos de la primera promoción que lo han hecho y están contentos, pero sin más”, expone Naza, que añade: “No es algo que me haya planteado hacer. Tampoco me estimula mucho la
farmacia hospitalaria. Si fuese una oposición de por vida, como cuando salen las plazas de farmacéutico del estado, sí, pero solo cuatro años…”.
Otra de las razonas por las que le tira para atrás es el gran esfuerzo que hay que hacer para no tener el éxito asegurado: “Tampoco es un examen que entres fijo, no tiene un porcentaje malo porque no se presenta muchísima gente. Pero invertir, por ejemplo, tres años de tu vida en algo que te va a reportar seguro solo cuatro años de vida laboral, no sé...".
"El doctorado es una muy buena salida laboral pero es muy sacrificado, te come la vida"
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AUNAR CIENCIA Y POESÍA
Naza, que ha bebido de autores clásicos como
Pablo Neruda o Gustavo Adolfo Becquer cree que la ciencia aporta otra perspectiva sobre la vida y es “muy útil para la poesía”: “Al contrario de la novela, vive más de la inmediatez, no tienes necesidad de una rutina o una metodología. No tienes que obligarte a escribir diariamente. En poesía es diferente. En cuanto tienes una idea la recoges y luego la vas dando forma. Es algo menos comprometido”, razona el poeta, que admira a otros coetáneos como Luna Miguel o
Escandar Algeet.
El futuro farmacéutico, al que muchos de sus compañeros de facultad acompañaron en la presentación de su libro de poesía, saca tiempo durante sus viajes para llevar adelante su grado: “He hecho recitales fuera de Madrid, como en Barcelona, Valencia o León. Pero bueno, siempre en fin de semana y, si hace falta, estudio por el camino”, añade el joven, amante de la naturaleza y la fotografía.
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