El final del verano marca para muchos el principio de un descanso forzoso sin fecha de caducidad.
Como cada año, con el final de los meses de verano llegan también las vacaciones forzosas para miles de profesionales sanitarios. Empieza así un periodo de incertidumbre en el que barajan opciones como seguir formándose para adquirir más puntuación en la bolsa de empleo, esperar a que su teléfono vuelva a sonar con una oferta e incluso hacer las maletas y salir fuera de España en busca de opciones laborales. Pese a que este año se han realizado entre julio y agosto 67.215 afiliaciones nuevas a la Seguridad Social en Sanidad -5.000 más de las registradas un año antes-, el
tipo de los contratos no ha cambiado y sigue dibujándose una clara temporalidad sanitaria, guiada por una estacionalidad que hace que tras el verano muchos se enfrente a un curso incierto.
Es el caso de
Carmen, enfermera de un centro madrileño que tras graduarse en junio comenzó con su práctica profesional. En concreto, firmando dos contratos consecutivos: uno del 16 de junio al 31 de agosto y otro del 16 al 30 de septiembre. “Empecé antes que otros porque este año han obligado a la gente a cogerse vacaciones en junio. A mí
en vez de hacerme un contrato continuo, me hacen dos, con sus dos finiquitos. “, explica en conversación con LA REVISTA de
Redacción Médica.
Esta enfermera madrileña tuvo que pedir libre el 22 de junio para asistir a su propia graduación, ya que había comenzado a trabajar con su primer contrato el 16 de junio, adelantando incluso la recepción del título universitario para poder empezar. La planificación está pensada para que
sustituya a una de las enfermeras de vacaciones cada 15 días, aunque a efectos de contrato es como si fuera uno normal con el cien por cien de su jornada.
"Yo he tenido suerte por tener un 100% de jornada, pero hay contratos de dos semanas al 20% y otras dos al 30%, por ejemplo"
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En su misma situación están los más de 60 compañeros que este año han terminado su grado y que han firmado contratos de sustitución para este verano, pero que al agotarse éste no tienen ninguna certeza. “Estamos todos igual, unos empezaron el 1 de julio y terminaron el 30 de agosto, aunque
normalmente han sido contratos del 1 de julio al 30 de septiembre. Yo estos quince días no tengo contrato por haber empezado antes, y hasta que empiece el siguiente, que
es de 15 días al cien por cien y que en realidad es lo mismo que uno de todo el mes al 50 por ciento de la jornada. Pero ninguno de mis compañeros sabe nada más allá de ese periodo”, expone.
Dentro de lo complicado, Carmen asegura que ha tenido suerte porque ha firmado por un cien por cien de jornada, puesto que hay gente que ha firmado sólo para julio y septiembre, con agosto colgado, o han trabajado tres meses pero en sitios como la UVI, donde
ofrecían contratos al 20 por ciento dos semanas, al 30 por ciento otras dos, o un 80 por ciento durante agosto -esto supone que si el contrato es del 30 por ciento, por ejemplo, el sanitario debe ir a trabajar todos los días y cubrir ese porcentaje, lo que materialmente son dos horas de trabajo-. “No se firma un contrato de tres meses. En algunos casos se termina uno el 30 de julio, en agosto se firma otro con un 50 por ciento y en septiembre vuelves a firmar otro”, dice la enfermera.
Tapando huecos
La distribución de enfermeros por unidades y meses corre a cargo de los supervisores de planta, que organizados con los responsables de personal, cubren las vacaciones de los ‘titulares’ con estos contratos temporales durante el verano. A Carmen se lo dijeron ya en junio, y su segundo contrato es en otra planta y con otro supervisor diferente al que ha tenido hasta ahora. Como en todo, Carmen afirma que
hay supervisores que se preocupan más que otros. “La nuestra se ha encargado de que trabajemos tres meses y de que tengamos un verano de dos meses mínimo, pero hay otros que igual no”, defiende.
Muchos contratos de trabajo han terminado al finalizar el mes de agosto.
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Su caso no es muy diferente del de
Marta, otra enfermera madrileña que también ha afrontado su primer verano
con un contrato de sustitución, en su situación de dos meses y medio en quirófano. Sabía que trabajaría del 1 de julio al 15 de septiembre y dónde, pero no cuál iba a ser su sueldo hasta que recibió la primera nómina. “Si tienes un contrato del cien por cien pero de verano, la diferencia con los que tienen un cien por cien el resto del año es que
yo a Hacienda declaro un 2 por ciento, y ellos en torno a un 16 por ciento”, explica a esta revista, añadiendo que en su contrato, pese a ser de dos meses y medio, pone que son 90 días de “periodo no de prácticas, pero como de prueba”.
En este tiempo, ha ido sustituyendo a compañeras de Digestivo, Urología, Cuello y Mama y también en Reanimación, pero admite que
no tiene muchas esperanzas de que vuelvan a llamarla para trabajar una vez terminado el verano.
Tanto Carmen como Marta han decidido que aprovecharán los
próximos meses para formarse. La primera con un título de experto, y la segunda con un máster en quirófano, pero ambas pensando que salvo llamada previa, su próximo periodo de trabajo será seguramente el verano del año que viene. “Tengo pensado hacer el máster porque es lo que me gusta y quiero seguir formándome. Aplicar el máster trabajando y
luego irme fuera unos cinco años para vivir la experiencia, y si no lo he hecho recién graduada ha sido porque en casi todos los sitios
te piden entre 2 y 5 años de experiencia y un nivel muy alto de inglés. Esto lo tengo, pero la experiencia no”, asegura Marta.
Sí a salir de España
Menos claro lo tiene Carmen, quien prefiere esperar un poco a ver si se presentan más opciones, quizás a través de la bolsa de empleo, pero que tampoco descarta marcharse, especialmente en programas de voluntariado. “Este verano he coincidido con otra compañera que salió hace dos años de la carrera y la contrataron cuando terminó, igual que a mí. El verano pasado la volvieron a llamar, y este también, y
así lleva tres veranos. Durante el resto del año han contado con ella un par de veces, pero a lo mejor para bajas de 3 meses, 4 meses…
Tampoco puedes estar esperando a que te llamen para el verano siguiente”, lamenta no sin antes reconocer que la profesión le encanta y tiene claro que quiere ejercerla.
Las dos protagonistas coinciden en que además de echar currículum y de entrar en la bolsa de trabajo, lo fundamental es el boca a boca, que te conozcan y se acuerden de ti para cuando hay una plaza vacante
o una necesidad de servicio. Y apuntan, además, al factor decisivo de “tener un padrino”, algo que no es exclusivo del ámbito sanitario. “Tenemos que
movernos y luego es también suerte, ver si te llaman o no. Irte fuera es una opción, pero igual que puedes ganar oportunidades puedes perderlas.
Es todo una incertidumbre”, dice Carmen.
algo diferente para los médicos
La situación de estas dos enfermeras no es diferente de la de otros profesionales sanitarios respecto a la temporalidad, si bien es cierto que entre los médicos
se ha reducido la contratación en verano para sustituciones. De hecho, según explican desde la Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid (Amyts), lo que se ha producido en periodo estival –al igual que en otros años-
es una sobrecarga extra de trabajo para los profesionales, al menos en lo que a Atención Primaria se refiere. Esto se debe al aumento de 35 a 37,5 horas de trabajo de los médicos en la Comunidad de Madrid, por ejemplo, que se han utilizado para intentar cubrir los huecos de los compañeros de vacaciones. De ahí que no se haya barajado la contratación para el periodo estival, lo que no ha impedido las denuncias de los sindicatos, que ven cómo los tres meses de verano son un quebradero de cabeza y un esfuerzo extra de trabajo para los galenos. Y éstos, al igual que el resto de sanitarios, en ocasiones se resignan a ver cómo las vacaciones de los compañeros son el único momento del año en que pueden acceder al mercado laboral.
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