El médico de Urgencias Nelson Montes.
Explica
Nelson Montes que estacionar está complicado en
Motril. "Voy en el coche, pero, hasta que pueda aparcar, tenemos tiempo", dice. Al otro lado del hilo telefónico, su voz suena con cierta ronquera que no parece fruto de un uso desmedido. Tiene, en cualquier caso, facilidad de palabra, y resulta inevitable pensar que eso lo ha debido heredar de su padre. Médico de Urgencias aun con formación
MIR en Familia, Nelson es hijo del inolvidable periodista
Andrés Montes, de cuyo fallecimiento se cumple este año una década y media. Desde un micrófono nos enseñó que la vida puede ser maravillosa, puso a
Michael Jordan a la altura de
James Bond tras el tiro que dio a sus Bulls su sexto y último anillo y, por si eso no fuera suficiente, acuñó para la posteridad el término 'tiki-taka', inspirado por aquel Barça de Rijkaard campeón de Europa. Más allá de los focos y de la fama, más allá, en definitiva, del estruendo, Nelson lo recuerda como “un tío bastante serio” y preocupado por el futuro.
“Le daba mucha importancia a las cosas que consideraba importantes”, resume para
Redacción Médica en una frase de aplastante lógica. “Recuerdo las charlas que nos daba a mi hermano -Orson- y a mí sobre lo necesario que era estudiar una carrera, pero no
Periodismo. Él decía que era mejor ser
médico o profesor para poder tener la vida solucionada con 24 o 25 años”, cuenta. Más allá de eso, reconoce que su padre no fue la persona que más le influyó para estudiar Medicina. Aunque, de alguna manera, acabó haciéndole caso. Hizo el
grado en Medicina y Cirugía en la Universitat de Lleida y, más tarde, se decantó por el
MIR de Familiar y Comunitaria.
“Si mi padre fuera ahora paciente mío, me tiraría una hora echándole la bronca en la consulta de Primaria”, dice. “Él se cuidaba la salud como el que va una vez al año a hacerse la analítica. Era
diabético y le operaron de
triple baipás en 2006, después del Mundial de fútbol y antes del de baloncesto, pero ni cuidaba la dieta, ni hacía deporte ni dejaba de fumar”, rememora. El esfuerzo que se ahorraba en mirar por su salud lo invertía, quién sabe, ante el micrófono que le dio tanta notoriedad y desde el que brindó tantos buenos ratos al espectador.
Gestión del duelo y cuidados paliativos
Andrés Montes falleció en octubre de 2009, tres años después de aquella importante
cirugía coronaria. Nelson cursaba 2º de Bachillerato, y para entonces ya tenía claro que su rumbo universitario y profesional iba a ser el de la Medicina. Y aunque los consejos de su padre no fueran los más determinantes para optar por ese camino, aquel palo emocional sí se convirtió en piedra angular de su trayectoria laboral: “Su muerte marcó completamente mi desarrollo como
profesional médico”, asegura.
“Durante la carrera, en Lleida, tuve la suerte de contar con un
equipo de Paliativos y Oncología muy potente, y en esa etapa aprendí mucho sobre la gestión del duelo y cómo acompañar en lo emocional a las familias de los pacientes. En parte, eso me ayudó a gestionar mi propio duelo, que se alargó mucho”, explica Nelson. Ya en el primer año de su etapa
MIR en el centro de salud de San Fermín, en Madrid, tuvo la oportunidad de poner en práctica esa experiencia: “Siendo R1, hablé con mi tutora y pude abrir una consulta de duelo en el propio centro de salud. Ahí tuve un sitio de independencia para trabajar en ese aspecto que pude mantener durante casi dos años. Recuerdo a personas cuyos duelos duraban ya 15 o 20 años a las que pudimos ayudar para superarlo”.
Ese bagaje convierte a Nelson en voz autorizada para sentenciar que la gestión del duelo es una materia “bastante rica”, pero “llena de carencias” en el ámbito médico: “Gestionar el duelo, en general, y los
cuidados paliativos, en particular, están infravalorados en toda España. Todavía ni siquiera se imparte como asignatura en todas las universidades. Yo tengo compañeros con una formación nula en ese sentido”, lamenta. Es algo parecido, según dice, a lo que ocurre en Medicina con el “
manejo emocional de la enfermedad”, aunque reconoce que en los últimos años se ha hecho un esfuerzo por cambiar la “filosofía” médica en ese sentido.
Carencias formativas y profesionales en la Medicina
Pese a hacer el
MIR de Medicina de Familia, Nelson ha desarrollado prácticamente toda su carrera profesional en el ámbito de las Urgencias, tras estudiar un máster. Hoy trabaja en el
Hospital Santa Ana de Motril con turnos acumulados de guardias. En lo referente a la reciente creación de la especialidad
MIR de Urgencias y Emergencias, se moja: “Veo puntos a favor y en contra. Por un lado, creo que se había convertido en una necesidad. Cuando rotas en Urgencias siendo residente de Familia, no tienes acceso a conocimientos necesarios como el trabajo en UCI. Cuesta que te formen en ciertas aptitudes. Por otro lado, me parece que se va a romper el modelo sanitario que teníamos. El hecho de que en las Urgencias de los centros de salud haya médicos de Familia aporta la visión comunitaria de la Medicina, que tiene muchas ventajas para los pacientes”.
El facultativo también tiene claro qué hace falta para solventar los problemas de
déficit de médicos de Atención Primaria en determinados territorios y zonas de difícil cobertura: “Voluntad política. Desde 2010 ha habido una actitud de acoso y derribo hacia la
sanidad pública y la
Atención Primaria. Cada vez se está financiando peor y tiene peores condiciones laborales, y, así, es imposible que los médicos de Familia que se están formando aquí, aunque sean suficientes, quieran quedarse a trabajar”.
Uno de los grandes hándicaps en ese sentido es, según Nelson, la
inestabilidad laboral: “Cuando terminas la residencia, la gerencia te ofrece en el mejor caso un contrato de un año para cubrir huecos libres. Te dicen que es lo mejor que vas a encontrar, y lo triste es que es así”. Esa situación conduce a “la pérdida de la filosofía” de la Atención Primaria basada en "la longitudinalidad del paciente": "Sin eso, es complicado que ningún profesional de la Primaria esté interesado en trabajar en ese ámbito”, sentencia.
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