Elena Carreras, Jefa del Servicio de Obstetricia del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona; y Ana Monzó Miralles, Jefa de Sección de Ginecología del Hospital La Fe de Valencia.
La iniciativa de modificación de la
Ley del Aborto, puesta sobre la mesa por el Ministerio de Igualdad, ha desatado la polémica en el ámbito político y profesional. El departamento que dirige Irene Montero defiende la
derogación de la Ley Orgánica 11/2015 y, además, permite que las
menores de 16 y 17 años puedan
interrumpir el embarazo sin autorización de sus padres. Dentro de esta Ley también encontramos la legislación de la denominada '
violencia obstétrica', entendida como aquella que ejerce un profesional a su paciente durante el
parto.
Dos profesionales de la
Ginecología explican a
Redacción Médica cuáles son las definiciones en torno a este concepto y su
impacto tanto en
pacientes como en
personal médico. Una es
Elena Carreras, jefa del Servicio de Obstetricia del
Hospital Universitario Vall d'Hebron de Barcelona, y la otra es
Ana Monzó Miralles, jefa de Sección de Ginecología del
Hospital Universitari i Politècnic La Fe de Valencia y miembro de la SEGO (Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia).
Carreras explica a este medio que, como profesional, sabe cuándo debe realizar ciertas prácticas, como la
cesárea, porque son necesarias para la salud de la madre y del bebé. No obstante, subraya la importancia de especificar bien el proceso a la mujer "y darle la oportunidad para que viva el nacimiento de su hijo correctamente. Explicándolo así no he encontrado ninguna madre que se niegue a hacerla en toda mi vida profesional".
Sin embargo,
Monzó afirma que
sí se ha encontrado con alguna queja por parte de algunas pacientes
sobre su desempeño profesional. "A todas las he contestado honestamente y de forma personalizada, explicando mi actuación y
pidiendo disculpas cuando ha sido necesario", destaca la médica de La Fe.
"Recibir un
trato irrespetuoso y abusivo durante el parto, humillación profunda y abuso verbal, violaciones de la privacidad o procedimientos médicos no consentidos", son algunas de las acciones que aún sufren las mujeres en el proceso del parto, según la propia
Organizacón Mundial de la Salud (OMS). "Es
absurdo decir que es un
concepto erróneo cuando la
OMS y el Consejo de Europa lo han aceptado", apunta Carreras.
'Violencia obstétrica cero'
Las
prácticas más criticadas son la
cesárea o la
maniobra de 'Kristeller'. Actualmente, hay discrepancias sobre si realmente se realizan o no estas
prácticas de forma correcta en los hospitales de nuestro país. En este sentido, Carreras asegura que, como profesionales, "no hay conciencia de ejercer violencia obstétrica, pero
en el fondo sí la estamos ofreciendo".
Además, señala que "algunas cesáreas o episiotomía de más, seguro que se han realizado o, por ejemplo,
la maniobra de 'Kristeller' se sigue realizando. Si no somos capaces de ver que esto lo
debemos mejorar, tenemos muy poca capacidad de autocrítica y voluntad de mejora en cuanto a la asistencia en sí de las pacientes. En el trato directo, si alguien
se pasa con las palabras, también
debe ser corregido", considera.
Por su lado,
Miralles comparte un punto de vista diferente al de Carreras, afirmando que, en el ámbito de la
Sanidad Pública, no se llevan a cabo estas prácticas. "Todas las intervenciones médicas en el parto están debidamente indicadas y justificadas. Inducciones y cesáreas tienen indicaciones muy claras y son
realizadas según protocolos basados en la mejor evidencia disponible, que son revisados y actualizados cuando se dispone de nuevas evidencias o conocimientos", subraya Miralles.
Asimismo, explica que el proceso del
parto puede durar muchas horas y, en ciertas ocasiones, se deben
tomar decisiones con una mayor
rapidez, "como la instrumentación de un parto o la realización de una episiotomía, siempre basadas en la experiencia del obstetra y con la
única intención de garantizar la seguridad de las mujeres y de sus bebés", asegura la ginecóloga.
El problema radica en la comunicación entre profesional y paciente
Ambas profesionales comparten en que
la comunicación o la falta de información son algunas de las causas donde
radica este problema. "No dudo que haya mujeres que han tenido una mala experiencia en su parto, pero no se puede generalizar. Es
necesario que la
información a las pacientes venga de
fuentes capacitadas, profesionales y rigurosas. Con una
información sesgada o con falta de veracidad, las mujeres
embarazadas pueden tomar decisiones que las pongan en riesgo por no aceptar una intervención médica", garantiza Miralles.
Paralelamente,
Carreras considera que el problema está en la comunicación, "tenemos que
escuchar las demandas de las mujeres y las
mujeres deben de escuchar lo que, como
profesionales y expertos, les sugerimos. Pero esto
requiere un diálogo y los profesionales nos lo tomamos como una agresión directa sin escuchar la razón de fondo".
Formación como protocolo de actuación contra la violencia obstétrica
El pasado 12 de agosto,
el Ministerio de Sanidad firmó un acuerdo para implementar
protocolos de actuación de buenas prácticas en embarazadas, como por ejemplo trabajar en formación y sensibilización a profesionales de la salud, mediante la actualización de guías clínicas. En este sentido,
Carreras afirma que han puesto en marcha algunas medidas como
"la cesárea pro-vínculo para que la
mamá pueda estar acompañada durante la cesárea, que pueda ver cómo sale el bebé, que lo pueda coger ella misma si lo desea, esto es lo que hay que conseguir".
Miralles concluye que "estas prácticas ya se están llevando a cabo en el hospital, ya desde antes de la firma de este acuerdo. Por ejemplo, el
contacto piel con piel, la lactancia materna, y medidas específicas para la prevención de desgarros vaginales y protección del suelo pélvico en partos sin episiotomía,
con programas de formación para el personal que asiste partos".
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