Parte del Equipo Docente de la Escuela del Hospital Infantil Virgen del Rocío.
Cuando la
pandemia de coronavirus comenzó hace poco más de un año, los servicios esenciales, como el profesorado de la
Escuela del Hospital Infantil Virgen del Rocío, suspendieron toda actividad. Tras el estado de alarma, estos profesionales retomaron las clases de una forma diferente a la habitual: la
formación se hacía de
manera individual a los niños a pie de cama, no había talleres ni actividades en el aula común y el material requería un estricto
protocolo de limpieza y cuarentena.
"Nos dividimos las plantas, y
diferenciábamos entre zona sucia y zona limpia. Medicina Interna era sucia y lo hacía solo
Laura, que es auxiliar de Enfermería. A primera hora conocíamos a los niños si había de nuevo ingreso, preparábamos el material e ibamos a las habitaciones. Al cambiar de habitación recogíamos el material, desinfectábamos y lo poníamos en cuarentena", explica a
Redacción Médica Paco Díaz, uno de los tres profesores de Educación Especial que, junto
Laura Jandrina, gestionan la escuela del centro hospitalario.
"Era
doble trabajo y doble preparación, pero el hospital estaba lleno y a
nivel pedagógico necesitaban la formación. Porque aunque muchos ellos tenían la posibilidad de conectarse a través de classroom, se veían totalmente desconectados de la realidad del colegio. Hemos sido unos campeones y lo hemos superado", relata este maestro.
"La Escuela del Hospital Infantil Virgen del Rocío es el único colegio en el que los niños desean que sea lunes"
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Según explican estos profesionales, las aulas hospitalarias
evitan el desfase curricular que provoca el ingreso hospitalario y permiten que el niño pueda volver a incorporarse con normalidad a su rutina. Sin embargo, más allá del contenido puramente formativo, la escuela es un
espacio social. "Es el único colegio en el que los niños desean que sea lunes", argumentan entre risas Paco y Laura al teléfono. El equipo se termina de formar por las profesoras Cristina Escamilla y Mari Carmen González.
Nueva normalidad y protocolo Covid-19
Por el momento,
no han conseguido alcanzar una nueva normalidad post Covid-19. El pasado mes de septiembre, el equipo planteó un protocolo para agrupar a los
pacientes en diferentes aulas diferenciándolos por cursos -parecido a los grupos burbuja establecidos en el resto de aulas españolas-, pero ha coincidido con una etapa de obras en el hospital por lo que de momento continúan con las clases individuales.
Por suerte cuentan con la 'azotea azul' como
lugar de recreo en el que aprovechan el buen tiempo y la luz para hacer algunas
actividades al aire libre. "Nuestra esperanza es que en el mes de abril podamos retomar nuestra actividad siempre bajo el protocolo anti Covid-19 planteado. Así los niños
podrán retomar las habilidades sociales y que no vivan aislados en las habitaciones", explica Paco Díaz, quien para formar parte del centro, tuvo que presentar un proyecto de aula hospitalaria a la Consejería de Educación que "se queda ahí en el olvido". Cuando le llamaron pensó que era una broma.
"Es un
entorno de integración social, de
desdramatizar un poco la enfermedad donde los niños ven que hay otros que han recorrido ese camino. Los padres también se dan consejos entre ellos". También echan en faltan actividades con entidades culturales y científicas, como Museo Arqueológico de Sevilla, Museo de Bellas Artes de Sevilla o el Acuario entre otros, que "dinamizan un poco el hospital y se acercan a los niños que no pueden ir a ese tipo de eventos". Este tipo de encuentros
"aportan mucha energía y vitalidad a la escuela".
Taller de alimentación saludable con las dietistas del hospital antes de la pandemia de Covid-19
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Hay niños que llevan tres años ingresados
En una normalidad prepandémica, a primera hora, Laura obtenía los ingresos del día, se repartían y juntos analizaban la evolución de los niños de largo ingreso. A partir de la 10:00 de la mañana, los niños iban llegando a la escuela y los profesores les iban atendiendo. Siempre había uno que se encargaba de aquellos pacientes que no podían moverse por una cirugía u otra patología.
El tipo de ingreso se divide en 3 grupos:
corta estancia (menos de una semana),
media estancia (una semana a 15 días) y de
larga estancia (de 15 días a 1 mes) pero
hay niños que llevan en el Virgen del Rocío incluso hasta 3 años, por ejemplo niños de diálisis que están esperando un órgano. Hay niños que han entrado en primaria y han salido en cuarto de la ESO. "Se viven momentos bastante duros, tanto con los padres como con los niños y cuando hay un
desenlace que nadie quiere es muy duro, pero por otros muchos aspectos es muy gratificante. La alegría que dan. Los niños siempre dan más de lo que reciben", relata Laura, quien reconoce estar "muy contenta" de que se le propusiera formar parte de la escuela. "Los profesores consideraron que tenía el
perfil competencial suficiente, es
una experiencia muy bonita".
"La
marcha de un niño es complicado, es un duelo que hay que trabajar y hemos hecho cursos para trabajarlo", reconoce el maestro, "pero bueno, la otra parte es que cuando se van de alta hacemos una fiesta, les damos regalos y cuando tienen revisiones es de obligado cumplimiento venir a vernos a la escuela. También celebramos los cumpleaños, la comunión, navidades...".
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