Samanta Villar posa con su libro en la oficina de la editorial.
Su vocación periodística y cierto carácter inconformista han hecho que
Samanta Villar
haya decidido hablar alto y claro sobre el proceso que le ha permitido ser madre: la donación de óvulos, uno de los métodos sobre los que todavía existe un tabú social que impide hablarlo sin tapujos. Después de haberlo retransmitido en primera persona desde el positivo en el test de embarazo hasta el parto en su propio programa emitido en
Cuatro, ahora aprovecha para dejar constancia por escrito de la experiencia vivida, de las sensaciones experimentadas y de reflexiones algo más íntimas.
A lo largo de 270 páginas, Villar, a punto de volver a la televisión, expone los meses que pasaron entre pruebas médicas, fecundaciones
in vitro y el embarazo en sí, y lo hace con cierto tono de humor en ocasiones y con mucha crudeza en otras, pero con la idea de decir sin censura algo que ha levantado ampollas: que la maternidad es un proceso complejo y que supone renuncias, aunque sea algo tan deseado que te empuje a embarcarte en todo lo que implica un procedimiento como el vivido por ella.
Samanta Villar en un momento de la entrevista.
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Una vez que usted es consciente de que es un poco tarde para iniciar el proceso de la maternidad y se sometes a la evaluación de óvulos, ¿cómo accede a toda la información? ¿Es accesible?
Yo creo que cuando entras en contacto con un médico o una médica sí que es accesible. Lo que pasa es que la información solamente la tienes en el ámbito sanitario. Entonces hay un problema de tabú social, porque en la sociedad no se habla, y hay un problema ahí como de trauma de muchas mujeres por este silencio. Pero médicamente yo creo que sí, a mí me la dieron muy bien.
Es cierto que yo desde el principio ya fui a clínicas privadas porque tenía prisa y sabía que había una lista de espera en la Seguridad Social y que se me iba a pasar el arroz en ese sentido, porque ya tenía 38 años, o sea que dije: “Ya la Seguridad Social no tiene nada que hacer conmigo, a partir de los 40 me van a decir que se cierran las puertas y luego encima no hay una donación de óvulos o de semen en la sanidad pública, así que lo tengo mal”. Y ya me volqué desde el principio en la privada, me explicaron los diferentes pasos que podíamos seguir y fuimos siguiendo uno a uno. Inseminación me dijeron que ya era complicado por mi nivel hormonal, por mi reserva de óvulos. Hicimos un primer intento
in vitro con mis propios óvulos que falló bastante prematuramente… Entonces ya fuimos directamente a la ovodonación. Fue fácil acceder a la información, a los precios… Todavía ahora estoy un poco confusa con los plazos, no acabo de tener claro el tema de los tiempos, pero los métodos sí que eran muy claros.
¿Ha hecho una estimación o cálculo de lo que le ha supuesto al final ser madre, económicamente?
No, no tengo hecho el cálculo.
Es un proceso caro…
Sí, a mí lo que más me asombraba era que te devolvieran el dinero si no lo conseguían. Hay muchas clínicas que te cobran, pongamos 10.000 euros por una
in vitro y si no lo consiguen te devuelven 7.000. No el 100 por cien porque hay una serie de gastos, pero me impactó mucho porque
no tenía asociadas estrategias de marketing a algo tan sanitario como la reproducción asistida y me choca, me sigue chocando, pero hay un montón de clínicas que lo hacen.
"Cuando salen figuras como yo diciendo que mis hijos son de donación de óvulos, ayudas a normalizar, y eso es importante"
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¿Cree que la sociedad está empezando a prepararse para ver como normales este tipo de procesos de maternidad ahora que la edad para tener el primer hijo aumenta y es más difícil que las mujeres se queden embarazadas de una manera natural?
Yo creo que la reproducción asistida está muy normalizada porque abunda. Solamente hace falta ver la cantidad de mellizos que hay por la calle para darte cuenta de que
in vitro se han hecho un montón. Y la gente ya habla con normalidad de “yo me hice inseminación o
in vitro”… Hay algunas personas para las que todavía es difícil hablar de esto, pero cada vez hay más gente a la que no le cuesta. En cambio, sobre la ovodonación sí que hay un gran tabú. Esto sí que se vive como una gran pérdida, un cierto trauma, y hace falta normalizarlo.
¿Y si damos un paso más, respecto a la gestación subrogada?
Con esto se mezclan varias cosas porque en una gestación subrogada claramente el entorno se va a dar cuenta, porque no te van a ver embarazada y de repente vas a tener un niño. Entonces, yo creo que se animan a contar lo que es porque si no la gente va a pensar que es adoptado y genéticamente es tuyo. Pero hay mucha desinformación por uno y otro lado, algunos casos de gestación de algunos países no está claro que sean limpios del todo, mucha gente cree que la gestación subrogada en realidad es un abuso para las gestantes, un abuso en situaciones de marginalidad, etc. No es cierto que todas sean así. De hecho, a mí me consta que muy buena parte no tiene nada que ver con esto, sino que se busca a madres que ya hayan tenido sus propios hijos, genéticamente ese embrión no es de la gestante sino de una donante, incluso de la madre definitiva, se buscan parejas en situación emocional y laboral o económica estable para evitar situaciones de necesidad, etc.
Cuando conoces esto te das cuenta de que este proceso de materidad es mucho más altruista de lo que crees, aunque hay una compensación económica, que no es desdeñable pero tampoco es un gran negocio para el tiempo que estás y la dedicación física. Entonces te das cuenta de que es mucho más limpia de lo que piensas. Hay mucha gente que no tiene esta información, ahí se mezclan varias cosas que lo hacen complicado.
"Yo destaco todo el rato lo negativo porque como nadie lo hace, siento que es mi obligación como periodista", afirma Villar.
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¿Se podría mejorar de alguna forma, con legislación, con protocolos, con lo que sea, para que se ampliara un poco el abanico de gente que pueda acceder a ella?
Hombre, yo creo que la gestación subrogada se tiene que regular en España porque es una realidad que ya se está introduciendo a través del servicio que te dan otros países. Las parejas españolas están yendo a Ucrania, Estados Unidos, a la India a hacer gestaciones subrogadas. Por lo tanto, es una necesidad que tiene tu población que deberías cubrírsela. Obviamente, si lo regulamos nosotros, además nos evitamos los abusos a las gestantes. Para mí es de cajón que se tiene que regular. Si además el Gobierno asumiera el gasto médico y personal que supone, pues claro, sería ideal. Este es el mundo ideal, ahora a ver qué conseguimos.
Los casos sobre errores de laboratorios en procesos de fecundación in vitro no ayudan a que se popularice el proceso…
Claro, es que vamos a ver, el
error humano siempre existe. Es verdad que se ha mejorado mucho en la trazabilidad de las muestras biológicas para evitar esto, pero
cada X años sale otro caso. ¡Es un drama! Mira, hay una cosa muy interesante en las
in vitros que me han hecho a mí. Cada vez que entra la bióloga con los embriones al quirófano donde te los van a transferir, gritan tu nombre. Entran diciendo: “¡Samanta Villar”!, y yo, al principio no entendía por qué gritan tanto… y luego, indagando como periodista, descubrí este caso en Italia de confusión en el transfer y pensé: “¡Ostras! Por eso gritan mi nombre y lo vocalizan tan bien, para cerciorarse hasta el último momento de que esos embriones que llevan el nombre de la pareja los van a implantar en la mujer correcta y no se van a equivocar. Es una cosa muy rudimentaria pero en realidad muy útil. En mi caso, como era donación de óvulos, me daba igual que se equivocaran de embrión, podía ser de cualquiera (ríe).
¿Ha localizado ya en Wikipedia alguna entrada para el 'duelo genético'?
No lo he vuelto a mirar (ríe), ¿lo miramos? ¡Vamos a comprobarlo, es interesante! Igual como ha salido el libro ya alguien ha hecho la entrada… Fueron como pinceladas que me iban viniendo de ¿qué voy a hacer cuando me pregunten de dónde vienen sus genes? y ¿por qué no puedo conocer yo a la donante? ¿Se parecerán mis hijos a la donante? Son esas cosas que están ahí, pero luego hay un momento en que te das cuenta de que no tienen peso. hay tantas otras cosas que tienen tanto peso que eso se acaba diluyendo y llega un momento que ya se te olvida, cada vez lo piensas menos.
¿Qué se puede hacer, como sociedad, para cambiar un poco lo que llama 'tabú de la infertilidad'?
Llamarle infertilidad es muy duro, y no es exactamente riguroso, porque la
infertilidad no la tienes al 100 por cien,
sigues teniendo un mínimo porcentaje de fertilidad. Por eso se dan estos casos de “me hice una
in vitro y cuando nacieron mis hijos, a los seis meses me quedé embarazada de manera natural”. Es decir, tú no eres infértil al 100 por cien nunca. Llamarlo ‘infértil’ no es riguroso y es estigmatizante. Yo lo llamaría fertilidad reducida o fertilidad diferente, no sé cómo decirlo, porque ahora se llevan así los nombres más suaves.
También es una cosa muy íntima, y es normal que a mucha gente no le apetezca compartirlo todo. Lo que pasa es que si no se empieza a compartir no se normaliza. Siempre va a haber esas dos corrientes, pero sí, obviamente cuando salen figuras como yo diciendo “mis hijos son de donación de óvulos”, ayudas a normalizar y eso es muy importante, creas el referente.
EN CORTO
Libro favorito
No tengo un libro favorito así de cabecera.
Película
'La fuente de la vida', de Darren Aronofsky.
Canción
Como himno adolescente, 'A quién le importa'.
Una ciudad donde vivir
Barcelona.
Una ciudad para viajar
Buenos Aires.
Un objeto imprescindible
El móvil.
Un personaje de su vida
Mi madre.
Un protagonista histórico
Ninguno en particular.
Un lema vital
Tengo la obligación de ser feliz. No el derecho, la obligación.
Un equipo de fútbol
El Barça, pero bueno, de aquella manera.
Algo que le haga feliz
Todo. Soy yo misma, hay que darle la vuelta a la situación siempre, aunque estés en el pozo siempre todo tiene una parte positiva. Fíjate en eso.
¿Conoce el blog de ‘malas madres’? ¿Le ha dado tiempo ya a decir ‘soy una mala madre’?
Es que yo soy mala madre desde el principio porque yo hablo mal de la maternidad. Y eso, para cualquiera es de ser súper mala madre. Yo te destaco todo el rato lo negativo porque como nadie lo hace, siento que es mi obligación como periodista, decirte lo que nadie te dice. Entonces te cuento y te digo ‘toda madre te va a decir que es maravilloso, lo más bonito de tu vida’, y eso es una parte. Ahora te voy a contar toda la otra: es un sacrificio estratosférico. Si te lo pidiera una pareja te parecería intolerable, si te lo hicieran en un trabajo te recomendaría que lo dejaras porque eso es esclavitud. Pero cuando te lo hace tu hijo tú tienes que vivirlo como algo maravilloso. ¡Pero por qué! ¿Por qué hay que vivirlo como algo maravilloso? Si en otros ámbitos sería insoportable, pero es que en este también es insoportable. ¿Por qué no empezamos a hablar más de esto?
Puede ser por la creencia de que como mujer, su fin último tiene que ser ser madre…
Sí, eso es muy machista también, todavía queda ahí esa idea de que, para que la mujer se pueda sentir realizada tiene que ser madre. Y sin embargo, para que el hombre se sienta realizado no importa ser padre. Esto es tic machista, es completamente absurdo.
Respecto a su parto y los problemas que tuvo, ¿realmente considera que hay que cambiar el protocolo médico?
¡Sí! Yo creo que hay que cambiar los protocolos médicos porque en determinadas situaciones
lo que marca siempre el protocolo es intervenir. Con muy buena intención, si yo lo entiendo, pero en mi parte, por ejemplo, que el protocolo marcaba que en 24 horas las prostaglandinas, que provocan la maduración del cuello del útero, si no han hecho efecto se supone que casi seguro no va a pasar nada y nos vamos directos a cesárea. Y yo decía: “¡Pero si no he tenido ni medio dolor ni media contracción! ¿Por qué es necesario hacer ya la cesárea? ¿No nos podemos esperar?”. Cuando ya lleguemos a un límite, rompes aguas, ya no se puede esperar más, vale, entonces sí que tiene sentido hacer una cesárea. Pero hasta ese momento ¿ por qué hay que intervenir? ¿No podemos seguir esperando? Mi cerrazón fue en ese sentido, que yo incluso llegué a dudar de mí misma, pensé ¿me estoy equivocando al esperar? Y sin embargo acerté.
De ahí que esté bastante decepcionada con determinados protocolos médicos, y no lo estaba antes de mi propia experiencia. No sabía que existía, ni me preocupaba, no soy una talibán del parto natural, pero me doy cuenta de que creo que hay un exceso de intervencionismo por parte de los médicos en determinadas situaciones que no requieren más que de espera. El cuerpo humano muchas veces, por sí solo, tiene los mecanismos para llegar a buen puerto en determinadas cosas. Claro, esto lo que me hace a mí ahora es dudar de todo el servicio médico.
Es como ahora, que pediátricamente te recomienden darle vitamina D al niño de manera preventiva. ¿Me tengo que tomar vitaminas de manera preventiva si no tengo nada manifiesto? Estoy un poco… se me ha generado una gran incertidumbre alrededor de ciertos protocolos que me hacen desconfiar de la atención médica y esto es una situación muy dura para una madre. Creo que voy a tener que estudiar Medicina para poder sacar mis propias conclusiones (ríe).
La periodista relata en su libro su experiencia con la maternidad tras diferentes intentos.
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