Omega Mora, médica de Familia y Comunitaria de la Comunidad de Madrid.
Las comunidades
continúan en sus esfuerzos por retener a los médicos internos residentes (MIR) de
Medicina de Familia y Comunitaria una vez que terminan su formación. Con este objetivo, la Comunidad de Madrid no solo ofrece
retribuciones atractivas que parten de los
56.585 euros anuales, sino también la posibilidad de contar con
estabilidad laboral a través de contratos de larga duración. A esto se suma otro indicador importante: las
agrupaciones de profesionales, que son contrataciones individuales en el mismo centro de salud.
A Omega Mora le "apasiona la continuidad asistencial", por eso eligió la especialidad de Familia y Comunitaria, ya que le permite "abordar al paciente desde una
perspectiva global", teniendo en cuenta no solo la enfermedad, sino el
contexto social y familiar. "Es una especialidad versátil, con múltiples salidas profesionales y un gran impacto en la salud de la población", dice a
Redacción Médica.
La residencia la inició en Madrid en plena pandemia del Covid-19 y aunque la recuerda como una "etapa desafiante", destaca el aprendizaje que obtuvo y la "experiencia enriquecedora" que le permitió
desarrollar habilidades médicas, capacidad de adaptación y, sobre todo,
resiliencia. Culminado este periodo, eligió la comunidad madrileña para iniciar su vida laboral por conocer su sistema sanitario y por el potencial que le ofrece en cuanto a
desarrollo profesional.
"También influyó la posibilidad de
incorporarme junto con mis compañeras de residencia en un mismo centro de salud, lo que facilitó la adaptación y reforzó el trabajo en equipo desde el inicio", cuenta. Por eso, Omega destaca principalmente tres aspectos de su contratación: condiciones laborales "más atractivas que en años anteriores", la posibilidad de incorporarse con sus compañeras y un contrato de larga duración con una oferta económica "competitiva". "Estas
mejoras fueron clave en mi decisión, ya que
aportan estabilidad y facilitan la transición de la residencia al mundo laboral", resalta a este periódico.
En cuanto al futuro, sus
expectativas son altas. Quiere seguir formándose y creciendo dentro de la Atención Primaria madrileña, para así "contribuir a mejorar la calidad de la atención a los pacientes y reforzar el reconocimiento del médico de Familia" dentro del sistema. "Aún hay aspectos que pueden mejorarse en
términos de estabilidad y condiciones laborales, pero veo que se están dando pasos en la dirección correcta", señala.
Contratación por reserva de plaza
Sara Vargas, médica de Familia madrileña, coincide con Omega. Ser contratada por la Comunidad junto a tres compañeras fue un factor determinante. "Irte a un centro grande solo, donde faltan muchos médicos, puede
dar un poco de miedo y vértigo al principio. Si te vas con algunos con los que ya has trabajado, al menos vas arropado y sabes con quién puedes contar al principio", puntualiza a este diario.
Para ella, su única opción siempre fue quedarse en Madrid, por eso, cuando le ofrecieron un
contrato de reserva de plaza, no lo dudó. "Estoy ocupando la plaza de otro médico que está en otro puesto, hasta que no quiera volver, no me muevo de ahí", indica. En ese sentido dice estar "muy tranquila" y tiene claro que cuando deba, se presentará a un
concurso-oposición para
obtener una plaza fija en la Comunidad.
Para Sara la elección de la especialidad no fue sencilla, en su radar también estaban
Ginecología y Urología, aunque
primó Familia y Comunitaria por ser "multidisciplinar" y "abarcar muchos valores de la Medicina", atendiendo al paciente "de manera transversal con todos sus problemas tanto físicos, mentales y familiares". "Es una especialidad muy bonita", concluye.
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