Ethan Lindenberger en un momento de su testificación en el Senado.
“Mis padres son un poco estúpidos y no creen en las
vacunas. Ahora que tengo 18, ¿dónde puedo vacunarme?”.
De esta forma el joven estadounidense
Ethan Lindenberger (18 años) daba a conocer su caso a través de un artículo que recorrió como la pólvora las redes sociales. Ahora su testimonio ha llegado al
Senado de los
Estados Unidos, donde ha sido invitado a relatar su experiencia ante el
Comité de Salud.
"Crecí con una madre que cree que las vacunas son peligrosas, y que hablaba abiertamente sobre sus puntos de vista tanto en
Internet como en persona", ha explicado ante la cámara parlamentaria este estudiante de secundaria. "Fue una progresión lenta hasta que empecé a ver las pruebas. Me intrigaba que tanta gente refutara a mi madre".
En ese aspecto ha contado que viendo que su madre se informaba en
Facebook sobre las profilaxis, él decidió hacerlo en fuentes más fiables, como el Centro para el Control de Enfermedades (CDC),
autoridad sanitaria en Estados Unidos, así como en organizaciones de
salud pública y en revistas científicas.
"Mi madre reafirmaba que su posición era correcta porque conocía casos, pero las correlaciones no son lo mismo que la causalidad", ha indicado Lindenberger, para quien "las fuentes que difunden
desinformación deben ser la principal preocupación del pueblo estadounidense".
"Convencer a los padres de que sus hijos corren peligro es la mejor manera de hacer que las personas cambien de opinión", ha expresado. Ante tales afirmaciones, el senador demócrata
Tim Kaine celebró "su espíritu crítico", mientras que el republicano
Lamar Alexander, presidente del comité de Salud del Senado, ha echado mano de la ironía en su particular felicitación al joven: "Me gustaría ser invitado a la cena de
Acción de Gracias en su casa".
No cuestiona el amor de su madre, pero sí su juicio
Cuando decidió vacunarse, Ethan mostró a su madre determinados estudios en los que se corroboraba la seguridad y eficacia de las vacunas. “Su respuesta fue: eso es lo que quieren que pienses”, contaba.
La negación en rotundo de su madre no le ha importado a Ethan ya que él ha comenzado a vacunarse de determinadas enfermedades y, por lo que parece, seguirá haciéndolo. “Ella lo vio como un gesto de rebelión y no miró por mi propio bien ni por el de las personas que me rodean”, argumentaba.
Ahora ya es legalmente adulto (la capacidad de un menor para vacunarse varía según las leyes de cada estado) y la madre no puede impedirle que se vacune. Ella ya no puede controlar la decisión de su hijo aunque sigue intentando convencerlo de que no continúe. Ethan revela que no cuestiona el amor que su madre siente hacia él o hacia sus hermanos, pero sí su juicio.
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