Los sanitarios se han volcado en las
redes sociales dispuestos a ejercer una ardua labor de
divulgación científica en la que, a veces, han recibido un feedback negativo. Como respuesta es demasiado habitual leer
insultos, amenazas y mucho odio. El aluvión de comentarios ofensivos es constante y puede llegar a afectar a la propia
salud mental, es por ello que algunos
médicos deciden tirar la toalla y abandonar plataformas como
Twitter, donde existe gran facilidad para arremeter contra otros usuarios.
Es el caso de
Julio Armas, uno de los facultativos más activos en
Twitter con más de 48 mil seguidores. El médico de Urgencias pone fin a su actividad tuitera y lo hace después de manifestar en un mensaje que era el momento del adiós, aunque agradecía "el buen gesto y cada interacción que hemos tenido estos años por aquí". De forma rotunda ha afirmado: "Dejo
Twitter definitivamente y agradezco a mis seguidores vuestra infinita paciencia". El mensaje, con el que sorprendía a muchos compañeros de profesión, ha acumulado numerosos mensajes de cariño de quienes afirman que echarán de menos su participación activa en esta red social.
En declaraciones a
Redacción Médica, el especialista confiesa que ha decidido abandonar esta plataforma dejando "578
cuentas bloqueadas, que es mucho odio para digerir". Expresa que no ha tenido ningún conflicto concreto con algún usuario en particular, pero que "en esta red social es habitual que cualquiera se haga
un usuario con perfil falso e insulte sin consecuencias". Tras ello, lanza un recado directo a los deben proteger las normas de uso e indirectamente a su dueño,
Elon Musk. "Quién debería censurar el contenido que resulta ofensivo y en ocasiones ilegal ha decidido anteponer intereses económicos al sentido común".
Confiesa que las últimas jornadas han sido "convulsas" y que para afrontarse a la actividad en esta plataforma se necesita "mucha
resiliencia y equilibrio para sopesar comentarios y opiniones destructivas y tóxicas". En su argumento, expone con tristeza que "llega un momento en el que no compensan los esfuerzos positivos" y que la principal motivación de su salida es porque necesita "paz y sosiego, poder comunicar en salud sin arriesgar mi propia
salud mental".
"Cuando la salud mental está en juego, lo más importante es dar dos pasos atrás, tomar decisiones, establecer prioridades y volver a caminar con la cabeza erguida y el corazón tranquilo"
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En el futuro quizá encuentre la motivación para volver, por ello deja "todo el contenido que he compartido durante los últimos años, las
historias de mis pacientes que tanto nos han hecho reflexionar, las opiniones de temas sensibles y toda la
labor divulgativa durante el covid". Asegura que en respuesta a su mensaje de despedida ha recibido "mensajes muy emotivos" que le han hecho dudar de su propia decisión, pero "cuando la
salud mental está en juego lo más importante es dar dos pasos atrás, tomar decisiones, establecer prioridades y entonces volver a caminar con la cabeza erguida y el corazón tranquilo".
Negacionistas y machistas asedian a los médicos
El odio se ha vuelto demasiado común en las
redes sociales donde el intercambio de conocimiento parece haber quedado relegado a un segundo plano. Hace apenas unos días, coincidiendo con el
Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer,
Elena Casado confesaba a este periódico sufrir continuos insultos y faltas de respeto en
TikTok, donde acostumbra a publicar vídeos de divulgación científica.
La anestesióloga explicaba que recibe numerosos comentarios de usuarios muy jóvenes que aseguran que "
las mujeres somos peores profesionales que los hombres solo por ser mujeres". Un
pensamiento machista con el que confesaba quedarse "alucinada".
Otro suceso similar es el de
Alberto García-Salido, intensivista. En este caso, los insultos no llegan marcados por su género, sino por sus consejos sobre
cómo proteger a los más pequeños ante el aumento de casos de bronquiolitis. Los
negacionistas de esta enfermedad respiratoria arremetieron contra el facultativo llamándole "genocida" y acusándole de "querer meter miedo" con medidas de control que no eran necesarias. Una situación que se repite tras la experiencia vivida con la pandemia del Covid-19.
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