Víricö

La numerosa expectación ante una intervención en Gijón abre el debate sobre la posible actitud irrespetuosa de testigos

Un grupo de personas observan la intervención sanitaria en Gijón tras un cordón de seguridad.
Fotografía de la intervención sanitaria en Gijón compartida por @RCPdesdemicole en X (antiguo Twitter).


19 sept. 2023 15:50H
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Efectivos de Salvamento y los servicios médicos atendieron este domingo a un bebé de dos meses que sufrió una parada cardiorrespiratoria en Gijón, cerca de la playa de San Lorenzo, tal y como informó El Comercio. La rápida intervención sanitaria resultó clave para estabilizar al menor, que aún sigue, no obstante, en estado grave, recuperándose en la UCI Pediátrica del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA).

No es, por desgracia, la única intervención de emergencia a la que se enfrentan los sanitarios de los equipos de Urgencias españoles. En plena calle. Expuestos a las miradas de cualquiera que pase por allí. La reciente actuación sanitaria en Gijón no se libró, de hecho, de la atención de numerosos viandantes que, detrás de un cordón de seguridad y a escasos metros de la escena, observaban cómo los médicos y enfermeros prestaban auxilio al bebé. Entre los ‘mirones’ había adultos. Pero también niños. Y he ahí donde Marta Nonide, médica del Servicio de Asistencia Médica Urgente (SAMU) del Principado de Asturias, ha abierto el debate. En una publicación de X (antiguo Twitter), reflexiona: “Una de las cosas más duras de nuestro trabajo es tratar de salvar una vida mientras nos traspasa toda la angustia, el terror y la desesperación de sus seres queridos. No entiendo que haya padres con niños en primera fila. Esas emociones les llegan a ellos. ¿Sabrán gestionarlas?”



El post ha obtenido numerosas respuestas, tanto de profesionales de la Sanidad como de personas ajenas al mundo médico que, en la mayoría de los casos, lamentan la falta de escrúpulos de la sociedad ante escenas como esta. “No les defendáis: la mayoría de la gente que está ahí lo hace por puro morbo (y gracias a que alguno no esté grabando o sacando fotos). No lo hacen “por preocupación”, sino por cotilleo para contar o, simplemente, morbo”, afirma un usuario, y no es el único que alude al uso del móvil en casos similares: “Presencié un atropello justo cuando ya la UVI móvil estaba atendiendo a la chica, una menor. Había mucho lío de tráfico y estábamos los peatones esperando la orden de la policía para cruzar. Un hombre de unos 35 años sacó el móvil y se puso a grabar”, relata otra usuaria.


"La mayoría de la gente que está ahí lo hace por puro morbo, no por preocupación"



Un técnico en Emergencias Sanitarias de Ambulancia hace referencia precisamente a la condición de ‘show’ con la que algunas personas conciben los accidentes y las intervenciones sanitarias: “En atropellos de tren en la playa era usual ver cómo se acercaban adultos con menores para ver el espectáculo. Digo era, porque, por suerte, no he atendido ningún atropello de tren desde hace muchos años. Espero que actualmente la gente sea más educada y considerada”. Para explicarlo, una usuaria habla de una suerte de pérdida de noción de la realidad: “Quiero pensar que no comprenden que está pasando. La mayoría de la gente piensa que las paradas son como en las pelis y que van a sobrevivir. Al que saque el móvil se le corta la mano, ese es el morboso”.

Al margen de las críticas, destaca otra usuaria que trata de buscar explicaciones ajenas al sensacionalismo: “Niños no, pero tampoco creo que algunas personas se queden por morbo (tal y como lo entendemos), sino por tristeza y dolor por saber si esa persona saldrá de esta”. Por último, hay quienes aprovechan la ocasión para optar por la pedagogía: “Yo aprovecho para explicar a mis hijas cómo se sentirían ellas si fuera su familiar o si fueran ellas mismas o si fueran el personal que está trabajando. Hasta unas niñas pequeñas saben la respuesta: no es un espectáculo, vete y déjales trabajar. A ver si los adultos lo entienden”.

¿Molestan las miradas a los sanitarios?


Otra arista del debate tiene que ver acerca de si las continuas miradas de quienes se quedan a ver una intervención de emergencia en un escenario público afectan a la labor de los sanitarios. Daniel Susín, enfermero especialista en Familiar y Comunitaria de Toledo, asegura que no le importan los ‘mirones’, “siempre y cuando no molesten”. Por su parte, un enfermero, también de Familiar y Comunitaria, pero de Córdoba, que prefiere no revelar su nombre, indica a Redacción Médica que no trabaja a gusto en esas situaciones: “A mí no me gusta que me miren. Me pone nervioso que haya gente cerca analizándote. Y encima hay algunos a los que les falta arrodillarse a tu lado”.


"Me pone nervioso que haya gente cerca analizándote mientras trabajas"



He ahí el quid de la cuestión. Nonide, la autora del post que ha iniciado el debate en las redes, añade que, aunque los sanitarios están “acostumbrados a la gente que mira”, es “complicado” trabajar “si interfieren, porque te descentran y te enfadan”. Y a pesar de que entiende que hay quienes actúan “con compasión o preocupación”, existen otros aspectos incomprensibles para ella como “la gente que invade o la presencia de niños pequeños, que pueden no entender lo que ven, más aún cuando hay sangre o familiares gritando”. “Se han llegado a meter en la ambulancia, incluso a seguirnos por las escaleras hasta el domicilio al que íbamos. Por no hablar de los que graban. Una cosa es la impresión y la empatía desde el respeto y las ganas de que todo salga bien, y otra el morbo”, agrega.

¿Restringir una zona de seguridad es la solución?


Para evitar situaciones de esa índole, Susín sugiere que sería bueno “que se acotase una zona más grande para evitar que haya gente de por medio”. Nonide coindice en que, "cuando la Policía puede controlar el lugar, nos ayuda muchísimo", pero considera que, en el fondo, "todo depende más de la educación o de la corrección de la gente": "Se trata de concienciar de que no es correcto invadir el trabajo sanitario ni la intimidad de los pacientes y sus familiares”. Al respecto, advierte de que “la otra alternativa” es “denunciar y multar en casos excepcionales en los que se pone en peligro la atención o se invade mucho la intimidad con grabaciones”.
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