Acceso a urgencias del Hospital Don Benito-Villanueva en Badajoz.
La pasada semana el acuerdo de coalición alcanzado en Aragón entre el PSOE y el Partido Aragonés permitía vislumbrar la que podría ser la
primera Facultad de Medicina Rural de España, una propuesta que tiene como objetivo mejorar la
cobertura sanitaria y paliar la escasez de profesionales en este entorno. En esta línea, los propios estudiantes del
Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM) valoran que los residentes puedan hacer el
MIR en estas zonas rurales, aunque defienden que "se podría ofrecer algún tipo de bonus o reconocimiento" para quienes elijan rotar en este medio. Todo en un intento de lograr que se incentive la
asistencia sanitaria en este tipo de entornos comarcales.
Precisamente un ejemplo de la
precariedad que soportan las
zonas rurales ha circulado por las redes sociales en forma de mensaje de auxilio. Así lo ha compartido una usuaria en su
perfil en la red social Twitter, donde recoge las palabras del Servicio de
Cirugía Ortopédica y Traumatología del
Hospital Don Benito-Villanueva, en Badajoz.
"Vivimos en un sudoku perpetuo de guardias, quirófanos en los que faltan manos, consultas en las que falta tiempo"
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"Es una c
ondena trabajar en un hospital comarcal. Siempre aparecen problemas cuando no te los esperas. Y los recursos son limitados", comienza el mensaje, donde pretenden explicar que "poco a poco nos desvanecemos como servicio". El texto señala que
las listas de espera de consulta y quirófano aumentan y la
plantilla disminuye y recuerda que se ha trabajado muy duro y durante muchos años "para conseguir una
calidad asistencial" y "para que dicha asistencia pueda
llegar hasta el último pueblo de la comarca (que, a pesar de pertenecer a la España vaciada, existe y sus habitantes enferman igual)". Por eso les cuesta creer que "este trabajo esté empezando a no servir para nada".
La situación se ha complicado en los últimos seis meses, en los que han perdido casi un tercio de la plantilla. Para paliarlo, tenían la esperanza de que "con las
cuatro plazas que salían de la oposición de este año, alguien vendría a echarnos una mano. Pero nos equivocamos.
No salió ninguna plaza en nuestro hospital. Nos hemos quejado de la situación y no ha servido para nada".
Los profesionales sanitarios lamentan que "nadie quiere venir a trabajar con nosotros. Los contratos largos no atraen a los que quieren hacer del nuestro un hospital de paso. Los contratos cortos no atraen a nadie", pese a que ellos intentan "como encantadores de serpientes, hacerlo atractivo. Y defienden que lo es, pues "
pocas cosas enseñan más que trabajar en un hospital comarcal", ya que pese a no disponer de los mismos medios que un hospital grande, su empeño es el mismo puesto que "los pacientes son los mismos".
Esfuerzos para intentar ver a todos los pacientes
Las necesidades relatadas les obligan a cambiar la perspectiva cada semana y darle una vuelta a los
horarios para poder ver a todos los pacientes que lo necesitan, "operarlos y ver qué tal ha ido su operación. Su fractura. Su herida. Su dolor. Nunca nos cuadran los números. Mareamos al personal administrativo, a la enfermería, a los auxiliares. Cuando parece que hemos dado con la solución, los números vuelven a comernos.
No es suficiente", se quejan.
Entonces la rueda vuelve a empezar, en lo que definen como "un sudoku perpetuo de guardias, quirófanos en los que faltan manos, consultas en las que falta tiempo". En su esfuerzo, llegan incluso a 'multiplicarse geográficamente'
cubriendo cuatro puntos de consulta separados hasta por 75 kilómetros, pero los turnos, horarios y pacientes no cuadran, y
siempre falta gente por visitar. "Se nos acumulan las reclamacioones por lista de espera. Y
no encontramos a nadie que quiera venir a trabajar con nosotros. Hemos puesto anuncios en todas las plataformas posibles. Estamos solos. Quizá nuestro único consuelo es que en otros comarcales de la región pasa lo mismo. Y tampoco hay solución", afirman en el mensaje.
Por si la situación no fuera suficiéntamente grave, los trabajadores del centro admiten que las
guardias de verano "en nuestra área, que casi triplica su población, s
on peores que las de ahora", de manera que "volveremos a sentarnos. Volveremos a hacer números. Seguimos buscando manos. Pero estamos en un hospital comarcal. Es una condena trabajar en un hospital comarcal. Es una
condena ser paciente en un hospital comarcal", sentencian en su desesperada carta de auxilio.
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