MADRID, 6 (EUROPA PRESS)
El seguimiento multidisciplinar del paciente oncológico permite reducir a casi la mitad los casos de cardiotoxicidad que generan los tratamientos de quimioterapia y de radioterapia, según datos recogidos por la Unidad de Cardio-Oncología del Hospital Universitario Sanitas La Zarzuela.
En concreto, los efectos secundarios adversos aparecen entre el 3 y el 4 por ciento de los pacientes con cáncer sometidos a tratamiento, mientras que solo se dan en el 2 por ciento cuando son seguidos por una unidad de cardio-oncología.
Evitar la cardiotoxicidad no es el único propósito de este tipo de unidad, según su responsable, Santiago de Dios, quien afirma que también se ocupan de tratar otra serie de patologías cardiovasculares relacionadas con el tratamiento oncológico, tales como arritmias (fundamentalmente fibrilación auricular), disfunción diastólica, cardiopatía isquémica, hipertensión pulmonar o pericarditis. "Diagnosticamos y tratamos precozmente gracias a la colaboración de oncólogos, hematólogos y cardiólogos", ha expresado.
Como afirma el experto, la cardiotoxicidad se ha desarrollado en paralelo al avance de la oncología en los últimos años "gracias a nuevos y más efectivos tratamientos que, sin embargo, no están exentos de efectos secundarios".
"Surge entonces la cardio-oncología para manejar y tratar al paciente oncológico, que se encuentra en riesgo de sufrir un agravamiento de su enfermedad en el ámbito cardiovascular por el impacto del tratamiento que está siguiendo". Así, oncólogos, hematólogos y cardiólogos trabajan de forma multidisciplinar para detectar, prevenir y tratar los efectos cardiotóxicos y conseguir así el éxito de las terapias oncológicas.
De esta forma, hay una comunicación permanente entre los médicos, aunque sean de diferentes servicios. "Cuando el paciente precisa revisión, porque así lo pide el oncólogo, el cardiólogo le ve en ese mismo día o el previo a la quimioterapia, para no generar más desplazamientos de los indispensables", ha explicado.
EL PACIENTE TIPO
El paciente tipo de la unidad de cardio-oncología, como ha concretado, es aquel que precisa un tratamiento oncológico (quimioterapia o radioterapia) que presenta potencial cardiotóxico, aunque no sea aún conocido, como, por ejemplo, el derivado de fármacos en desarrollo.
Algunos presentan un alto riesgo, por sus características basales o por el tipo de tratamiento al que se van a someter, y necesitan un seguimiento más específico y estrecho, con pruebas especiales como el test de detección de isquemia y biomarcadores; tratamientos cardioprotectores y control estricto de sus factores de riesgo cardiovascular.
Como informa el doctor, aunque existen otras muchas, la cardiotoxicidad es la principal interconsulta que une a la cardiología con la oncología. "Hay consenso científico en torno a la necesidad de que estas dos especialidades y la Hematología colaboren cada vez con mayor frecuencia, puesto que la mayor supervivencia del paciente oncológico da lugar a patología cardiovascular sin relación directa con el tratamiento quimioterápico", ha apuntado.
Por otro lado, también hay un porcentaje significativo de pacientes que presentan enfermedad cardiovascular previa al tratamiento oncológico, por lo que es necesario "un manejo cuidadoso de su medicación a base de antiagregantes y anticoagulantes", ha detallado.
En concreto, la unidad de La Zarzuela se basa en el trabajo coordinado de tres equipos liderados por los doctores Pedro Salinas (Oncología), Rafael de la Cámara (Hematología) y Santiago de Dios y José Luis Zamorano (Cardiología). "Planteamos consultas muy especializadas y nos apoyamos en la alta resolución para hacer todas las pruebas en el mismo día, fundamentalmente ecocardiogramas, pero también ergometrías, Holter y TAC coronarios", ha concluido.