MADRID, 26 (EUROPA PRESS)
Vacunar primero a los mayores contra el COVID-19 salvará muchas más vidas que dar prioridad a otros grupos de edad, y cuanto más lento sea el despliegue de la vacuna y más extendido esté el virus, más importante será ponerlos en primera línea, según un nuevo trabajo de la Universidad de Colorado Boulder (Estados Unidos) publicado en la revista 'Science'.
Esta investigación utiliza modelos matemáticos para hacer proyecciones sobre cómo se desarrollarían las diferentes estrategias de distribución en países de todo el mundo. La investigación ya ha servido de base para las recomendaciones de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) para dar prioridad a los adultos mayores después de los trabajadores médicos.
"El sentido común sugiere que hay que proteger primero a las personas mayores y más vulnerables de la población. Pero el sentido común también sugiere que hay que proteger primero a los trabajadores esenciales de primera línea (como los dependientes de las tiendas de comestibles y los profesores), que corren un mayor riesgo de exposición. Cuando el sentido común te lleva en dos direcciones diferentes, las matemáticas pueden ayudarte a decidir", comenta el autor principal de la investigación, Daniel Larremore.
En su trabajo, los investigadores se basaron en información demográfica de diferentes países, así como en datos actualizados sobre el número de personas que ya han dado positivo en la prueba del COVID-19, la rapidez con la que se está propagando el virus, la rapidez con la que se están aplicando las vacunas y su eficacia estimada.
A continuación, modelaron lo que sucedería en cinco escenarios diferentes en los que un grupo distinto se vacunara primero: niños y adolescentes; adultos de 20 a 49 años; adultos de 20 años o más; o adultos de 60 años o más (teniendo en cuenta que alrededor del 30% de los elegibles podrían negarse). En el quinto escenario, todos los que querían vacunarse lo hacían mientras había existencias.
En la mayoría de los escenarios, en todos los países, dar prioridad a los adultos mayores de 60 años fue lo que más vidas salvó. "La edad es el factor de vulnerabilidad más importante", afirma Larremore, señalando que, aunque las enfermedades preexistentes, como el asma, aumentan el riesgo de enfermedad grave o muerte, la edad aumenta más la vulnerabilidad. "La probabilidad de morir por COVID-19 es exponencialmente mayor a medida que se envejece", agrega al respecto.
Los autores también señalan que, aunque se cree que las vacunas que se distribuyen ahora tienen entre un 90 y un 95 por ciento de posibilidades de proteger contra la enfermedad grave, los investigadores aún no saben hasta qué punto bloquean la infección y la transmisión. Si no la bloquean bien y abundan los propagadores asintomáticos, lo más sensato es vacunar a los adultos mayores. Si no hay nada más, estarán protegidos personalmente contra una enfermedad grave.
Solo en los casos en los que el virus está controlado y se sabe que la vacuna bloquea bien la infección y la transmisión, tiene sentido pasar a los adultos más jóvenes a la cabeza de la fila, según esta investigación.