MADRID, 11 (EUROPA PRESS)
La exposición al calor a largo y corto plazo durante el embarazo se asoció con un mayor riesgo de morbilidad materna grave, según un estudio llevado a cabo por la Universidad de California y que ha sido publicado en la revista 'JAMA'.
La morbilidad materna grave (MMS) se considera un caso cercano a la mortalidad materna, y se refiere a afecciones graves e inesperadas durante el embarazo y el parto. A pesar de las mejoras en la cobertura y la calidad de la atención prenatal debido a los avances tecnológicos- como la mejor detección y tratamiento de afecciones médicas durante el embarazo y mejor identificación e intervenciones para los factores de riesgo asociados con resultados adversos del embarazo-, la prevalencia de la MMS ha seguido aumentando en EEUU.
La tasa de MMS en 2014 fue casi 3 veces superior a la de hace 20 años. Se han propuesto algunas explicaciones, como la mejora en la identificación de casos y los cambios en las características maternas -como más madres con una edad temprana o avanzada u obesidad-, pero esos factores propuestos no pueden explicar completamente la tendencia al alza de la MMS. Por lo tanto, los investigadores intentaron identificar más factores de riesgo prevenibles para la MMS, como la exposición sensible al clima.
Los episodios de calor extremo de mayor gravedad han aumentado rápidamente en las últimas décadas y se han asociado con resultados adversos en el embarazo. Un estudio reciente identificó puntos geográficos críticos con elevados riesgos de MMS en Carolina del Sur (es decir, clusters de MMS de alto riesgo).
Al diferenciar las características entre las personas con MMS que viven en clusters de alto riesgo frente a las que no viven en clusters, los autores descubrieron que las personas expuestas a calor extremo durante el embarazo tenían más probabilidades de vivir en clusters de MMS de alto riesgo.
Hasta ahora, el calor extremo se ha asociado a muchos resultados obstétricos adversos, como el parto prematuro, la rotura prematura de membranas, el bajo peso al nacer y el nacimiento de mortinatos, mientras que se dispone de pocas pruebas sobre el riesgo de MMS a nivel individual. La identificación de factores ambientales modificables, como el calor extremo, puede ser fundamental para minimizar los riesgos de MMS.
En los últimos años, las afecciones cardiovasculares se han convertido en una de las principales causas de muerte relacionadas con el embarazo. La bibliografía existente ha asociado la exposición al calor extremo con resultados cardiovasculares adversos.
Dada la susceptibilidad de las mujeres embarazadas, también sería significativo investigar las relaciones subyacentes entre el calor y las afecciones cardiovasculares maternas con MMS, lo que podría ayudar a explicar las posibles asociaciones entre el calor y el MMS y orientar una intervención más específica para minimizar los riesgos de MMS relacionados con el calor.
Además, dado que el calor extremo puede estar cada vez más asociado con resultados adversos para la salud materna en el clima cambiante, la identificación de modificadores del efecto como las características maternas u otros factores ambientales proporcionaría información importante para diseñar e implementar intervenciones.
De 2008 a 2018, los investigadores identificaron 425.722 embarazos en una gran cohorte de embarazos de Kaiser Permanente Southern California (KPSC), una organización de atención médica integrada que proporciona servicios de alta calidad en todo el sur de California.
Los investigadores obtuvieron información detallada sobre las características demográficas, los historiales médicos, los estilos de vida autoinformados y los cambios residenciales a lo largo del embarazo de los registros de salud electrónicos de KPSC.
La edad gestacional de los embarazos en la cohorte de KPSC osciló entre 20 y 47 semanas y se estimó en función de los exámenes de ultrasonografía de embarazo temprano o el último período menstrual autoinformado. Los datos de raza y etnia fueron autoinformados y registrados en la historia social de los registros electrónicos de salud.
En la investigación se observó que el mayor número de días de calor durante el embarazo se asociaba a un mayor riesgo de MMS, que aumentaba a medida que la exposición al calor era más extrema.
Asimismo, las asociaciones observadas en el tercer trimestre indicaron que el final del embarazo podría ser una ventana más sensible al calor ambiental. Además, observaron que las mujeres que iniciaron el embarazo en la estación fría eran más vulnerables a la exposición al calor, probablemente porque experimentarían su embarazo tardío en el periodo más caluroso del sur de California (mayo-septiembre).
En comparación, las que iniciaron el embarazo en la estación cálida podrían experimentar menos días de calor en su tercer trimestre. Las asociaciones con olas de calor observadas al final del embarazo también apoyan el impacto del calor al final del embarazo.
Como conclusiones, la exposición materna al calor durante el embarazo, a corto y largo plazo, se asoció a un mayor riesgo de MMS en este estudio. Hubo disparidad de salud entre las madres con diferentes niveles de educación.
Para los investigadores, estos resultados indican el beneficio potencial de las intervenciones dirigidas a reducir el riesgo de MMS mediante la mitigación de la exposición materna al calor, especialmente entre las madres con bajo nivel socioeconómico.