MADRID, 10 (EUROPA PRESS)
Un estudio del Instituto del Cerebro de París (Francia) ha demostrado que la corteza visual de las personas bilingües procesa los caracteres latinos y chinos de manera diferente; es decir, si las personas que leen habitualmente en dos idiomas han desarrollado una notable capacidad para navegar de un universo lingüístico a otro, esta capacidad es aún más fuerte entre quienes dominan varios sistemas de escritura.
Concretamente, los investigadores se preguntaban cómo se desarrolla la agilidad lectora en el cerebro cuando se cambia de alfabeto, ya sea este de tipo romano, georgiano o hebreo, kanji japonés, ideogramas chinos o diacríticos árabes. "Las lenguas del mundo tienen cada una su manera de transcribir sonidos y significados", recuerdan.
"En el córtex occipitotemporal ventral izquierdo, el reconocimiento de las palabras escritas moviliza una región específica llamada área visual de formación de palabras (AVFP), formada durante la adquisición de la lectura", explica el neurólogo Laurent Cohen, del Instituto del Cerebro de París.
Esta forma parte de un vasto mosaico de áreas del córtex visual especializadas en la identificación visual de objetos, como caras, siluetas, herramientas o lugares. "Las personas que tienen dañada esta zona se vuelven aléxicas, es decir, pierden la capacidad de reconocer palabras o incluso letras sencillas", afirma Cohen.
Hasta ahora, esta región, esencial para la adquisición de la lectura, era relativamente desconocida, debido sobre todo a la baja resolución espacial de las resonancias magnéticas utilizadas habitualmente en investigación. Los investigadores se preguntan ahora cómo se construye la arquitectura neuronal del AVFP bajo la influencia de la educación, la experiencia, la cultura y el aprendizaje.
"Queríamos determinar si se divide en áreas más pequeñas especializadas en uno o más idiomas. ¿Se procesa igual la escritura alfabética que la basada en logogramas, esto es, los símbolos gráficos que representan una palabra?", añade la primera autora del estudio, Minye Zhan, becaria posdoctoral de la Unidad de Investigación en Neuroimagen Cognitiva (Unicog) del centro de neuroimagen NeuroSpin, también ubicado en París.
ALTA RESOLUCIÓN PARA UNA ALTA ALFABETIZACIÓN
Para responder a estas preguntas, el equipo de Laurent Cohen y Stanislas Dehaene realizó pruebas de lectura a 10 bilingües inglés-chino y 21 bilingües inglés-francés utilizando la resonancia magnética de 7T de NeuroSpin, cuya precisión es muy superior a la de las resonancias magnéticas convencionales. Durante la prueba, se pidió a los participantes que miraran en una pantalla caracteres que podían formar o no palabras reales en francés, chino o inglés, junto con números, caras, casas, etc.
Gracias a este protocolo, los investigadores pudieron observar la AVFP de cada participante. Descubrieron que esta región está subdividida en varias áreas corticales diminutas muy especializadas en la percepción de palabras e invisibles con las técnicas de imagen habituales.
En los bilingües inglés-francés, todas estas áreas se activaban por igual en ambos idiomas. Sin embargo, en los bilingües inglés-chino, algunas áreas solo se estimulaban al reconocer los logogramas chinos. Por último, en todos los participantes, las pseudopalabras o los caracteres mal dibujados activaban estas pequeñas zonas corticales más débilmente que las palabras reales y conocidas.
"El inglés y el francés utilizan el mismo alfabeto; esto explica sin duda por qué estas dos lenguas utilizan los mismos recursos corticales aunque sus reglas ortográficas sean muy diferentes", detalla Zhan.
Por el contrario, cuando los sistemas de escritura difieren radicalmente en cuanto al contorno, la forma y la complejidad de los signos utilizados, aparecen grupos especializados de neuronas. "Y lo que es aún más fascinante, en los bilingües inglés-chino, las áreas corticales que respondían específicamente a la lectura de palabras chinas también se activaban fuertemente con los rostros", afirma la autora.
Por ello, los investigadores suponen que la lectura de rasgos faciales y logogramas comparten algunos mecanismos subyacentes. "Las caras, como los caracteres chinos, son formas compactas que solo pueden reconocerse y distinguirse analizando la posición de sus partes entre sí", añade Stanislas Dehaene, director de NeuroSpin y profesor del Collège de France.
Los investigadores tendrán que estudiar ahora otros pares de lenguas para determinar si pueden aparecer áreas especializadas del VFWA en otros contextos lingüísticos. Por ejemplo, bilingües que dominan alfabetos distintos (ruso-inglés), con sentidos de lectura opuestos (inglés-árabe) o con características estadísticas muy diferentes, como la frecuencia de vocales y consonantes (francés-polaco).
"Futuros estudios nos permitirán asegurar que el procesamiento visual de los logogramas chinos no es una excepción en el panorama lingüístico", concluye Stanislas Dehaene.
Dado que el AVFP se solapa con áreas dedicadas a la identificación de caras, objetos y otros elementos que componen el entorno de las personas, es posible suponer que su formidable plasticidad permite la aparición de características comunes a grandes grupos de hablantes. A largo plazo, todas estas son pistas para comprender las dificultades de la adquisición de la lectura.