MADRID, 16 (EUROPA PRESS)
Un estudio liderado por el investigador del Centro Nacional de Epidemiología (CNE) del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), Iñaki Galán, ha puesto de manifiesto que no hay evidencias de que el consumo de diferentes bebidas alcohólicas, como el vino, cerveza o los licores, tenga un efecto diferencial en la aparición y desarrollo de enfermedades cardiometabólicas, neurodegenerativas o cáncer.
"Por tanto, no hay evidencias de que 'recomendar' una u otra bebida alcohólica pueda relacionarse con un menor riesgo o posibles beneficios para la salud", han dicho los expertos, quienes han recodado que la "mejor recomendación" es el consumo cero de alcohol.
"Hay cierta tendencia social a creer que algunos tipos de bebidas alcohólicas podrían aportar, dentro de los comprobados efectos negativos globales que tiene el consumo de alcohol, algún efecto beneficioso (por ejemplo, en ocasiones se citan los polifenoles del vino)", ha dicho Galán.
De hecho, la investigación ha insistido en que no hay consumo positivo de alcohol para la salud y confirma que tomar una u otra bebida alcohólica no influye en posibles resultados de salud o en el riesgo de enfermedad o muerte. Es decir, consumir vino, cerveza, licores o combinados no se relaciona, según las investigaciones realizadas al respecto, con la aparición de efectos diferenciales en enfermedades cardiometabólicas, neurodegenerativas o cáncer.
Ante esto, Galán ha pedido prudencia ante los mensajes de 'consumo moderado' de alcohol. "Lo mejor, en cuestiones de seguridad para la salud, es no consumirlo. Pero, si las personas toman alcohol, la recomendación es no sobrepasar ciertos umbrales (no llegar a 20 g/día en hombres y 10 en mujeres). Los resultados señalan que no es posible 'recomendar' una u otra bebida alcohólica para manejar estos umbrales o un consumo 'moderado'", ha detallado.
El estudio, publicado en la 'Revista española de salud pública', se ha realizado mediante una búsqueda a través de 'PubMed' (entre enero de 2000 y febrero de 2019) de revisiones sistemáticas y metaanálisis que reportaban resultados cuantitativos de la asociación entre el consumo de diferentes tipos de bebidas alcohólicas y efectos en salud. Finalmente, los autores trabajaron con 26 estudios: 21 relacionados con cáncer, 3 con enfermedades cardiometabólicas, 2 con neurodegenerativas y uno con mortalidad general.
Los resultados fueron heterogéneos, de ahí la imposibilidad de extraer datos diferenciales entre bebidas alcohólicas. Determinadas variables (diferencias metodológicas en la estimación de la ingesta de alcohol, control de efectos de confusión y contraste de las estimaciones entre el tipo de bebidas) hicieron muy difícil sacar conclusiones sobre posibles efectos desiguales en la salud.
Por ejemplo, en la mortalidad general y las enfermedades cardiometabólicas, aunque algunos datos apuntaban que la cerveza y los licores podían tener un mayor efecto negativo que el vino, las diferencias no fueron estadísticamente significativas.
Finalmente, y respecto al cáncer, en aquellos tipos cuya evidencia causal con el consumo total de alcohol era totalmente consistente (orofaringe, colorrectal y de mama), las revisiones tampoco mostraban un efecto diferenciado según los tipos de bebidas alcohólicas. Respecto a las enfermedades neurodegenerativas, la información disponible tampoco permite establecer claras conclusiones.