MADRID, 22 (EUROPA PRESS)
Investigadores australianos han realizado una investigación en la que han identificado diez variables por las que algunos países han tenido éxito en su lucha contra la Covid-19 y otros, por el contrario, han fracasado. Además, al observar la clasificación de los países que mejor han aguantado la pandemia han visto que la preparación internacional para epidemias y pandemias sigue siendo muy débil, incluso en los países más desarrollados.
Una mezcla de países más pequeños encabezados por Nueva Zelanda, Vietnam, Taiwán, Tailandia, Chipre, Ruanda e Islandia lideraron a los 10 países más importantes del mundo para administrar bien su respuesta al COVID-19, según este nuevo estudio, liderado por el profesor Fran Baum, de la Universidad de Flinders (Australia) y realizado en colaboración con otros expertos internacionales.
Además señalaron a Australia, Letonia y Sri Lanka entre los mejores respondedores durante el año pasado. Mientras Estados Unidos, Reino Unido, Países Bajos, Australia, Canadá, Tailandia, Suecia, Dinamarca, Corea del Sur, Finlandia se clasificaron como "más preparados" en el índice.
En el estudio, publicado en 'The BMJ', se unieron expertos de todo el mundo para reflexionar sobre las predicciones del Índice de seguridad sanitaria global (octubre de 2019) para una emergencia de salud pública. Aunque los países de ingresos altos reportan una puntuación promedio de 51,9 (sobre 100), el índice muestra que, en conjunto, la preparación internacional para epidemias y pandemias sigue siendo muy débil, señala el estudio.
"Ahora sabemos que diez factores contribuyeron a que el índice no pudiera predecir las respuestas de los países, incluido pasar por alto el poder de los contextos políticos, económicos y sociales y el papel de la sociedad civil, especialmente en los países desarrollados occidentales como Estados Unidos y el Reino Unido", afirma el profesor. Baum, del Instituto Southgate para la Salud, la Sociedad y la Equidad de la Universidad de Flinders.
"Nuestro estudio construye un caso sólido para que estos 10 factores se utilicen en futuras evaluaciones de la preparación para una pandemia para tener en cuenta un enfoque de sistemas que permite un enfoque en los componentes críticos del sistema", dicen los 15 autores en el nuevo artículo publicado en un especial británico Serie de análisis de revistas médicas 'COVID-19: El camino hacia la equidad y la solidaridad'
La primera de las 10 variables identificadas en el nuevo estudio es la consideración limitada de la globalización, la geografía y la gobernanza global. Por ejemplo, las naciones insulares como Australia, Nueva Zelanda y otros países del Pacífico podrían prepararse para gestionar mejor que organizaciones regionales como la UE.
La segunda, e sesgo hacia los países de altos ingresos. La pandemia puso de manifiesto las diferencias entre las medidas de bioseguridad en los países de ingresos altos y su capacidad real para lograr la participación de la comunidad en las medidas de prevención y control.
En tercer lugar, no evaluar la capacidad del sistema de salud; mientras que el cuarto el papel del liderazgo político. En este caso, se tiene en cuenta que en condiciones de pandemia si los líderes comprenden y obtienen confianza en el manejo de enfermedades infecciosas basado en evidencia. Por ejemplo, el liderazgo de la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinta Ardern, fue claro y enfático, lo que resultó en un resultado mucho mejor que el previsto en el índice.
En quinto lugar, el contexto de los sistemas políticos, sociales, culturales y financieros de los países. Por ejemplo, Estados Unidos, Bélgica, Australia y Sudáfrica son respuestas federadas, pero por separado tuvieron respuestas y resultados bastante diferentes a la pandemia.
En sexto, los límites de los sistemas nacionales de salud no siempre se correlacionaron como factor predictivo. Por ejemplo, países de ingresos más bajos como Ruanda y Vietnam obtuvieron mejores resultados quizás debido a una mejor asignación de recursos limitados para lograr el máximo efecto nacional.
En séptimo, la pandemia puso de relieve las desigualdades sociales y de salud preexistentes en algunos países de ingresos altos, como el Reino Unido y los Estados Unidos, donde los grupos étnicos minoritarios experimentaron una mayor carga de la enfermedad COVID-19.
En octavo, el índice no previó los efectos de las diferencias en las provisiones de seguridad social para una epidemia extendida; y en noveno lugar no se evaluó la capacidad civil de respuesta. Por ejemplo, las redes de acción comunitaria de Ciudad del Cabo de Sudáfrica están trabajando tanto para mejorar las consecuencias del bloqueo como para reducir la transmisión local.
Finalmente, se observan las brechas entre capacidad y su aplicación. Por ejemplo, la intervención política en los EEUU bloqueó que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades implementaran programas avanzados de capacitación en epidemiología de una manera más oportuna y uniforme.
"La lección fundamental de la pandemia de COVID-19 es que una respuesta eficaz no depende solo de un sistema de salud pública fuerte, sino que también requiere una sociedad que sea justa y ofrezca a todos sus ciudadanos y residentes seguridad social y económica", concluye el estudio.