MADRID, 22 (EUROPA PRESS)
Ingenieros químicos de la Universidad McMaster (Estados Unidos) han inventado una forma asequible de almacenar vacunas durante semanas a temperaturas de hasta 40ºC, abriendo el camino para que las vacunas antivirales lleguen a más regiones remotas y pobres del mundo.
Este nuevo método de almacenamiento de vacunas sumerge los componentes activos de una vacuna en un pequeño recipiente lleno de una combinación de azúcar y gel que se seca para sellar la vacuna. Más tarde, los médicos reconstituyen la vacuna con agua y la administran a los pacientes como lo harían normalmente. En ese envase, pueden permanecer durante ocho semanas o más, incluso a temperaturas elevadas.
"Serían ideales para enviar la vacuna contra el Ébola, por ejemplo, a las regiones afectadas de África", según explican los investigadores en un artículo en la revista 'Scientific Reports'. El proceso añade solo un coste monetario "marginal" a la preparación de una vacuna y elimina casi todo el costo de su transporte, que puede representar el 80 por ciento del costo total de la inoculación. Los investigadores aseguran que combinar las vacunas y los azúcares (pullulan y trehalosa) es casi tan simple como mezclar crema y azúcar en el café.
Esta tecnología de almacenamiento ya ha demostrado su eficacia en otras aplicaciones, como un recubrimiento comestible que puede prolongar la vida útil de frutas y verduras. "Para nosotros, esta es la última aplicación de esta tecnología. Imaginar que algo en lo que trabajamos en el laboratorio podría algún día ser usado para salvar la vida de la gente es muy emocionante", señala el autor principal del trabajo, Vincent Leung.
Así, reivindican que este método es importante porque puede reemplazar la "engorrosa" cadena de frío (almacenamiento constante a temperaturas entre 2ºC y 8ºC) que actualmente es necesaria para mantener las vacunas antivirales. El mantenimiento de la cadena de frío es una barrera importante para inocular a las personas en regiones remotas o pobres del mundo, donde la infraestructura para refrigerar y transportar las vacunas sin problemas puede no estar disponible.
"Se puede gastar todo tipo de dinero en desarrollar una vacuna, pero si es desactivada por la alta temperatura una hora antes de poder dársela a alguien, no importa. Si no se pueden llevar las vacunas a los lugares donde la gente las necesita, no tiene sentido tenerlas", recuerda el coautor, Ali Ashkar. El problema de la cadena de frío es tan grande, según los investigadores, que en algunas regiones las vacunas deben ser transportadas en camellos con minirrefrigeradores alimentados por energía solar.
En este contexto, explican que el hecho de no poder llevar las vacunas a las zonas aisladas hace "imposible" erradicar los virus mortales. "Si no se controlan, estos virus pueden devastar a las poblaciones locales y llegar a las zonas expuestas de los países más poblados, donde las preocupaciones religiosas, culturales o de otro tipo han reducido la proporción de personas vacunadas", exponen.
Los investigadores han demostrado que el método es viable utilizando dos muestras de vacunas (el virus de la gripe y el virus del herpes simple) para inocular y probar a los ratones exponiéndolos a los virus, ya que la respuesta inmunitaria de los ratones es similar a la de los humanos. Estos materiales de almacenamiento ya están aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés), lo que simplifica el camino hacia la comercialización.