MADRID, 3 (EUROPA PRESS)
El confinamiento y el impacto de la pandemia de la COVID-19 sobre los recursos del sistema de salud han tenido un efecto negativo sobre el tratamiento y seguimiento de los pacientes con linfedema, tal y como ha señalado el ,efe del departamento de Cirugía Plástica del Hospital Sant Pau y del Hospital del Mar, así como de la Unidad de Cirugía y Reconstrucción del linfedema de la Clínica Planas, Jaume Masià, con motivo del Día Internacional del Linfedema.
Esta patología puede alterar la imagen corporal del paciente hasta el punto de llegar a limitar su autonomía y condicionar las actividades básicas de su vida diaria por lo que los profesionales hacen hincapié en la importancia del diagnóstico precoz. "En el último año se ha producido un incremento de episodios de linfangitis y una reducción de las posibilidades de realizar un correcto tratamiento tanto conservador como quirúrgico, lo que ha sido una tónica dominante en nuestro país", ha avisado el doctor.
Del mismo modo se ha pronunciado el jefe del departamento de Medicina nutricional, ejercicio físico y anti-edad de la Clínica Planas, Iván Ibáñez, quien ha asegurado que la pandemia generada por la crisis de la COVID-19 ha retrasado el diagnóstico y pronóstico de la enfermedad. Aun as, ha recordado que unidades de linfedema en centros y hospitales han desarrollado guías y rutas durante la pandemia para que el paciente que padezca linfedema pueda apoyarse en ellas.
En comparación con los países de su entorno, España se encuentra por debajo de la media europea en relación con el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad. "No disponemos de los medios necesarios para tratar a toda la población que lo precisa y esto se traduce en un buen número de pacientes abandonados, que no se contabilizan y que acaban siendo olvidados por un sistema de salud con limitaciones considerables", ha recalcado Masià. De hecho, en España no se dispone de un registro nacional ni autonómico de linfedema, aunque la cifra es similar a la de otros países vecinos.
Aunque la COVID-19 ha impactado en los últimos meses en el diagnóstico de la enfermedad, existen otros factores que lo dificultan, como la ausencia de una unificación en la codificación de esta patología y la falta de escáneres linfáticos mediante el verde de indocianina en los centros. "Esto provoca que se infravalore su prevalencia y, por tanto, los recursos que se destinan para su tratamiento", ha recalcado Masià.
Los síntomas más frecuentes del linfedema son la hinchazón y sensación de pesadez en la extremidad afectada, lo que puede llegar a alterar la imagen corporal del paciente y a pasar factura sobre su salud psicológica. La aparición de la enfermedad suele estar relacionada además con los tratamientos de quimioterapia, radioterapia y/o cirugía en pacientes con cáncer de mama. Existe una mayor prevalencia de linfedema en mujeres que en hombres al ser el cáncer de mama una patología más prevalente en mujeres.
En el día a día, el impacto del linfedema en la calidad de vida es alto y provoca impotencia funcional, deformidad corporal, alteraciones emocionales y un riesgo considerable de infecciones graves como las linfangitis.
Por otra parte, el tratamiento del linfedema ha experimentado un "avance importante" en los últimos años. En el campo del diagnóstico y estudio del sistema linfático, se ha apostado por la utilización del escáner de verde indocianina, también conocido como PDE, la técnica linfo-resonancia o linfo-resonancia magnética para diagnosticar el linfedema y planificar la cirugía y la ecografía de alta definición.
"A nivel no quirúrgico, se empieza a ver mayor efectividad con una nutrición cetogénica o llamada también 'Keto' la cual se centra en un aporte muy bajo o nulo de hidratos de carbono. Para ello siempre es necesario ponerse en contacto con algún dietista o nutricionista especializado", ha matizado Ibáñez.