MADRID, 10 (EUROPA PRESS)
Los niveles altos de colesterol en la adolescencia pueden causar daño cardíaco estructural y funcional que empeora en la edad adulta, según un estudio realizado por la Universidad de Bristol, la Universidad de Exeter (Reino Unido) y la Universidad del Este de Finlandia.
La enfermedad cardíaca es la enfermedad mortal número uno en el mundo. El colesterol elevado y la dislipidemia en niños y adolescentes aumentan el riesgo de muerte prematura a mediados de los cuarenta y de aterosclerosis subclínica a mediados de los veinte.
Entre los adolescentes sin condiciones genéticas para niveles elevados de colesterol, la prevalencia de colesterol elevado y dislipidemia es del 20 por ciento, y aumentó al 25 por ciento a mediados de los veinte.
El estudio, publicado en 'Atherosclerosis', utilizó datos de la cohorte de niños de los 90 de la Universidad de Bristol, también conocido como 'Estudio Longitudinal Avon de Padres e Hijos'. En total, se incluyeron en los análisis 1.595 adolescentes, 640 hombres y 955 mujeres. Los adolescentes tenían 17 años al inicio del estudio y fueron seguidos hasta los 24 años. Los niveles de colesterol y la evidencia de daño cardíaco se evaluaron al inicio y durante el seguimiento.
Los signos de daño a la estructura del corazón son hipertrofia ventricular izquierda y un espesor relativo alto de la pared, mientras que los signos de daño a la función cardíaca son disfunción diastólica del ventrículo izquierdo y aumento de la presión de llenado del ventrículo izquierdo.
Con un amplio control de la masa grasa, la masa muscular, la insulina, la glucosa, la inflamación, la presión arterial, el tabaquismo, el tiempo sedentario, la actividad física, el nivel socioeconómico y los antecedentes familiares de enfermedades cardiovasculares, y utilizando los puntos de corte de los adultos para diagnosticar el daño cardíaco, se observó que el aumento del colesterol unido a lipoproteínas de baja densidad y los niveles de colesterol total aumentaban el riesgo de daño cardíaco prematuro entre un 18 y un 20 por ciento.
Mientras, el aumento de los triglicéridos duplicó y triplicó el riesgo de daño cardíaco estructural y funcional temprano durante los siete años de seguimiento.
Los hallazgos revelan que tanto hombres como mujeres se vieron afectados por igual, y que tener un peso normal y una presión arterial normal no protege al corazón de las consecuencias adversas del colesterol elevado.
Se descubrió que, si bien el aumento del colesterol contribuía en un 30 por ciento al daño directo del corazón, tanto el aumento de la masa grasa como la presión arterial contribuían indirectamente en un 40 por ciento al daño cardíaco. El 30 por ciento restante podría explicarse por la genética y el tiempo de sedentarismo.
"Las directrices sanitarias recomiendan en general controlar el colesterol a partir de los 40 años. Sin embargo, estamos viendo la primera evidencia de los efectos catastróficos de los niveles elevados de colesterol en el corazón hace más de dos décadas. Esperar hasta los 40 años podría dar como resultado que 1 de cada 5 de la población adulta desarrolle problemas cardíacos prevenibles que son muy costosos de tratar", dice Andrew Agbaje, epidemiólogo clínico pediátrico de la Universidad del Este de Finlandia.
"Recientemente, descubrimos que el aumento del tiempo sedentario desde la infancia contribuyó al 70 por ciento del aumento del nivel de colesterol antes de los veintitantos años, y que realizar actividad física ligera puede revertir por completo el colesterol elevado y la dislipidemia", ha apuntado.
En conjunto, estos hallazgos sugieren que el sedentarismo es la raíz de los problemas de salud, y que, en la infancia y la adolescencia, "es un billete de ida a las enfermedades cardiovasculares y la muerte prematura", ha añadido.
Para reducir el riesgo de dislipidemia, los expertos han propuesto un cribado universal de lípidos pediátricos, incluida la posible adopción de un 'pasaporte de colesterol adolescente' para ayudar a rastrear el aumento de los niveles de colesterol e iniciar un tratamiento preventivo oportuno en la población joven.
"Nuestros estudios recientes ahora están aportando evidencia más sólida que puede facilitar un corazón más sano. Por lo tanto, los expertos en salud pública, los pediatras, los padres y los responsables de las políticas sanitarias deberían fomentar controles tempranos del colesterol, especialmente en la adolescencia", continúa Agbaje.