9 feb. 2022 13:20H
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La resonancia magnética es la prueba de elección cuando se quiere analizar el cerebro de los niños. Tiene alta resolución, no emite radiación ionizante y ha mejorado su capacidad diagnóstica debido a que los nuevos equipos han reducido el tiempo necesario para realizar las pruebas, lo que permite un menor tiempo de sedación en caso de bebés y niños de corta edad.
Así lo demuestran las pruebas que viene realizando el Hospital Universitario Quirónsalud Madrid a partir de la incorporación de nuevos equipos con tecnología de GE Healthcare que, además permiten corregir pequeños movimientos del niño durante la prueba y ofrecen a los radiólogos la posibilidad de acceder a modos de visualización de las imágenes diagnósticas que se apoyan en la inteligencia artificial para ayudar al diagnóstico. Un ejemplo de este uso es la recolocación automática, con la que se estudia el cerebro de los niños siempre en la misma posición independientemente de cómo se coloquen al realizar la prueba.
“Los nuevos equipos permiten obtener imágenes en las que se aprecia el cerebro del menor en los tres planos del espacio sin perder calidad con grosores de corte mínimos. Esta mayor resolución temporal y espacial tiene gran repercusión en el mundo pediátrico donde los volúmenes que estudiamos son muy pequeños y es muy útil no sólo en patología vascular y oncológica, sino también en el estudio de los trastornos del neurodesarrollo, como el trastorno por déficit de atención por hiperactividad y los trastornos del espectro autista”, explica la Mar Jiménez, jefa asociada del Servicio de Diagnóstico por la Imagen del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid y especialista en el estudio del cerebro infantil.
“Por otro lado, la mayor resolución nos ofrece la posibilidad de realizar estudios de la vascularización cerebral sin necesidad de contraste intravenoso”, sostiene Jiménez.
Las resonancias magnéticas requieren de antenas que se colocan en la zona que se quiere estudiar y que recogen la información de la prueba. En este aspecto también se ha producido una mejora considerable con respecto a tecnologías anteriores: “Las nuevas antenas flexibles y con más número de canales ofrecen una imagen más homogénea del cerebro infantil, incrementando la señal significativamente y mejorando la capacidad diagnóstica. Además, permiten cubrir amplios espacios corporales, especialmente importantes en los estudios de cuello, plexo o médula espinal, con muy buena supresión de la grasa”, indica la experta.
Como destaca Jiménez, “la imagen diagnóstica ha sido siempre cualitativa, morfológica, pero cada vez se requiere más información cualitativa, cuantificable y numérica del estado del paciente que se pueda seguir en el tiempo. Se están desarrollando modos de visualización que permiten obtener información numérica de, por ejemplo, volumen de sustancia gris o sustancia blanca, grosor cortical o valores de flujo sanguíneo cortical que se pueden aplicar en la práctica clínica diaria”.
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