Redacción. Madrid
La Real Academia de Ingeniería (RAI) considera “llegado el momento de integrar el desarrollo tecnológico y la ingeniería en el modelo español de I+D”, según se desprende de una declaración institucional en la que la entidad valora el Plan Estatal de Investigación Científica y Técnica y de Innovación aprobado recientemente por el Gobierno. Según explicaba recientemente a Redacción Médica el autor del documento-base para esta Declaración Institucional, Miguel Ángel Lagunas, la intención ha sido “dibujar el papel de la actividad de ingeniería en la arquitectura de I+D de nuestro país”. Y es que, según reza la declaración institucional, “la calidad de la I+D, pública y privada, y sus resultados están vinculados a la disponibilidad de buena ingeniería”.
De izquierda a derecha: el vicepresidente de la RAI, Javier Aracil; el presidente, Elías Fereres, y Luis Gil, secretario general. |
Así, la RAI apunta que “el esfuerzo en I+D realizado por la sociedad española no ha repercutido históricamente en liderazgo tecnológico”. Para solventar esto no solo son necesarios más recursos, tanto públicos como privados, sino “la implicación de todos los actores de la I+D” para lograr que la investigación se convierta en elemento de crecimiento económico y de creación de empleo. En opinión de la RAI, la ingeniería debe jugar aquí un papel protagonista y esencial. “El sistema de Investigación y Desarrollo Tecnológico español necesita reconocer que la Ingeniería es crucial para que el conocimiento que se genera se traduzca en aplicaciones”. Y es que “sin desarrollo tecnológico la generación de conocimiento tendrá, como de hecho ocurre en España, un efecto muy limitado en la economía, afectando seriamente el crecimiento industrial y mermando su capacidad o su robustez ante la innovación tecnológica”.
Uno de los objetivos del sistema debe ser “priorizar acciones y actividades de investigación tecnológica que sean relevantes para conseguir impactar en el sector productivo”. O lo que es lo mismo, es necesario llevar la investigación al tejido industrial, la consabida transferencia de tecnología. Pero, además, es necesario “revertir la tendencia actual de que los jóvenes encuentren mejores oportunidades profesionales, de salario y de expectativas en otros países al tiempo que existen programas de captación de talentos extranjeros”.
Por último, la RAI propone que la financiación de la I+D “no sea de corta duración y fragmentada en diferentes organismos”. En este sentido considera que “hay que tender a una gestión unificada de proyectos más ambiciosos en los que participen desde el principio todos los actores necesarios, con una evaluación integrada y un seguimiento flexible que se adapte a la evolución del sector”.
Miguel Ángel Laguna (izq.) y Aníbal Figueiras. |
El papel de la salud
Si bien la declaración no hace distinción sectorial, Aníbal Figueiras, expresidente de la RAI, explicaba el pasado mes de febrero a Redacción Médica que “el futuro del sector salud necesita de un diálogo fluido y una interacción permanente con la Ingeniería”. Así, Figueiras señalaba que “la salud requiere de muchas y buenas herramientas: la Ingeniería las proporcionará”. En este sentido, “no solo será imprescindible el equipamiento para pruebas y tests y la disponibilidad de recursos informáticos y de comunicaciones para gestionar datos, sino que la gestión guiada por datos constituirá una vía imprescindible para la sostenibilidad del sector, las ayudas a la toma de decisiones habrán de integrar opiniones de expertos y algoritmos, se requerirán supercomputación y modelos para avanzar en el conocimiento de ámbitos aun no suficientemente explorados –como el cerebro–, las prótesis evolucionarán, a partir de nuevos materiales, hacia sistemas artificiales próximos a los naturales, etc.”.