Javier Barbado. Madrid
El Programa Horizonte 2020 de la Unión Europea (UE) aprueba y financia 12 de cada 100 proyectos de I+D+i que le son presentados por las empresas de los 28 Estados miembros, y, caso de aprobarlo, fija un seguimiento muy estricto del trabajo por medio de sus funcionarios para asegurase de que el trabajo llega a buen puerto. En las mejores planificaciones que le llegan, financia entre el 40 y el 50 por ciento del proyecto en el primer mes y, el resto, a medida que evoluciona su ejecución y cumple sus expectativas.
De izq. a dcha.: Julio Mayol; Lino Sánchez; Susana Borromeo, vocal de la Comisión de Ingeniería Médica y Sanitaria del Colegio y Asociación de Ingenieros (Coain); Alba Olías; y José Luis Pons, profesor de Investigación en el Instituto Cajal (CSIC).
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Así lo ha explicado el ingeniero técnico industrial, director técnico y socio de la compañía Idetra, Lino Sánchez, en una jornada vespertina celebrada en el Colegio de Ingenieros Industriales de Madrid (Coiim) a la que también han acudido el cirujano y director de la Unidad de Innovación del Clínico San Carlos de Madrid, Julio Mayol, y la ingeniera biomecánica de la Cátedra de Inteligencia Analítica Avanzada de la Universidad de Oviedo, Alba Olías, entre otros profesionales.
Sánchez ha expuesto ante el auditorio los dos tipos básicos de ayudas con que se encuentra el emprendedor en investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) en el ámbito sanitario en España: directos (fórmula tradicional de apoyo público a las iniciativas previa aprobación por parte de la entidad financiadora, en ocasiones (no siempre) a fondo perdido; e indirectos o desgravación fiscal a la hora de declarar impuestos ante la hacienda pública.
El ingeniero Lino Sánchez.
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En el caso concreto de Horizonte 2020 –ha matizado–, si una compañía se beneficia de la desgravación fiscal, ese descuento no le condiciona para nutrirse de todas las ventajas ofrecidas por el programa comunitario al que siempre debe dar el visto bueno la Comisión Europea. Este programa, según ha explicado Sánchez, ha comenzado este año y se prolonga hasta el 2020; asimismo, cubre diversas áreas, entre ellas la sanidad (de hecho, a esta área de conocimiento aplicado se ha destinado una de las mayores partidas).
Para participar en él, no resulta obligatorio que la empresa forme parte de un consorcio (condición exigida por lo general para los programas públicos de subvenciones). Si la empresa logra una buena puntuación en el primer baremo, la prefinanciación, como se ha dicho, cubre hasta la mitad del presupuesto total. Entre otras características, se incluye el llamado instrumento
pyme (condiciones especiales para la pequeña y mediana empresa), y, en general, respalda los proyectos durante 12-24 meses, y, de seguir adelante el trabajo, “te proporcionan 50.000 euros para el desarrollo completo de la idea”.
Además, en el programa Horizonte 2020 no hay que devolver el dinero recibido para la ejecución del proyecto, aunque sí comprometerse a llevarla a cabo; en cuanto al presupuesto mínimo, suele rondar los 300.000 euros, y, el máximo, entre los 2 y los 3 millones.
Consorcio M+Visión de Julio Mayol
Por su parte, Mayol recordó las condiciones del consorcio M+Visión, que codirige. Se trata de una idea que nace en Estados Unidos, en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) de Boston, y que trata de canalizar el conocimiento científico de las universidades e instituciones académicas al mundo de la empresa, pues, si no se obra de este modo, la ideación se queda en las aulas “y no llega a la sociedad, que es para la que trabajamos”.
El cirujano del Clínico San Carlos, de hecho, dejó en evidencia el choque cultural que él detecta en España, como en otros países desarrollados, por el cual existen resistencias a que la Universidad firme alianzas con las empresas no para hacer negocio en el sentido lucrativo de la palabra, sino para transformar el descubrimiento científico en soluciones prácticas válidas para la vida cotidiana de la gente.
En esta línea, dio a conocer al auditorio (formado por colegiados ingenieros en su mayor parte) las rigurosas condiciones de selección, control y seguimiento que se llevan a cabo para conceder becas en el consorcio en cuestión (las llamadas
Fellowship): “Se trata de una selección competitiva a nivel internacional que, en España, se desarrolla en tres hospitales (entre ellos el Clínico de Madrid y el Hospital de Fuenlabrada)”. Una vez concedida la beca, cada semana el agraciado con ella debe exponer ante un grupo selecto de profesores en qué aspectos del proyecto ha avanzado y en cuáles no. De superar los controles periódicos, se les financia con hasta 100.000 dólares al año para desarrollar su trabajo (los dos pasos siguientes son la prueba de contacto y la propia ejecución o aceleración de la idea).
En todo caso, lo más difícil radica en identificar, en un primer paso, la necesidad clínica preexistente para configurar una solución teórica que después cobre forma y que el ingeniero reciba lo más clarificada posible para que pueda hacerla realidad, según ha explicado el propio Mayol.
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