Laurent Muschel, director en funciones de HERA.
La
pandemia del Covid-19 dejó muchas lecciones y puso al límite los engranajes mundiales. Por ello, Europa se ha empleado a fondo en remediar algunos de los problemas que salieron a la luz en aquel momento. La
Autoridad de Preparación y Respuesta ante Emergencias Sanitarias (HERA) de la Comisión Europea (CE) acaba de publicar, en colaboración con el Centro Común de Investigación (JRC), el análisis 'Supresión de la transmisión de patógenos en interiores: un estudio de previsión tecnológica' que evalúa tecnologías para
gestionar la transmisión de patógenos en interiores.
Tal y como explican, el objetivo de este texto es informar a los responsables políticos y a las partes interesadas de la industria sanitaria sobre los
enfoques más eficaces para abordar esta transmisión, sobre todo en el caso de las pandemias.
"Los
patógenos transmitidos por el aire representan un
importante riesgo de pandemia debido a su amplia diseminación y la suspensión prolongada de partículas en aerosoles en ambientes interiores. Incluso dejando a un lado las pandemias, los costes económicos y de salud pública de las
enfermedades respiratorias estacionales son inmensos", sostienen desde la
HERA.
En este sentido, la investigación profundiza en cuál es el
panorama tecnológico sanitario destinado a mitigar la transmisión de patógenos
transmitidos por el aire en interiores, crucial para los esfuerzos de salud pública en la
prevención de enfermedades. Los expertos consideran interesantes algunas tecnologías para la detección de patógenos y la descontaminación del aire y de superficies. De hecho, evalúan cuál es su durabilidad, el
impacto sanitario y los posibles métodos de financiación.
La investigación ha llegado a algunas conclusiones importantes. Por ejemplo, los
sistemas de filtración y ventilación bien establecidos son los mejores para la
captura y limpieza de gérmenes del aire interior. Además, la radiación ultravioleta y la amplificación de ácidos nucleicos también ocuparon un lugar destacado en términos de impacto.
"El estudio también destacó la necesidad de un
enfoque diferente a la hora de adquirir tecnologías, considerando factores como el consumo de energía, las limitaciones de implementación y la rentabilidad. Por ejemplo, los sistemas de filtración y ventilación, aunque son eficaces, consumen mucha energía. De manera similar, la
radiación ultravioleta, aunque también es útil, plantea riesgos potenciales para la salud humana si no se aplica con precaución", indican.
Estrategia integral para la calidad del aire interior
De manera que, para evitar futuras pandemias el estudio recomienda el
desarrollo de una estrategia integral para la calidad del aire interior, lo que requiere la colaboración entre varias partes interesadas como son profesionales sanitarios, reguladores, científicos, etc. Esta estrategia debería proporcionar orientación sobre límites saludables de
concentración de patógenos en el aire interior, equilibrando la prevención de enfermedades con la preservación del
microbioma y el sistema inmunológico humanos.
"Se han identificado
tecnologías emergentes prometedoras, como biosensores y muestreadores de aerosoles, lo que indica la necesidad de un mayor desarrollo y perfeccionamiento. Además, los ejercicios de planificación de escenarios enfatizaron la importancia de
adaptar las opciones tecnológicas a crisis de salud específicas, como brotes de tuberculosis o pandemias de influenza", indican.
En definitiva, el estudio elaborado por HERA y JRC pone en valor la necesidad de
basar las políticas en evidencia. De manera que se anticipen los desafíos y oportunidades futuros y los responsables de la formulación de políticas pueden desarrollar estrategias resilientes para
abordar eficazmente las amenazas emergentes para la salud.
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