José Javier Gómez, jefe del Servicio de Anatomía Patológica del Marqués de Valdecilla de Santander.
11 jun. 2024 17:45H
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Los biomarcadores en cáncer han marcado un antes y un después en el abordaje de los tumores sólidos. Son sustancias que indican el desarrollo de un proceso o una enfermedad y se encuentran en la sangre o en otros tipos de líquido, tejido o células del cuerpo. Desde hace más de 20 años se trabaja para identificar biomarcadores, ya que estas alteraciones genéticas y genómicas de los tumores son clave en la elección del mejor tratamiento posible. Un campo en el que el Diagnóstico In Vitro (DIV) tiene una labor fundamental, teniendo en cuenta que el 70 por ciento de los pacientes oncológicos necesitará una prueba de biomarcadores para recibir un tratamiento personalizado.
Aunque las cifras dependen del tamaño y capacidad asistencial de cada centro, en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Santander, la cifra se sitúa entre 2.000 y 2.500 muestras anuales. “Los biomarcadores son fundamentales en la Medicina moderna ya que permiten identificar y medir procesos biológicos, enfermedades y condiciones de salud. En los grandes hospitales como el nuestro, disponer de pruebas de biomarcadores es crucial para el diagnóstico temprano, el seguimiento de enfermedades y la evaluación de la eficacia de los tratamientos. En cualquier caso, nos sirven para mejorar la atención médica y el desarrollo de tratamientos más efectivos”, destaca para valorar su importancia la directora gerente de este hospital cántabro, María Dolores Acón.
En este contexto, José Javier Gómez, jefe del Servicio de Anatomía Patológica del Hospital Marqués de Valdecilla de Santander, explica lo importante que es hacer un diagnóstico preciso de la enfermedad: “para diagnosticar a un paciente con cáncer, lo primero que hay que ver son las células tumorales, por lo que tomar una muestra biológica es el primer paso para determinar que una persona tiene un tumor”. “Lo que hacemos es observar las células al microscopio, determinar que son malignas, ponerles un nombre y, a posteriori, realizamos una serie de pruebas para catalogar mejor el cáncer”, añade este especialista.
En esta misma línea se manifiesta Fernando Rivera, jefe del Servicio de Oncología Médica del mismo centro, al considerar la identificación de biomarcadores como una de las grandes revoluciones frente al cáncer del siglo XXI. “Es un avance muy importante poder conocer que el cáncer es heterogéneo, es decir, que aunque parezcan similares, el tumor de una persona no es el mismo que el de otra y que un tratamiento puede funcionar bien en un caso pero no en otro. Este avance nos permite seleccionar qué tratamiento damos y a quién". Aunque también es importante reconocer otros aspectos que han mejorado enormemente la atención a esta enfermedad, como son los comités multidisciplinares y la incorporación de los tratamientos personalizados”, asegura.
Ambos expertos han participado, junto a otros especialistas del Hospital Marqués de Valdecilla, en una nueva entrega de la plataforma Espías de Laboratorio, un proyecto divulgativo de la Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria, Fenin, que invita a los ciudadanos a ‘colarse’ en un laboratorio y conocer las diversas pruebas que se llevan a cabo en estos espacios para el mejor diagnóstico y abordaje de muchas enfermedades de alta prevalencia en la población.
“En esta ocasión, coincidiendo con el Día Mundial del Cáncer de Piel que se conmemora este 13 de junio, ‘Espías de Laboratorio’ busca transmitir a la opinión pública a través de una serie de videos el papel que juega el diagnóstico in vitro (DIV) en la detección y abordaje del cáncer en general y del melanoma en particular, que es el tumor de piel de peor pronóstico y en el que siempre se solicita la prueba de determinación de biomarcadores” indica Carlos Sisternas, coordinador del sector de DIV de Fenin.
Almudena García Castaño, oncóloga de este hospital, subraya que esta prueba es imprescindible para todos los pacientes con melanoma, teniendo en cuenta que en cerca de la mitad de los casos existe una mutación en una proteína denominada BRAF, lo que les hace sensibles a una terapia dirigida anti-BRAF. “Es un ejemplo de cómo la innovación diagnóstica y la terapéutica mejoran la vida de las personas. Posiblemente el melanoma sea uno de los tumores sólidos que mayor cambio ha experimentado en los últimos años. Sabemos que la presencia de esta mutación es fundamental, ya que no solo tiene un impacto pronóstico sino también terapéutico, como es beneficiarse de un tratamiento dirigido que actúa frente a este tipo de tumor”, señala la experta.
La experiencia del paciente
La nueva entrega de ‘Espías de Laboratorio’ también cuenta con la visión y el testimonio de los pacientes, a través de Javier López Aguilera, a quien le diagnosticaron hace aproximadamente cuatro años un melanoma en el muslo izquierdo. La enfermedad se extendió hasta la ingle y llegó a provocar lesiones cerebrales. “Nunca te puedes imaginar que un pequeño lunar pueda evolucionar a esta enfermedad. En mi caso, tengo que reconocer que, por desconocimiento, siempre he estado muy expuesto al sol, toda mi vida he practicado mucho deporte al aire libre y sin protección”, comenta Javier.
Su oncóloga, García Castaño le explicó la importancia de realizar la prueba de biomarcadores. Su tumor tenía la mutación del gen BRAF, algo que una vez identificado permitió que su pronóstico cambiara de forma radical. Actualmente, Javier dice sentirse bien y llevar una vida prácticamente normal gracias a la gran labor de los profesionales y de la investigación.
Perfiles profesionales involucrados
Más allá del especialista en Anatomía Patológica y del oncólogo, existen otros perfiles profesionales involucrados en la determinación de los biomarcadores. Es el caso del técnico de laboratorio y del biólogo molecular que también han participado en este nuevo contenido de Espías de Laboratorio.
Pilar Díaz, que es técnico de laboratorio en el Hospital Marqués de Valdecilla, explica que “todas las semanas se recibe un listado de los pacientes que se van a someter a estudio. Se recopilan las muestras, se incluyen en un archivo y se analizan aquellas que nos ha dicho el facultativo. Los resultados se le entregan al patólogo, que será el que determine la zona tumoral sobre la que se realizará el estudio”.
Por su parte, Javier Freire, que es biólogo molecular recuerda que “la incorporación del biólogo molecular en el ámbito del diagnóstico -cuenta- viene determinado por la incorporación de los nuevos fármacos asociados a mutaciones o alteraciones concretas. El paradigma de estos tratamientos implica un conocimiento de las proteínas y de los mecanismos moleculares, de la biología molecular que, hoy en día, ha hecho necesaria nuestra incorporación a estos equipos”, concluye.
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