Javier Escaned, jefe del área de Cardiología del Hospital Clínico San Carlos.
El sector de la
Cardiología aprecia un cambio de paradigma significativo en el campo del
intervencionismo coronario gracias al surgimiento de herramientas que permiten realizar este tipo de procedimientos con un
uso mínimo de contraste.
Javier Escaned, responsable del área de Cardiología del
Hospital Clínico San Carlos de Madrid, apunta a innovaciones como las que representan el software
Dynamic Coronary Roadmap o los sistemas de precisión
IntraSight y SyncVision de Philips, que no solo permiten a pacientes y profesionales afrontar la intervención con más garantías de seguridad sino que también repercute positivamente sobre los propios centros sanitarios al minimizar costes.
¿De qué forma aportan confianza y claridad al médico los procedimientos de intervencionismo coronario percutáneo (ICP) con uso ultra bajo de contraste?
El punto de partida es 1977, cuando nacen las
intervenciones coronarias percutáneas de la mano del uso de la
angiografía. Por entonces era una técnica aún muy incipiente. Posteriormente se dio a los cardiólogos la posibilidad de hacer intervenciones en los vasos, lo que hizo que estos profesionales aprendieran simultáneamente a realizar angiografías para ver las arterias y lo que se vino a llamar intervencionismo percutáneo. Hoy en día disponemos de una serie de tecnologías que nos permiten visualizar toda la información que ofrece la angiografía sin necesidad de esta opacificación de los vasos. Hay un número creciente de cardiólogos intervencionistas interesados en estas técnicas, particularmente aquellos que atienden pacientes con problemas complejos. Verdaderamente, este cambio de paradigma nos invita a pensar en un escenario distinto en este campo con un futuro muy optimista.
¿En qué medida una solución como el software Dynamic Coronary Roadmap de Philips permite limitar el uso de medios de contraste yodados y qué beneficio aporta?
El
Dynamic Coronary Roadmap es un sistema digital que permite ver la imagen de las arterias coronarias de forma dinámica durante la intervención y sin necesidad de repetir inyecciones de contraste. Se utiliza para crear un
‘mapa’ de navegación para asegurarse que la implantación de los stents se realiza en el lugar correcto.
Otra de las innovaciones que Philips ha puesto a disposición del facultativo es el sistema guiado de precisión IntraSight y SyncVision, ¿qué resultados ha aportado su uso en cuestiones como la evaluación de la lesión?
El
IntraSight, la ecografía intracoronaria, es actualmente otro de los elementos más importantes para visualizar imágenes del proceso. Y además, hoy en día se puede establecer una relación espacial con las arterias coronarias a través del
SyncVision. Estas herramientas permiten localizar todas y cada una de las imágenes obtenidas del interior del vaso con ecografía intracoronaria con su posición analógica dentro de las arterias. Resulta muy útil a la hora de planificar la intervención y de realizarla con un alto grado de calidad. También el uso de iFR y SyncVision permiten visualizar, dentro de lo que es la estructura de la arteria coronaria, los segmentos del vaso que están limitando el flujo coronario y que son el objetivo primordial de la intervención, lo que posibilita verificar que, efectivamente, se ha normalizado el flujo coronario en un vaso.
"Este tipo de herramientas son muy útiles para planificar una intervención con altos grados de precisión y calidad".
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Dichas soluciones permiten guiar al facultativo en tiempo real. ¿Qué valor aporta este hecho en la toma de decisiones de los intervencionistas?
Uno de los retos más importantes que tiene el cardiólogo a la hora de hacer una intervención es el de asegurarse que esta se está realizando en un lugar correcto sin haber hecho opacificación del vaso con contraste. Esto se logra a través de la combinación de localizar la información de la fisiología intracoronaria con la
localización anatómica que permiten este tipo de sistemas.
La menor cantidad de contraste que permite esta tecnología, ¿amplía el número de pacientes que pueden someterse al intervencionismo coronario percutáneo?
Efectivamente. En primer lugar la revascularización es mucho más precisa al ser menos dependiente de la opacificación del vaso. Y en segundo lugar, por los cambios demográficos y del perfil de los pacientes, estos son en muchas ocasiones personas mayores o que presentan comorbilidades que hacen menos aconsejable depender del contraste.
¿Qué perfiles existen?
El abanico es mucho más amplio de lo que normalmente se piensa. El más obvio es el perfil de paciente con enfermedad renal crónica, pues el uso de contrastes se asocia a una
mayor toxicidad renal y, por lo tanto, se acelera el proceso hacia la diálisis. Pero también hay otros pacientes a los que hay que realizar intervenciones complejas y en los que se puede alcanzar el límite de seguridad a consecuencia de lo larga que es la intervención, como pueden ser las personas mayores o con morvilidad. Por último, hay un subgrupo de personas a las que el hecho de hacer inyecciones de cualquier tipo dentro de las arterias coronarias puede resultar perjudicial.
¿Cómo mejoran la supervivencia y la calidad de vida de los pacientes?
La verdad es que no lo podemos saber, porque estamos hablando de evitar problemas para el paciente. ¿Por qué es importante? Porque, como comentaba, por una parte se evitan complicaciones derivadas de la administración de contraste, y por otra aumenta la calidad del procedimiento porque da tiempo y espacio al intervencionista para realizar su labor.
¿De qué forma estas innovaciones en ICP mejoran la eficiencia de un centro sanitario?
La ventaja fundamental para el sistema sanitario es que estas herramientas evitan la iatrogenia asociada a la nefropatía por contraste, que es un problema muy serio porque no solo hace que el paciente acelere su camino hacia la dependencia, sino que además provoca un
coste sanitario gravísimo. Por encima de todo hay que poner al paciente, pero el segundo más beneficiado es el propio centro, porque cualquier progreso negativo en su enfermedad produce un coste. Además, el disponer de estas tecnologías y contribuir a un mejor resultado de las intervenciones hace que el paciente precise en el futuro de menos cuidados.
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