Fátima Al-Shahrour, jefa de la Unidad de Bioinformática del CNIO.
Fue su interés por los ordenadores unido a una curiosidad desbordante lo que hizo que Fátima Al-Shahrour asomara la cabeza en un mundo por entonces novedoso y futurista, como era la Bioinformática. Pronto aprendería el potencial que desprendía esta ciencia con apenas límites y la multitud de aplicaciones que podía tener en un campo como la sanidad. Solo hacía falta formular la pregunta adecuada y contar con unos datos de calidad para ofrecer respuestas a preguntas en pacientes oncológicos, mejorando y adaptando los tratamientos a su perfil genómico.
El método innovador que aportaba en su tesis doctoral ayudaría a seguir construyendo en España los cimientos de esta disciplina, cada día más exigente, pero también más útil en los centros sanitarios como parte de un nuevo cambio de paradigma de la Medicina, tal y como resume esta bioinformática, responsable de la Unidad dedicada a esta displina que guarda el
Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) en esta entrevista realizada en el pódcast
'Líderes Sanitarias'.
¿Por qué es cada vez más importante la Bioinformática en un campo como la Oncología?
Bueno, la Bioinformática es importante en muchos campos. Históricamente está muy centrada en la investigación de enfermedades, pero también en investigación básica, y se ha ampliado mucho como una herramienta para poder generar nuevas hipótesis, para analizar los datos. En los últimos años la Bioinformática ha cobrado gran importancia a la hora de tener una traslación en el uso de estas herramientas o de esta disciplina científica para abordar temas más complejos relacionados con enfermedades. En concreto, llevo muchos años trabajando en Bioinformática enfocada en Oncología. El cáncer es una de las enfermedades más complejas en sentido genético, también de sistemas, es decir, implica muchísimos componentes y la Bioinformática tiene ese papel de poder analizar esos datos que podemos generar: datos genómicos, datos de los pacientes... Que nos permitan comprender mejor la enfermedad y también poder proponer nuevas terapias, por ejemplo, e identificar nuevos biomarcadores. Y en cierto modo, como es el concepto de la Medicina de precisión, ha ayudado a dar un beneficio al paciente a la hora de tratarlo. Se ha convertido en una herramienta imprescindible para esta área.
¿Cuáles son, dicho esto, las líneas de trabajo de esta unidad dentro del CNIO?
Pues en la Unidad de Bioinformática del CNIO tenemos varios objetivos: principalmente damos apoyo al centro, a los diferentes grupos experimentales, para poder ayudar a analizar datos genómicos, datos que vienen de la secuenciación masiva, otros datos de 'high throughput' o análisis estadísticos... Poder abordar diferentes cuestiones que impliquen la cantidad de datos ingente que hay en Biología y ciencias en general. Como segunda labor, tenemos también líneas de investigación más relacionadas con la interpretación y el análisis del genoma del cáncer, de los tumores. Lo que realizamos son metodologías o desarrollamos análisis que nos permitan identificar biomarcadores que podrían estar asociados a respuestas terapéuticas, es decir, cómo poder priorizar aquellos tratamientos que serían los mejores para un determinado paciente oncológico según su perfil genómico, siempre usamos la información genómica de los tumores de los pacientes. Ahora hay una nueva área más relacionada con el análisis de datos de célula única, de 'single cell', que nos permite diseccionar esa heterogeneidad que hay en los tumores y nuestro objetivo es, a nivel computacional, poder proponer cuáles serían los mejores tratamientos teniendo en cuenta esa heterogeneidad. Esas son las líneas que nos interesan, nos interesa tratar a los pacientes de la manera más inteligente posible.
Teniendo todo esto en cuenta, si hablamos de plazos Fátima, ¿cuándo podríamos ver esa mejora en los tratamientos? ¿Cuándo diría que, una vez aplicadas esas líneas de trabajo, esos descubrimientos, esos avances... ¿Se podrían ver reflejados ya en el ámbito clínico, en el ámbito de diagnóstico?
Nosotros trabajamos en un centro de investigación, en un área bastante emergente, aunque llevaba ya tiempo. La Bioinformática no es una disciplina muy antigua, pero tampoco es muy nueva, es decir, llevamos ya unas cuantas décadas trabajando con este tipo de datos. La Medicina se ha transformado en una Medicina con un determinado cambio de paradigma en el que, relativamente hace poco, los datos están teniendo un papel muy importante, es decir, análisis de los datos que tenemos de los pacientes y su perfil genómico están cobrando gran importancia para realizar la Medicina de precisión, que es intentar tratar a los pacientes de una manera guiada según su perfil genómico u otro tipo de datos relacionados con su estilo de vida. Esto, en cuestión de tiempo, parece un reto bastante complejo, porque no incluye un único actor, incluye también la Bioinformática, pero requiere también una Medicina nueva, una Medicina que además ahora incluya otro tipo de datos e información para poder abordarlo. En cuanto a los tiempos, yo soy una de las personas más optimistas en este área.
Existen grandes iniciativas también a nivel nacional, como los proyectos IMPaCT, que tienen como idea trasladar estos conocimientos que se están realizando a nivel de investigación y trasladarlos al Sistema Nacional de Salud. Ahora, actualmente, se han iniciado sus proyectos, llevan un año, y la idea es que poco a poco vamos a ir aprendiendo, trasladando a nivel de investigación, es decir, cómo se uso de los datos de manera secundaria para tratar a los pacientes: qué impacto tienen, cómo podemos organizarlo, cómo podemos extraer la máxima información... Y lo aplicamos a casos de uso. El objetivo principal es que a nivel nacional, e incluso a nivel europeo que hay varios proyectos, es que a un plazo corto o medio se pueda incorporar poco a poco a la cartera de servicios. Lo que pasa es que requiere el desarrollo de infraestructuras computacionales, una gran inversión, por supuesto, y también requiere una formación importante en el personal que va a poder o va a usar este tipo de datos, este tipo de enfoques de Medicina de precisión, en cierto modo modernos.
Por tanto, ¿debe aumentar la apuesta por la Bioinformática en el Sistema Nacional de Salud en cuanto a recursos?
Por supuesto. Como he comentado antes, la Bioinformática ha tenido un papel importante en investigación y es clave, y cada vez más se ve su papel esencial dentro de su uso dentro de los sistemas de salud. ¿Qué hacemos para ello? Nosotros, por ejemplo, lo que intentamos es acercarnos a entornos sanitarios, proporcionar charlas, dar formación, proporcionar determinadas asesorías o guías... Para poder concienciar de esa necesidad de la Bioinformática a la hora de abordar este gran reto que tenemos si queremos que los datos, por ejemplo, de perfiles genómicos de los pacientes, no solo de cáncer, pero de cualquier otro paciente, se incorporen a la hora de tomar decisiones clínicas. Para ello, como comentaba, además del tema de infraestructuras de financiación, lo que se necesita es la gente. Se necesita esa formación adecuada y, por tanto, perfiles especializados que te permitan llevar a cabo esta gran tarea. La Bioinformática se hace esencial en entornos sanitarios, llevamos unos cuantos años intentando con el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), y con otras entidades también relacionadas con el entorno de salud, que potencien más la contratación de técnicos o de bioinformáticos y del desarrollo de grupos de bioinformáticos dentro de los hospitales en España, de los institutos de investigación sanitarios. Porque vemos que la investigación está dejando poco a poco de ser investigación en algunos aspectos para moverse ya a aplicarlo en el día a día, en la rutina de la clínica.
O sea que sí que habría un interés hacia este área, ¿no? Sí que hay perfiles interesados en la Bioinformática, pero a lo mejor hay que dar un empujón más a estabilizar a nivel profesional esos perfiles…
Sí, un perfil bioinformático es ahora actualmente muy demandado en investigación, en biotecnológicas, y poquito a poco se va viendo que su perfil va a ser imprescindible dentro de los hospitales. Es como sucede, muchas veces digo 'poco a poco', pero lo que estamos viendo y estamos viviendo es un 'boom'. Desde hace unos años yo codirijo, junto con Alfonso Valencia de Barcelona Super Computing, un Máster de Bioinformática organizado en la Escuela Nacional de Salud del Carlos III (ESN-ISCIII), junto con el CNIO, y la Sociedad Española de Biotecnología (Sebiot) con otras instituciones, lo que hacemos es desarrollar y formar bioinformáticos. Hay muchos más másteres a nivel nacional, y en la Comunidad Madrid, y algo que estuvimos presentando lo llamamos los bioinformáticos desaparecidos, es decir, desarrollamos 30 bioinformáticos cada curso en los diferentes másteres, y cuando quieres contratar alguno ya no están, porque ya han sido contratados. Eso refleja la actual demanda y este Máster de Bioinformática aplicada a la Medicina Personalizada que tenemos en el ISCIII, la primera intención que tiene es preparar profesionales que puedan incorporarse en esos entornos sanitarios. Por lo tanto, la la apuesta es clara, existe, y lo que estamos viviendo es la gran demanda que hay, que no podemos en cierto modo cubrir. La idea es motivar a más gente que le interese este área que realmente tiene una gran salida profesional, aparte de ser una profesión bastante interesante a nivel de investigación e incluso de motivación.
Además de esos recursos humanos y económicos, ¿cuáles diría que son el resto de asignaturas pendientes de esta ciencia en España?
Normalmente, cuando hablamos de Medicina de precisión en la parte del enfoque y el uso de la Bioinformática, lo primero es la infraestructura computacional, las bases de datos que tenemos que desarrollar, que sean federadas, que puedan ser compartidas... La clave inicial, el primer punto, siempre es la calidad de los datos. Lo que primero se está trabajando es tener unos datos relacionados con los pacientes almacenados actualmente en historias digitales que puedan ser extraíbles, que sean armonizados, que estén estandarizados... Pero el gran reto principal es cómo vamos a poder compartir o cómo poder extraer la máxima información, cuando en muchos casos esos datos están aislados en nichos dentro de los hospitales. El gran reto de la Medicina de precisión en el aspecto del manejo de los datos, de cómo abordar estas tareas, es precisamente tener unos datos de calidad que podamos extraer, que podamos analizar de una manera coherente. Para ello se necesita esos buenos datos, unas buenas infraestructuras, bases de datos, metodologías modernas, sistemas de computación potentes, y luego yo siempre lo que recalco es la gente que lo vaya a analizar, que es la clave. Nosotros no hablamos solo del bioinformático, de cómo lo vaya a desarrollar, será un equipo de gente que tendrá cada uno una experiencia, una 'expertise', pero es muy importante animar a aquellos que trabajan en entornos sanitarios, clínicos, a que se formen, especialmente a la gente joven. Y es algo que trabajamos también: cómo poder incluir este tipo de temática de una manera temprana en su propia formación. Es importante animar a la gente que si quiere hacer una práctica clínica dentro de unos años, esto se lo va a encontrar en su día a día.
"El gran reto de la Medicina de precisión es tener datos de calidad que podamos extraer y analizar de manera coherente"
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Y en relación con esto que comenta, ¿cómo concibe el colectivo de profesionales sanitarios esta ciencia? ¿Es bien recibida? ¿Hay interés por incluirla en su día a día?
Hay mucho interés. Aparte de ser una temática realmente interesante no es futurista, porque la idea es que ya está aquí. El uso de otro tipo de datos, incluidos los moleculares, va a ser esencial. Y en general, lo que genera es una curiosidad, un interés y, por supuesto, el querer acercarse a ello. Por nuestro lado, nosotros, cuando nos acercamos desde la parte de investigación a ver cómo desarrollan su trabajo también los clínicos, lo que hay es esa comunicación entre dos profesionales de profesiones diferentes con mucho interés en ambos casos, o sea que sí, yo creo que hay mucha aceptación y mucho interés.
Su relación con este organismo, el CNIO, empezó en los 2000 cuando realizó el doctorado en la Unidad. Entonces, su trabajo de investigación se centraba en el desarrollo de nuevas herramientas bioinformáticas. ¿En qué consistían estas herramientas?
Comencé en el CNIO en el año 2001, hace un montón. Luego me fui y volví... Yo estudié Ciencias Químicas. Siempre me ha interesado mucho el mundo de los ordenadores, viví eso de que empezaba internet, era un mundo apasionante. Aprendí a programar, tuve también una parte de profesión en una empresa, esto justo antes de empezar la tesis, y ahí de repente aprendí qué era la Bioinformática, yo no tenía ni idea, no sabía. Hay mucha gente que todavía no sabe lo que es la Bioinformática. Y tuve la suerte de poder hacer mi tesis en un centro de excelencia, como es el CNIO, orientado a esta ciencia. Cuando yo comencé hace 20 años, empezaban esas nuevas técnicas a nivel genómico: 'screanings' masivos, en los que tenías matrices con muchos datos. Mi tesis fue en cierto modo novedosa, porque desarrollamos una metodología que nos permitía, a partir de la información de los genes, de cómo se expresaban, agruparlos en función de qué actividades funcionales estaban alteradas. Y lo gracioso de todo eso es que ahora, eso que se hizo hace 20 años, ahora es como algo habitual, ya todo el mundo conoce cómo uno tiene que hacer este tipo de análisis. Y bueno, mi contribución fue desarrollar una metodología que afortunadamente sí que se usó, y bueno, estoy contenta de que se aportasen cosas.
¿Cómo diría que ha aumentado la precisión de estos procesos bioinformáticos desde entonces?
Una barbaridad. Ahora tengo mis estudiantes predoctorales y veo lo que se me pedía a mí, ahora dices '¿cómo no se sabía esto?', '¿cómo se desarrollaban los métodos hace 20 años?' Era más sencillo, no conceptualmente, pero se exigía menos. Al ser un campo tan novedoso y tan reciente, cualquier aportación era fácil o relativamente sencillo, más poder publicar o contribuir, porque no existía nada, no existía ningún método. Ahora hay miles, centenares de metodologías que hacen cosas similares, con complejidades de análisis a nivel estadístico, matemático, predictivo... Que requiere una mayor versatilidad a la hora de aplicar y conocer estos métodos y, sobre todo, que a veces podría incluso saturar. Es decir, ¿cuál es el método? Pero bueno, afortunadamente los nuevos estudiantes vienen mucho más preparados que nosotros.
Parte de su carrera científica se ha desarrollado fuera de España, en Estados Unidos. ¿Qué 'modus operandi' diría que pudo exportar y aplicar aquí a nivel nacional?
Pues tuve la suerte, tras leer la tesis en el año 2007, y era uno de los centros pioneros de la Genómica como es el Broad Institut en Boston, en Cambridge, Massachusetts. Y bueno, a mí me fascinó mi estancia ahí, la forma de trabajar a nivel de motivación, de medios, de ideas... Abordaban las ideas de una manera muy ambiciosa. Es decir, tú desarrollabas una investigación en la que había decenas de personas contribuyendo con, por supuesto, gran financiación, estamos hablando de un centro con muchísima financiación. Cuando uno se va de 'postdoc' se va a una estancia, especialmente a centros de élite, te das cuenta de que van adelantados en investigación cinco o seis años. Entonces, cuando tú vuelves, cuando llegas aquí, es que vienes del futuro. Tienes de primera mano información de los datos que se están generando, qué resultados se están desarrollando, hacia dónde va la ciencia... Lo que adquieres principalmente es una estrategia de 'espérate, que el mundo va por aquí porque ellos van en ese futuro'. Sabes que traes todo eso, conocimiento, que aquí deberíamos estudiar. ¿Qué traje de ahí? Pues un poco la forma de analizar de una manera general diferentes tipos de datos y aplicarlo a los tratamientos. Algo que es lo que quería hacer, por eso en mi grupo se orientaban a eso. Yo había trabajado en la identificación de esos biomarcadores y quise traerlo para acá. Y traes el 'know-how' de conocer cuáles son los datos que se van a generar en los próximos años, y eso es muy valioso.
¿Cree que la brecha sigue siendo igual de amplia en la actualidad, en cuanto a investigación?
Yo creo que sí. No sé si es malo o bueno tener ese viaje al futuro, yo animo a aquellos que estén haciendo una carrera científica que terminen, a que sí descubran o vayan a esos sitios con grandes recursos donde aprendes no solo profesionalmente, sino también personalmente a cómo abordar los problemas. Sí, creo que hay todavía una brecha. A pesar de que nosotros estamos en un centro que es de excelencia, es puntero en España y a nivel europeo, pero aún así sí se nota que ellos van todavía por delante.
Si su trayectoria en este centro puntero, como decía, ha ido en ascenso hasta convertirse dos décadas después de su vuelta a España en responsable del área de Bioinformática, ¿cuáles considera que son los mayores desafíos que presenta coordinar una unidad como esta?
Bueno, muchos. Si me pongo el sombrero de investigadora, los grandes problemas a niveles generales son los burocráticos y administrativos que nos encontramos todos. A ver si la nueva Ley de Ciencia nos permite reducir esa carga, que es algo que uno cuando se convierte en jefe no te imaginas nunca se va a convertir en estar gestionando papeles o contestando emails en la mayoría de los casos. El gran reto que me he encontrado es liderar o llevar o poder conducir a estudiantes y a gente en su trabajo diario. Uno tiene figuras que pueda mirar y sabe cómo puede dirigir un grupo, pero nunca nadie te enseña cómo gestionar gente. Y para mí, el gran reto principal no es tanto en ideas, porque ideas surgen muchísimas. Tengo la suerte de trabajar en un área que está constantemente en movimiento y surgen un montón de artículos, un montón de trabajo... Lo que cuesta más es cómo llevar un equipo motivado, que tenga ganas de trabajar en esto con la misma hambre que uno cree que tiene. Y eso es lo más complicado, que nadie te enseña cómo llevar a la gente, y ese es el problema que peor llevo. A nivel científico, creo que aquí se puede hacer todo. Tenemos afortunadamente todos los medios.
Hablaba antes de la importancia que tiene esa utilidad de los datos extraídos. ¿Podría esta disciplina reducir las diferencias en el diagnóstico, por ejemplo, por cuestiones de género?
Uno de los grandes trabajos que tenemos es desarrollar metodologías que eliminen esa diferencia de género. En muchos casos no se está teniendo en cuenta la perspectiva de género. En mi investigación, y hace unos años ya, pero no muchos, pero ahora se está potenciando, la idea es que en investigación nos piden que esa perspectiva de género se tenga cada vez más en cuenta. Es decir, que no haya ningún tipo de sesgo y a la hora de analizar los datos también se incluya o se tenga en cuenta, que muchas veces no se ha tenido en cuenta. Sin lugar a dudas, vamos a vivir una época en la que la perspectiva de género va a ser frecuente no sólo en hacer ciencia, cada vez más en un entorno equilibrado de hombres y mujeres.
"Sin lugar a dudas, vamos a vivir una época en la que la perspectiva de género va a ser frecuente en un entorno equilibrado de hombres y mujeres"
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En su equipo sí que hay presencia femenina. ¿Qué barreras siguen estando presentes, en su opinión, en el acceso de mujeres a un campo como la investigación?
En el CNIO hay más mujeres que hombres, y en la mayoría de los centros de investigación y en entornos sanitarios hay más mujeres que hombres trabajando. Hay más estudiantes predoctorales, también hay técnicas e investigadoras. El gran problema es ese salto a liderar una unidad o liderar un grupo. Es decir, cuando ya requiere mayores responsabilidades es cuando hay esa brecha entre hombres y mujeres. Es cierto que con nuevas políticas, tanto internas como a nivel de gobierno, regionales y nacionales se va a ayudar a que esa brecha se reduzca, son las formas de poder modificar este tipo de desequilibrios. Afortunadamente en CNIO hace unos años que se planteó que hubiese un equilibrio de investigadores principales en todos los diferentes ámbitos de trabajo, que hubiese un equilibrio entre hombres y mujeres para poder aliviar ese problema. Pero sigue existiendo, sobre todo en cargos de más alto nivel. Yo confío que eso en unos años también se va a acabar.
Y además de esa parte institucional, ¿cómo cree que debería modificarse el genoma de la sociedad para que lleguemos a hablar de una igualdad plena?
Es una pregunta difícil. ¿Cómo vamos a naturalizarlo? Pues cuando lo veamos normal, es decir, cuando vemos a más gente en cargos de poder dirigiendo empresas, grupos y el propio país. ¿Cómo hacer ese cambio? No forzando, pero sí, en cierto modo, fomentando que la figura de la mujer aparezca en estos niveles. Esta propia entrevista, por ejemplo. A pesar de que no soy una persona que me guste mucho hablar, lo hago por visibilizar. Respecto a los propios estudiantes que vienen, las nuevas generaciones, sabes que tienes en cierto modo un papel, una responsabilidad en ese aspecto, de visibilizar, de que te vean, no sólo a nivel interno sino también externo. Y creo que cuando nuestros ojos lo perciban es cuando ya el genoma lo habrá absorbido. Es decir, creo que cada vez más estamos más acostumbrados a ver a mujeres liderando y cuando ya no nos planteemos por qué están ahí, se habrá acabado ya ese problema.
En su caso personal, al entrar en un área que era prácticamente pionera y en la que hubo que asentar los cimiuentos..¿ha percibido alguna vez alguna barrera de género?
Cuando comencé hace 20 años -yo me considero como la segunda generación- había unos grupos de Bioinformática, pero profesionales del área fueron mi jefe, Joaquín D'Opazo, otros líderes, otros jefes de diferentes grupos.. Cuando yo llegué, en las primeras jornadas de Bioinformática a las que asistí, que fueron en el año 2002, eran 100 asistentes y sólo había dos mujeres. A pesar de haber más investigadoras en Biología y más chicas trabajando en Biología, la entrada en ese área de tocar los ordenadores costó mucho. Estoy sorprendida de que, de aquí en 20 años, eso ya no existe. No hay un equilibrio cincuenta-cincuenta, pero cada vez más hay más mujeres, más chicas participando, trabajando en áreas de la Bioinformática.
En mi área de trabajo, afortunadamente no he tenido experiencias en las que haya tenido dificultades, he visto que la mayor dificultad es no tener un rol, un modelo, una persona en la que fijarte con un estilo, en cierto modo, más femenino. Eso me hubiera gustado, pero eso sucede en muchos ámbitos y sí que he tenido la suerte de tener mentores. Gente en las que tampoco he visto una actitud que haya sido complicada para mí o que haya tenido algún tipo de conflicto simplemente por ser mujer. Todo lo contrario. Sí que el hecho de haber sido en cierto modo pionera -en España que había pocas mujeres y yo he sido de las primeras- a mí lo que me surge es "Bueno, qué bien, porque puedo abrir puertas" y he tenido afortunadamente buena experiencia en eso. Y eso también se refleja en el hecho de que continúo aquí. Continúo con ganas y también abriendo puertas a más gente. Ahora sí, por supuesto. Sí que es verdad que, aunque yo no lo haya tenido, tener más atmósferas, más profesionales con formas más femeninas, poderes más orientados hacia como la mujer lidera, serían deseables para equilibrarlo.
¿Qué es lo que más le atrae de la Bioinformática?
Cuando uno aprende a programar, aprende a cómo resolver cuestiones. Se convierte en un puzzle en tu cabeza, intentas extraer un resultado y, con unas líneas de código, un tiempo que ejecutas, resuelves ese resultado. Dices "¡Ay mira Eureka!" Si además eso de programar lo aplicas a datos relacionados con la investigación, con Ciencia, con salud, pues es increíble, porque de una manera, en cierto modo rápida, mucho menos tediosa que el trabajo en la poyata, puedes contestar a preguntas científicas muy ambiciosas, aplicando las herramientas adecuadas. Y la Bioinformática tiene un gran poder para eso. Mezcla muchas áreas. Eso es lo que me gusta. que es una disciplina que la puedes aplicar a Neurociencia, para salud, para Biología básica, para Oncología...Las mismas herramientas te permiten generar nuevas hipótesis, puedes proporcionar muchísimas ideas, haces un nuevo recurso para ayudar a investigadores. Sobre todo porque también no tiene tantos límites. Procesas en un ordenador. Lo que necesitas es una buena pregunta y una manera sencilla de obtener los resultados. Y ese poder lo tiene al ser una ciencia diversa que puedas aplicar a muchas áreas. Lo que más me atrae de la Bioinformática es que es muy agradecida. Enseñas a la gente. A la gente le fascina, la gente lo aprende, quiere aprenderlo y quiere aplicarlo. Y tenemos muchos investigadores que hicieron su tesis en la poyata, en un laboratorio, cultivando células, tratando animales y dicen "Yo quiero esto mucho mejor, mucho más potente".
Y desde un prisma más personal, ¿cuáles diría que son sus otras pasiones además de la informática?
Yo no vivo para el trabajo. A mí me encanta. La verdad es que me gusta mucho hacer investigación a pesar de ser apaleados, a veces. Es realmente exigente y duro en muchos casos cuando vas con tus compañeros de carrera y claro, todos tienen otro tipo de sueldos. Lo voy a decir abiertamente. Pero bueno, a mí me encanta lo que hago. A nivel personal soy una persona muy curiosa y una gran amante de la lectura. Me hubiera gustado también solo dedicarme a eso, mi sueño. A veces pienso en dejar esto y montar una librería. Por lo tanto, yo creo que esa es mi gran pasión: la literatura. Me gusta la literatura clásica, leo de todo, no solo de Ciencia. Me gusta la ficción, me gusta la novela en general.
Y como amante de la literatura, ¿se atrevería a ponerle un título a tu biografía?
¡Qué preguntas más difíciles me hacéis! Voy a decir un par de palabras que creo que me han definido. Soy optimista, soy positiva. Me encanta el sentido del humor. Me gusta mucho la comedia. Yo todo lo contestó, para bien o para mal, a veces con chistes, cosa que no sé si a veces hace que descoloque. Y me considero valiente también en abordar áreas por la curiosidad. Entonces mis frases son, valiente pero con una sonrisa.
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