Sheila Justo, Alicia Martín y Verónica Olmo.
Lejos de desaparecer, la lacra de la
violencia late con más intensidad si cabe en los centros sanitarios españoles. Los datos así lo constatan: solo en 2022 se denunciaron
843 casos (un 38 por ciento más) y todo indica que este volverá a ser otro 'año récord’, según la
Organización Médica Colegial (OMC), que constata que son las
mujeres las que
más agresiones padecen. La mayoría son verbales, aunque tampoco se libran de empujones, agarrones u otra clase de agresiones físicas. En el fondo subyace además un problema estancado de
violencia ‘invisibilizada’ que se ha perpetuado en el tiempo: del
‘oye, niña’ y las faltas de respeto se ha pasado a los insultos y el acoso a través de las redes sociales.
“En muchas ocasiones seguimos siendo tratadas como el
sexo débil”, sentencian profesionales de diferentes ámbitos de la sanidad que, en el
Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, vuelven a reivindicar la necesidad de incrementar las medidas punitivas contra los agresores en los centros de salud, clínicas y hospitales. Pero, sobre todo, de
“concienciar” a la ciudadanía de la situación de maltrato que padecen de forma generalizada.
A ellas 'niña', a ellos 'doctor'
Alicia Martín, médica de familia, es una de las sanitarias que marchará este sábado en la manifestación convocada por la
Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid (Amyts) en la capital española para denunciar esa violencia ‘sistemática’ que padecen las profesionales del sector. Ella misma ha sido víctima de
agresiones graves de acoso sexual durante su especialización, pero también de esos
micro-machismos que quedan diluidos en el día a día de su jornada profesional.
"Somos doctoras y autoridad pública. Los comportamientos que están fuera de lugar se tienen que acabar"
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“Nos sigue pasando que haya pacientes que
elijan médicos varones, o que nos digan ‘cariño’ o ‘cielo’. Eso a nuestros compañeros no se lo dicen;
a ellos los llaman ‘doctor’”, apunta la facultativa. “Por nuestro centro en Sevilla también dicen ‘mi alma’”, ironiza otra médica de Familia,
Verónica Olmo, quien incide en que a las sanitarias se las trata con un
lenguaje “mucho más coloquial” que socava en parte la relación ‘médico-paciente’.
“La violencia sigue existiendo en las consultas y la sufrimos todos; pero
si eres mujer, hay un plus añadido porque nos ven más vulnerables”, apunta la también coordinadora del GT de Salud Mental de Semergen.
En esta línea,
Sheila Justo, vicepresidenta de Amyts, desliza que algunos pacientes no dudan en rebasar los límites de esa relación entre médica y paciente e invitan a las profesionales a tener una cita, o bien les hacen regalos “no de gratitud, sino
con intenciones de ligar”. “A mí me han llegado a
buscar y acosar en redes; es una situación violenta que puede llegar a tener un importante impacto psicológico”, reconoce.
La propia Justo subraya, en cualquier caso, que estos casos representan apenas
“la punta del iceberg” del problema. “Las
agresiones se denuncian en un porcentaje muy bajo, aunque hayan aumentado en los últimos años”.
Se trata de un problema del que no se libran los
residentes. “Ellos mismos nos dicen que las amenazas son
parte de su día a día. Reconocen que se sienten mal, pero lo han interiorizado”, señala Justo. “A mí me llegaron a decir que hay cosas con las que tengo que
tragar porque siempre han sido así”, añade en este sentido Alicia Martín.
"Educaciones patriarcales" en sanidad
Las profesionales consultadas por
Redacción Médica apuntan que en sus consultas tienen recursos para afrontar este tipo de situaciones, como
alarmas para pedir auxilio o una buena
disposición del mobiliario que les facilita la huida. “Eso sí, si sufro una agresión de un paciente, no puedo solicitar que esa persona cause
baja en mi cupo si no lo decide un juez”, advierte Verónica Olmo.
A este respecto, Alicia Martín denuncia que hay ciertas
educaciones patriarcales que se han “asumido sin remedio” en los centros sanitarios y que “
incitan a la violencia contra las mujeres”. “Lo que no se puede hacer es
normalizar esta situación; si la sociedad calla, si los compañeros no denuncian también lo que está pasando, se deja a las mujeres en una
situación de soledad y de maltrato”, sintetiza Alicia Martín.
“Hace falta
endurecer claramente las penas y que haya más educación en igualdad”, sentencia Sheila Justo, quien incide en que la violencia no emergen en casos aislados sino que es una lacra que sufre "la mayoría de las profesionales". "Somos doctoras y una
autoridad pública; las agresiones y comentarios fuera de lugar se tienen que acabar”.
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