Silvia Espinosa (CCOO) y Cristina Antoñanzas (UGT).
Los sindicatos le toman la palabra la ministra de Sanidad,
Mónica García, con la que coinciden en la “urgente necesidad” de abordar las
inequidades de género en el sistema de salud y promover un enfoque “más equitativo” en todos los aspectos de la atención médica y la investigación científica. En la víspera del
Día Internacional de la Mujer, desde
CCOO y
UGT, consultados por
Redacción Médica, identifican cuatro claves que explican por qué aún existen sesgos de género en el ámbito sanitario: la
invisibilización de la mujer en los estudios de enfermedades, "la
violencia obstétrica", la
discriminación laboral de las profesionales sanitarias fruto de las responsabilidades no compartidas por la
maternidad y los
problemas de salud mental derivados de todo ello.
“Hay que
incluir a la mujer de forma paritaria en los estudios y en los ensayos clínicos, y tener en cuenta las
diferencias de género en la sintomatología, en el diagnóstico, en el tratamiento hospitalario y en el farmacológico”, afirmó García recientemente a este medio, y es ese el punto de partida de las reivindicaciones sindicales para acabar con la
discriminación femenina en el ámbito de la sanidad.
“Las Ciencias de la Salud y la práctica de la Medicina han sido históricamente ciegas a los condicionantes biológicos, psicológicos y sociales que inciden en la salud de las mujeres”, asegura la responsable de Mujeres e Igualdad de la Federación de Sanidad y Sectores Sociosanitarios de CCOO (
FSS-CCOO),
Silvia Espinosa López, quien culpa de ello a lo que la filósofa feminista
Alicia Puleo llama
“androcentrismo”, esto es, una visión de todos los aspectos vitales, incluido el sanitario y el científico, que sitúa al hombre en el centro del universo.
“Es el causante de que históricamente las investigaciones y
estudios de enfermedades y fármacos se hayan hecho en cuerpos de hombres o animales machos, trasladando los resultados a las mujeres, como si fuéramos iguales en todo menos en el aparato reproductivo”, denuncia, además e incidir en que esa “invisibilización” de las mujeres en la práctica científica es
“demoledora” para su salud.
Espinosa: "La invisibilización de la mujer en estudios científicos es demoledora para su salud"
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Cristina Antoñanzas, vicesecretaria general de UGT, reconoce que el ámbito académico está cada vez más concienciado en dejar atrás sesgos de género y sexo en las investigaciones que se impulsan, pero asegura que aún queda tela por cortar. “La investigación en este tipo de enfermedades, como algunos cánceres o todas las
patologías relacionados con la menstruación o con nuestro sistema reproductor, tiene que seguir aumentando, porque no se han tenido tan en cuenta como otras dolencias”, lamenta.
“Todavía se estudian las enfermedades en las universidades sin distinguir por sexos, y todavía la
atención médica está plagada de prejuicios y estereotipos que distorsionan la realidad y, por tanto, el diagnóstico”, agrega Espinosa.
El reto de poner fin a "la violencia obstétrica"
Antoñanzas señala que los tabúes a los que se ha sometido tradicionalmente a la menstruación o la
endometriosis "han alimentado la
violencia obstétrica", algo en lo que también coincide Espinosa: “La
violencia obstétrica y ginecológica está definida por la Organización Mundial de la Salud (
OMS) desde hace años, y consiste en el abuso de poder, la pérdida de autonomía e incluso el
maltrato en torno a las prácticas sanitarias a la mujer, especialmente durante el embarazo y el parto”, recuerda.
Antoñanzas: "Los tabúes sobre menstruación o endometriosis han alimentado la violencia obstétrica"
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La responsable de CCOO pone dos ejemplos: por un lado, señala que, en España, se hacen
117.000 episiotomías “injustificadas” al año, según la asociación
El parto es nuestro; por otro, en un 26 por ciento de los partos vaginales se sigue recurriendo a las
maniobras de Kirsteller, “que consiste en empujar el vientre de la parturienta con las manos”, a pesar de que están desaconsejadas por la OMS y por la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (
SEGO).
Discriminación laboral en el ámbito sanitario
Espinosa también advierte de la discriminación laboral que aún sufren las mujeres durante
el embarazo y la lactancia. “Muchas veces supone un parón en las carreras profesionales”, apunta. La
sanidad y los servicios sociosanitarios, “a pesar de estar profundamente feminizados”, no son una excepción.
“En todos los muchos
planes de igualdad que estamos negociando vemos cómo, de manera invariable, las mujeres son las que más reducciones de jornada por guarda, excedencias y otros permisos ejercen. Son datos que delatan quién sigue asumiendo aún esos
roles de cuidados, un trabajo que es invisible y que no se paga”, describe.
También asevera que esa circunstancia perjudica a las mujeres en tanto en cuanto “se ven claramente afectadas en las promociones, en la capacidad de ocupar
cargos de responsabilidad, o en la posibilidad de dirigir proyectos de investigación”.
“Esta es una de las causas que
no dejan mejorar en sanidad la brecha vertical, según la cual, y a pesar de la gran feminización del sector, los
altos cargos de gerencias de hospitales y jefaturas de servicios aún están copados en gran parte por hombres”, apostilla.
Salud mental invisibilizada y menospreciada
Para Antoñanzas, además, la concepción tradicional de la
mujer como cuidadora del hogar ha agravado en el tiempo sus problemas de
salud mental: “Muchas mujeres tenemos dos jornadas laborales, la nuestra y la de nuestra casa. Tenemos una presión que ellos no tienen, o la tienen en menor medida”.
Espinosa destaca que el “malestar emocional y físico” que acarrea esa realidad, añadido a “la
violencia de género en sus múltiples formas” y “la discriminación en todos los ámbitos”, conducen a que las mujeres “sean las receptoras del 85 por ciento de los
psicofármacos que se prescriben en España”, algo para lo cual “también pesan los estereotipos que nos presentan como seres mucho más emocionales, por no decir histéricas, mucho más propensas a
las depresiones y la ansiedad”.
Y aunque medidas e intenciones para acabar con todo ello ya hay sobre la mesa, desde UGT redoblan la apuesta. “Más allá de la coletilla de que tiene que haber
perspectiva de género en la sanidad y en los diagnósticos, hay que inculcar qué es esa perspectiva de género”, señala Antoñanzas, que sugiere al
Ministerio de Sanidad que fomente programas específicos en pos de ello, algo en lo que “UGT estaría de acuerdo”. “Lo importante es que esta perspectiva de género no se quede en el nombre”, reitera la responsable sindical.
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