La ministra de Sanidad, Dolors Montserrat, durante la reunión de la OCDE.
Poco han tardado los ministros de Sanidad de los países miembros de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en enmendar la plana al
informe que recomendaba "reequilibrar la negociación con la industria". El texto, publicado este lunes, se ha debatido en la reunión que los mandatarios han celebrado en París esta semana. Durante el encuentro han matizado estas conclusiones y han asumido las peticiones más suaves del informe.
En lugar de pedir ese nuevo
equilibrio en la fuerza de la negociación,
la declaración ministerial que han aprobado los mandatarios durante el encuentro pide que "se mejore la transparencia de los procesos entre pacientes, proveedores y administración".
Además, apuesta por que los tres estamentos "trabajen conjuntamente para genera
la evidencia de la eficacia de los tratamientos" para así tomar decisiones informadas acerca de la introducción de innovaciones en lugar del refuerzo de controles que pedía el texto original.
La declaración defiende que el "
diálogo constructivo entre gobiernos, industria y otros actores puede identificar soluciones al reto de usar las innovaciones de manera más efectiva". En el informe del lunes, se instaba a reforzar los controles sobre la eficacia para "
ajustar los precios a los beneficios de salud" e incluso llegaba a plantear la posibilidad de que las administraciones retiraran los pagos si las tecnologías se demostraban ineficaces.
Medir el efecto en los pacientes
Los ministros también han acordado que se
mida el efecto de las medidas sanitarias sobre los pacientes. "
La atención sanitaria centrada en el paciente seguirá siendo una ambición vaga a no ser que tengamos la información que nos ayude a entender si los sistemas de sanidad ofrecen buenos resultados en salud", recoge la declaración.
Entre otras medidas, se ha acordado la recomendación a los ministros de
"establecer e implementar estrategias de datos sanitarios a escala nacional". La declaración alerta de las oportunidades del
big data sanitario, pero también muestra sus recelos ante cuestiones como la privacidad.
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