El aumento de la presión asistencial es una de las causas del aumento de los ataques a sanitarios.
La hostilidad en el entorno laboral sanitario es patente y ningún profesional de este campo se libra de sufrir una agresión durante el ejercicio de su trabajo. A pesar de que los ataques se dan, más o menos, con la misma intensidad en todas las categorías, entre 2008 a 2012 hubo 1.160 agresiones más a médicos que a enfermeros por parte de los pacientes, según un informe monográfico elaborado por la Comisión de Recursos Humanos del SNS, integrado por Ministerio de Sanidad y los sindicatos del sector.
En concreto, 10.456 médicos fueron atacados en esos cuatro años (el 34,4 por ciento del total), frente a las 9.296 incidencias que tuvieron los enfermeros (30,6 por ciento). A ellos hay que sumar las 10.065 agresiones a otros profesionales sanitarios integrados en el SNS (el 34 por ciento). En total, este colectivo sufrió 30.416 altercados entre 2008 a 2012, pero solo se denunciaron 3.331 de ellos (algo menos del 11 por ciento).
La mayoría de ataques contra sanitarios fueron de carácter no físico, es decir tanto verbales (insultos y vejaciones) como psicológicos (amenazas, coacciones o intento de agresiones). De hecho, casi quintuplican a las físicas (28.432 frente a 6.170). La violencia patrimonial, o lo que es lo mismo, aquella donde se han registrado daños en los enseres del centro sanitario, fue la minoritaria, con 1.373 casos registrados en esos cuatro años.
El triple de ataques en mujeres que en hombres
Las mujeres suelen ser más objeto de estos actos que los hombres: las sanitarias sufrieron 16.512 agresiones entre 2008 a 2012 frente a las 6.395 de los hombres (un 72 por ciento y un 28 por ciento, respectivamente). El informe de Sanidad también registra el perfil del agresor que, mayoritariamente es una persona con un trastorno psiquiátrico, problemas de alcoholismo, drogodependencia, carácter violento o con una conducta racista.
Por otro lado, los ataques a sanitarios se producen prácticamente sin diferenciar si tienen un contrato eventual (2.726 en todo este periodo) o de larga duración (2.616). Asimismo, se han dado 14.744 en Atención Hospitalaria y 15.555, en Primaria.
El tiempo de espera es la principal causa, seguida de la falta de información y la disconformidad con la atención recibida
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El tiempo de espera, la gran causa de agresión a sanitarios
El tiempo de espera es, sin duda, la principal causa de agresión a profesionales sanitarios (2.228). Tras ella le siguen la falta de información, con 1.564 altercados, y la disconformidad del paciente de la atención recibida por parte del médico (1.086). Al otro lado de la balanza, la falta de señalización y/o de información en los centros y de espacios de confort en los mismos son las circunstancias que menos problemas han suscitado de puertas para dentro del hospital.
En total, el informe la Comisión de Recursos Humanos diferencia hasta cuatro áreas diferentes donde se puede producir la agresión: por la organización del centro (8.163 ataques); por disconformidad con la atención profesional recibida (5.946); por diferencias con el trato recibido por parte del profesional sanitario (1.543); o relativas al proceso de prestación de incapacidad temporal, las más minoritarias con 198 en total.
Los ataques, de la mano de la presión asistencial
Con los datos sobre la mesa, los sindicatos del sector han mostrado su alarma ante una situación que, lejos remitir, se mantiene constante durante los años, tal y como ha demostrado el informe del ministerio.
Para Fernando Molina, presidente del sector de Sanidad del sindicato CSI-F, la raíz de este problema radica en “el aumento de la presión asistencial al que se han visto sometidos los sanitarios desde el inicio de la crisis”. “Esto provoca que el paciente y sus familiares se pongan nerviosos porque, a mayor retraso en las consultas, mayor será el tiempo que esperen para ser atendidos”.
Una idea que comparte Irene Álvarez, responsable de Salud Laboral y Juventud de CCOO, quien además considera que es “imprescindible la visión integral de la prevención” frente a este tipo de situaciones a través de una mayor inversión en formación e información para los profesionales sanitarios. “Deben existir protocolos que inciden en evitarlas, así como ítems que ayuden a conocer e investigar las causas para proponer soluciones adecuadas a cada centro”, insiste Álvarez.
Las administraciones sanitarias tienen un papel esencial en esta problemática, ya que es la institución que cuenta con las herramientas adecuadas para dotar al personal de formación, información y promoción de espacios de trabajo seguros, según la sindicalista. “Las agresiones a los trabajadores deben contar con todo el apoyo institucional”.
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