Cristina Alcalá / Lorena Martínez / Imagen: Miguel Fernández de Vega.
Las secuelas ocasionadas por el ictus vienen a multiplicar las cifras de enfermos crónicos en España, llevando a alteraciones en la sensibilidad, trastornos de lenguaje, ingesta de líquidos y alimentos o rigidez articular.
La paciente Virginia Maderuelo denuncia la falta de atención a las secuelas del ictus.
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Una atención que, según han denunciado los pacientes en el III Congreso Nacional Semergen de Pacientes Crónicos, no queda cubierta por el sistema público, llevándoles a recurrir a servicios privados. Así lo ha ilustrado el testimonio de Virginia Torija, que con 29 años sufrió un ictus en la provincia de Toledo, sede de la celebración del encuentro.
“A pesar de que comunicamos todos mis síntomas en ningún momento se activó el protocolo pertinente”, ha denunciado. Asimismo, esta terapeuta ocupacional ha explicado que ha tenido que costearse un fisioterapeuta, un podólogo y un psicólogo para atender las carencias derivadas del accidente. “Estaba sumida en un bucle de tristeza y miedo”, admite.
Las carencias tras el ictus hacen reflexionar sobre nuevas formas de prevención. Tal y como ha señalado Juan Carlos Martí, médico de familia y coordinador nacional del grupo de trabajo de ictus de Semergen, el 93 por ciento de estos pacientes va a necesitar ayuda para ir al baño y el 29 por ciento asistencia a la hora de comer. Vigilar factores de riesgo, tales como el tabaquismo, la diabetes o el sedentarismo, es una tarea que deben asumir los profesionales de Atención Primaria.
“Sabemos qué hacer y cómo hacerlo. Tenemos que tenerlo presente para ganar la partida al ictus”, concluye.
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