Sede de Muface en Madrid.
La curva se hace cada vez más grande. Enrevesada. Sin un final. Se estrecha. Se extiende. Lo envuelve todo. A veces ahoga. Otras, simplemente, confunde. La espiral de incertidumbre o para de crecer y sus ‘víctimas’ de caer en el vaivén de sus movimientos. Si algo ha rodeado a
Muface y a los mutualistas en los últimos meses ha sido eso. La
incertidumbre. Un sentimiento que aún ahora, que la crisis sin precedentes del modelo parece llegar a su fin, se repite entre los funcionarios públicos adscritos a la mutualidad. Y es que, aunque el nuevo contrato está a semanas de firmarse,
Muface aún tiene flecos por resolver.
Muface tiene sus propósitos para 2025. El primero de ellos, poner punto y final a su crisis, que se ha alargado durante más de seis meses. Pero no es el único. La Dirección General del modelo, capitaneada por Myriam Pallarés, anunció el pasado 26 de marzo su intención de implantar la
receta concertada digital por todo el territorio nacional. Un proceso, por cierto, que solo se encuentra en cinco comunidades autónomas, y cuya tasa de implantación, según
la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) aún está lejos de ser una realidad.
Este
choque entre el deseo de Muface y los resultados reales ha sido lo que ha llevado a varios mutualistas a abordar el asunto. Solo Cantabria, el Principado de Asturias, La Rioja, Islas Canarias y Extremadura tienen este sistema. Y la única con ‘grandes’ niveles de implantación es Cantabria, pionera en la receta electrónica concertada de
Muface con un 71,6 por ciento de expansión.
El mutualismo pide la receta concertada
Con ello, el mutualismo que aún no dispone de este tipo de receta se ha alzado. Varios de ellos, cuestionados por
Redacción Médica, han coincidido en que el sistema de talonarios en papel es
“arcaico”. Con esa palabra define Mariano González (Valladolid, 50 años), el sistema que utiliza desde el año 2004 para la
dispensación de medicamentos en el modelo de asistencia sanitaria privada de la mutualidad. “
Parece que vivimos en el siglo pasado. A nivel electrónico hay muchísimos fallos, no hay actualización, no hay modernidad. Es preocupante en todos los sentidos”, apunta.
Este vallisoletano, de hecho, conocía
Sirem, el nombre con el que se conoce el sistema de
receta electrónica concertada de Muface. Un proyecto que comenzó a implantarse en 2020 en el modelo privado de la mutualidad, y que en el INSS (servicios autonómicos de salud) ya está en su totalidad. Es por ello que explica que el hecho de disponer de este tipo de receta tiene una ventaja principal:
“Facilita el trabajo de los médicos”.
El caso de Mercedes Fernández (Campo de Gibraltar, 62 años) es algo distinto al de Mariano González. Esta funcionaria pública desde hace 38 años cuenta que conocía el sistema Sirem
a través de una publicación de Redacción Médica. Fue entonces cuando, a través de una plataforma de mutualistas (que nació a raíz de la crisis sin precedentes del modelo) llama ‘Muface Sí’ se puso en contacto con otra titular que disponía de este sistema en las Islas Canarias.
“Hay mucha desinformación con todo lo que rodea a Muface”, subraya a este periódico. De hecho, esta andaluza, que actualmente trabaja en Algeciras, cuenta que los talonarios de recetas en papel son sistemas “arcaicos” (de nuevo, sale a relucir el mismo adjetivo), anclados al pasado.
“Hay un agravio comparativo”, insiste Fernández.
Esta funcionaria comenta que
dentro del propio mutualismo hay una
“tendencia a la inercia”. “Como es lo que hemos hecho siempre, el hecho de mantener los talonarios en físico nos resulta hasta cómodo”, reitera.
“Pueden decir que la
gente mayor no está acostumbrada a este tipo de recetas. Pero, ¿qué pasa con aquellos mayores, incluso jubilados, que están en el INSS y sí hacen uso de este sistema? Ellos han aprendido. Allí el sistema está implantado”, señala Fernández a lo largo de la conversación con
Redacción Médica.
La tasa baja de implantación de la receta concertada electrónica
La llegada de la receta electrónica concertada al modelo de
asistencia sanitaria privada de Muface, por el momento, solo es una promesa. Un alegato a una supuesta
implantación total que llegaría a las 17 comunidades y ciudades autónomas a finales de este 2025. Sin embargo, ese propósito de Moncloa choca en gran medida con los resultados que han mostrado los
proyectos piloto de este proceso en los cinco territorios en los que ya se encuentra instalado.
Esta conclusión llegó a finales del mes de marzo. Fue entonces cuando la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) hizo pública la
primera fase de su informe ‘Spending Review 2022-2026’ en el que
abordaba la eficacia y eficiencia de los sistemas de mutualidades en España. Y
ni Muface ni sus ‘hermanos’, Mugeju e Isfas, salieron bien parados.
El documento no solo tachó de ineficaces a todos los sistemas de mutualidades del país. También sacó todos los defectos de cada uno de ellos. Y, dentro de Muface, que aglutina a más de un millón y medio de personas, salió a relucir la
receta electrónica concertada.
“La implantación de la receta electrónica en las mutualidades muestra un
desarrollo desigual, con una cobertura prácticamente total en el régimen público pero un notable retraso en el ámbito privado”, apuntó la Airef.
En este sentido, además, concluyó: “Los resultados muestran que solo
Cantabria, la comunidad con mayor antigüedad en la implantación, ha alcanzado
niveles significativos de utilización de este sistema en el ámbito privado”. Unos datos precedidos por Islas Canarias, con un 21,3 por ciento; Principado de Asturias, con un 19,5 por ciento; Extremadura con un 12 por ciento y La Rioja con un 9,3 por ciento.
A pesar de que el propósito de Muface choca contra su propia realidad, el mutualismo persigue su idea.
“La receta electrónica concertada tendría que estar presente en toda España”, argumentan los mutualistas entrevistados por este periódico. Un deseo que, de cumplirse, no llegaría hasta finales de 2025, o incluso principios del año siguiente.
Hasta ese momento,
la incertidumbre seguirá rodeando a Muface. Y a los mutualistas. Todo ello aunque el
nuevo concierto sanitario para los años 2025, 2026 y 2027 se firmase. Porque a pesar de que la calma podría llegar tras la tormenta, un nuevo huracán se asoma a la mutualidad. Su futuro, aunque asegurado durante tres años, sigue siendo una incógnita.
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