La vacunación masiva no solo podría tener efectos de protección en cuanto a la
inmunización de la población sino que también produciría un
beneficio colateral en relación a aquellos que todavía no han recibido el tratamiento. Es una de las principales conclusiones extraídas de un estudio realizado en Israel que analiza la relación entre la tasa de vacunación a nivel comunitario y el riesgo de infección entre no vacunados.
En concreto, se analizaron los registros de vacunación y los resultados de pruebas Covid recopilados al inicio de la campaña en 117 territorios, donde la inmunización natural era "baja". Los resultados demostraron que
la vacunación no solo protege a las personas inmunizadas sino que también brinda "protección cruzada" a los que aún no se han vacunada. Y es que las tasas de vacunación en cada comunidad se asociaron con una disminución "sustancial" de las infecciones posterior entre la población menor de 16 años que no había sido vacunada.
Por cada 20 por ciento de población vacunada en una población determinada, la
fracción de positivos Covid-19 detectados en el resto de la ciudadanía se redujo a la mitad, según revela el estudio publicado en la revista
Nature.
Aprovechando las diferencias en las tasas de vacunación entre las distintas comunidades y la disponibilidad de una cohorte de personas no vacunadas menores de 16 años para quienes la vacuna no estaba autorizada en la primera fase, los investigadores anlizaron
en qué medida los inmunizados afectaban al riesgo de infección del resto de población que no había recibido el 'pinchazo'. Para minimizar el efecto de la inmunización natural, se tomaron datos desde el 1 de marzo de 2020 en aquellos
territorisos donde el número de positivos era inferior al 10 por ciento.
Cuanto más joven es la población vacunada, menor es el riesgo
Primero, se calculó la fracción media de pacientes vacunados con la primera dosis en intervalos consecutivos de 3 semanas con edades entre 16 y 50 años, que se supone que representan la población que es probable que interactúe con la cohorte de no vacunados menores de 16 años. Al comparar los períodos se consideró
la relación entre el número de pruebas positivas obtenidas entre los pacientes a los que no se había inoculado el tratamiento y los vacunados.
Así, los positivos en infección de los no vacunados disminuyeron en proporción a la tasa de vacunación de cada cohorte analizada. Los contagios disminuyeron especialmente en aquellas comunidades en las que había una mayor cantidad de población joven vacunada, siendo "poco significativa", cuando la edad de los inmuniazados traspasaba los 66 años.
"Nuestro análisis muestra una asociación negativa fuerte y robusta entre la vacunación de adultos en la comunidad y una disminución posterior de la infección de la cohorte de paciente smás jóvenes", concluyen los investigadores, a favor de realizar estudios posteriores que ayuden a comprender si las campañas de vacunación podrían respaldar la perspectiva de la inmunidad colectiva y la erradicación de la enfermedad.
Los investigadores tomaron como premisa la "alta eficacia" demostrada por la vacuna Pfizer – BioNTech a la hora de prevenir enfermedades e infecciones a nivel individual y comunitario, así como en campañas de vacunación en la vida real. Además, aquellos individuos infectados con SARS-CoV-2 tras inocularles el fármaco, reflejaron una carga viral menor. Los científicos advierten que dicha efectividad puede redundar, según qué casos en un aumento de la transmisión, debido a una relajación de las personas ya inmunizadas, que pueden ser menos conscientes de las medidas de distanciamiento social o saltarse las cuarentenas en caso de contacto estrecho.
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