Mathias Cormann, secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Lo
s errores en los diagnósticos no solo pueden llevar a tratamientos incorrectos y daños para los pacientes. En muchos casos, estos pueden derivar en
terapias caras e innecesarias que suponen
altos costes para los sistemas de salud. En concreto, según la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la “atención insegura” representa aproximadamente el
13 por ciento del gasto en atención sanitaria. Esto equivale a más de 500.000 millones de euros al año, lo que constituye poco más del 1 por ciento de la producción económica combinada de los países miembros de este organismo.
Según la OCDE, la “
economía de la seguridad diagnóstica” se puede evaluar desde diversos ángulos, que incluyen desde los
costes adicionales derivados del uso indebido de servicios, hasta los
costes legales y el
impacto a largo plazo sobre las personas afectadas. También se consideran las compensaciones entre el volumen de pruebas diagnósticas y la obtención de mejores resultados.
Consecuencias de un diagnóstico erróneo o tardío
El informe señala que la estimación financiera directa de un
diagnóstico erróneo o tardío es diferente a la de otros fallos de seguridad, como infecciones nosocomiales o lesiones por presión. Esto se debe a que los errores de diagnóstico pueden llevar a
tratamientos que no son necesarios para los pacientes, que desemboquen en
terapias incorrectas y muy caras para los sistemas de salud, y en algunos casos, daños iatrogénicos (por un procedimiento médico o quirúrgico, que el médico administra o realiza dentro una indicación correcta). Además, los gastos pueden aumentar si la enfermedad progresa, requiriendo tratamientos más intensivos y costosos.
Junto a esto, según la OCDE, los
costes médico-legales asociados con errores de diagnóstico también son considerables para los sisetmas de salud, ya que estos errores son una de las
principales causas de demandas por “mala praxis” en algunas jurisdicciones.
Además, es evidente que un error en el diagnóstico puede causar
daños graves al paciente y, acorde a los datos del informe, hasta
el 80 por ciento de estos prejuicios podrían ser prevenidos. Asimismo, tal y como detalla la OCDE, la carga de los
daños relacionados con la atención sanitaria para los pacientes es comparable “en magnitud” a muchas enfermedades transmisibles y no transmisibles.
Por este motivo, la OCDE destaca la necesidad de adoptar un
enfoque más “proactivo” que no solo mida lo que sale mal, sino que también “haga hincapié en la comprensión y la optimización de las prácticas y los resultados exitosos para
mejorar la seguridad y el rendimiento generales”.
El sobrediagnóstico y el infradiagnóstico.
Por otra parte, el informe presenta que los desafíos del
sobrediagnóstico y el
subdiagnóstico, y el consiguiente “uso excesivo y subutilizado de intervenciones médicas”, también plantean riesgos significativos para los resultados de los pacientes y la
sostenibilidad de los sistemas de salud.
El sobrediagnóstico lleva a tratamientos innecesarios,
ansiedad y costes de atención médica, sin brindar
ningún beneficio real al paciente y potencialmente exponiéndolo a daños. Se da cuando se produce una evaluación de condiciones que no provocarán síntomas ni problemas negativos. Un ejemplo de esto, según la OCDE, es el
aumento del diagnóstico de TDAH en países miembros, que ha generado
gastos significativos sin un beneficio real para todos los diagnosticados.
Según la OCDE, al igual que el sobrediagnóstico, el
infradiagnóstico sistemático también tiene implicaciones políticas, ya que reduce “la carga de salud mundial y nacional notificada de enfermedades en las que un número sustancial de casos
no se detectan correctamente”.
Un ejemplo de esto es la detección de casos de
enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) o
asma. Las investigaciones indican que, a nivel mundial, hasta el 70 por ciento de las personas con estas patologías
no reciben un diagnóstico formal de la enfermedad, lo que puede afectar los resultados y la calidad de vida y dar lugar a un mayor uso de la atención sanitaria y a una menor productividad laboral.
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