Vicente Larraga.
El proyecto de vacuna contra el Covid-19 de Vicente Larraga, del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB-CSIC), tras completar con “éxito” su test en una segunda especie animal, se puso manos a la obra para acometer la
última prueba preclínica en macacos y así lograr la autorización para realizar el ensayo en humanos. Sin embargo, estos planes se
han tenido que cambiar y el equipo del CIB-CSIC tuvo que apostar por una
vía alternativa, cuyos resultados conocerán en semanas y con los cuales podrán solicitar la autorización para realizar
ensayos en humanos antes de final de año.
“Los
macacos ya no se consideran un buen modelo a seguir. Además, hay muy pocos y es dificilísimo encontrarlos fuera de las grandes farmacéuticas y universidades. Estamos haciendo otro ensayo donde hemos cambiado a la
inoculación por presión, es decir, sin aguja”, explica Larraga a
Redacción Médica.
Según el científico, existen otras vías alternativas a los ensayos con macacos:
“Se puede pasar directamente a personas si se trata de un tratamiento establecido. Esta nueva vía la estamos probando de nuevo en ratones y si sale bien podremos pasar a personas. Antes de final de año, siempre que obtengamos buenos resultados, seguro que comenzamos el ensayo en humanos”.
Cabe recordar que la vacuna de Larraga consiste en
colocar un gen de un antígeno del SARS-CoV-2 en un vehículo sintético de ADN (un plásmido) que pueda ser introducido en el organismo del paciente e inducir la protección frente a la infección. “Es muy esperanzadora al tratarse de la primera que puede paralizar la transmisión del covid”, reivindica el científico español.
¿Cómo es la inoculación sin aguja?
La nueva vía para testar la vacuna contra el covid de Vicente Larraga
ya se ha usado en India, Brasil y México. “La hemos elegido porque hemos visto que funciona y como es algo ya establecido
no creo que haya problemas con la Agencia Europea del Medicamento (EMA)”, explica el investigador, quien, además, asegura que este método tiene una eficacia parecida a la inyección tradicional.
La inoculación sin aguja, según explica Larraga, es como un cilindro que se abre y en él se pone una cápsula con una membrana donde va insertada la dosis. “El
mecanismo es muy parecido a una escopeta de aire comprimido. Se carga, se pone contra el brazo de la persona que se va a vacunar y la carga a traviesa la piel por presión”, detalla Larraga, quien, además, específica que el término correcto es vacunación sin aguja y no vacunación por presión.
La efectividad del 95%, una cuestión de "marketing"
Con este ensayo en ratones, y con la certeza obtenida anteriormente que la activación de los mecanismos protectores es del 100 por cien, el equipo de Larraga busca probar como se comporta ante una infección real. “Si obtenemos un
75 por ciento o más de protección es que funciona bien. El resto de porcentaje es cuestión de mejorar las dosis, un trabajo habitual en el desarrollo de vacunas”.
En ese sentido, el científico revindica que se debe “romper” con las cifras de 90 y 95 por ciento de las grandes farmacéuticas, ya que son una “cuestión” de marketing. “Siempre se ha considerado que una vacuna del 60 por ciento es muy buena.
Científicamente no está claro que sean mucho mejores como anuncian. Los porcentajes de eficacia solo se refiere que tarda un poco más en funcionar, pero va a acabar llegando al 100 por cien de la población”.
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